Las calles de Pamplona los ven circular en moto, en bicicleta o caminando desde finales de noviembre. Glovo, una aplicación de móvil que permite solicitar productos variados y sobre todo comida a domicilio a decenas de tiendas, restaurantes y supermercados, ha desembarcado en Navarra y cuenta ya con decenas repartidores y recadistas autónomos, a los que, en su jerga de empresa innovadora, denomina colaboradores y riders.

Glovo, fundada en 2015 por Òscar Pierre (Barcelona, 1992), llega envuelta en la polémica por el conflicto laboral que mantiene con la Seguridad Social. El organismo público entiende que debe dar de alta a sus trabajadores como asalariados, al no cumplir con los requisitos de un autónomo, mientras que la empresa se resiste a ello: regularizar a sus cientos de repartidores incidiría directamente en su margen, amenazando un modelo de negocio nacido del desarrollo tecnológico y desarrollado sobre unas condiciones laborales muy criticadas. Cada repartidor percibe algo menos de tres euros por encargo, si bien esto oscila en función de la distancia que deba recorrer, de lo que debe descontar la cuota de autónomos e incluso el mantenimiento del vehículo que emplea. La remuneración mejora si se trabaja de noche o en horarios de elevada demanda, como los fines de semana, y el sistema de trabajo permite una elevada flexibilidad: estudiantes o trabajadores a tiempo parcial lo emplean en ocasiones como un complemento a su salario. “Genera beneficios a costa de la salud y los derechos de sus trabajadores”, criticaba Comisiones Obreras.

Con un dominio de la logística que le permite atender pedidos con rapidez, la firma barcelonesa se ha convertido en apenas tres años en una de las estrellas emergentes del sector tecnológico español. Tras haber cerrado hace tres meses una ronda de financiación de 115 millones de euros, preveía terminar 2018 con unas ventas de 80 millones de euros, lo que supone un 370% que en 2017, cuando ingresó unos 17 millones de euros “España supone un tercio de los ingresos totales del grupo y es el más rentable”, explica.

Según publicaba hace unas semanas El Confidencial, entre sus inversores están el fondo japonés Rakuten y el francés Cathay (ambos inversores en Cabify), el dueño de La Tagliatella y el fondo español Seaya Ventures, dirigido por Beatriz González. También, han invertido y participado en el crecimiento de la empresa dos de los fundadores de Tuenti (Bernardo González y Zaryn Dentzel), los fundadores de Wallapop (Miguel Vicente y Gerard Olivé) y el antiguo vicepresidente de Uber, Niall Wass, que ahora preside el consejo de administración de Glovo.

Compañías todas ellas de base tecnológica, algunas en pleno crecimiento y que golpean muchas veces a un comercio tradicional que apenas ha creado 1.300 empleos desde 2013, pero que en los dos o tres últimos años, en plena recuperación económica, ha visto cómo buena parte de las nuevas ventas eran absorbidas por gigantes como Amazon, a quien Glovo desafía, por ejemplo, a la hora del reparto de comida desde los supermercados. Aporta su cercanía frente al dominio de la logística del gigante de Seattle, cuyo acuerdo con Correos se deja sentir ya en las cifras de afiliados a la Seguridad Social: desde 2013, las actividades de raparto han incrementado en más de 30% su ocupación: de 718 a 1.010 trabajadores. “El año pasado -explicaban desde Correos- incrementamos un 90% las entregas en Navarra”.

La empresa barcelonesa cuenta en su aplicación con una veintena de restaurantes y supermercados asociados en Pamplona y su comarca, si bien la empresa, con quien este medio se puso en contacto, no ha facilitado lo datos relativos a su actividad y a sus previsiones en la Comunidad Foral.