Pamplona - Volkswagen Navarra alcanzará seguramente esta semana el acuerdo que selle su noveno convenio colectivo. Un documento que contempla una leve mejora salarial para la plantilla, con incrementos de medio punto por encima del IPC, que garantizará un marco más o menos estable para los próximos años -previsiblemente hasta 2023- y que incluye una promesa que suena a dulce melodía en momentos de incertidumbre laboral: solo el primer año la fábrica hará unos 200 contratos fijos.

Al menos la mitad de ellos sustituirán mediante un contrato de relevo a trabajadores que irán jubilándose a lo largo de este año, por lo que el incremento total de plantilla estable no será demasiado llamativo. La fabrica navarra cerró el año con 4.169 trabajadores con contrato fijo, de una plantilla total de 4.737 empleados, el 88% del total, una relación similar a la de los dos o tres últimos años, pero muy diferente de la que había, por ejemplo, hace una década, cuando un 95% eran fijos. Unas cifras, además, muy alejadas de las que tenía Volkswagen Navarra a comienzos de siglo, poco antes de afrontar su más grave crisis entre los años 2000 y 2006. Llego a tener más de 5.500 trabajadores y unos 4.600 fijos. Desde entonces, sin embargo, muchas cosas han cambiado: ni la legislación laboral es la misma, ni los convenios colectivos permiten las mismas medidas de flexibilidad ni el desarrollo tecnológico, tras el paso de dos décadas y cientos de millones de euros invertidos, es comparable. Con 1.000 empleos menos, la planta es hoy capaz de hacer más coches que hace apenas dos décadas.

UGT Y CCOO tienen claro que el nuevo convenio aportará estabilidad y “apuntalará una fábrica” que necesita rejuvenecer su mano de obra. Y en la última propuesta de la empresa, además de los “más de 200 contratos fijos” que se harán a lo largo de 2019 se deja escrito que “ambas partes acordarán los próximos años el número de nuevos trabajadores fijos” que se contratará cada año. Una cantidad que, ojos de otros sindicatos, como LAB, resulta insuficiente para las necesidades producción previstas para este año: más de 320.000 coches y una secuencia diaria de 1.408 entre el Polo A07 y el T-Cross. “Necesitamos como poco 500 trabajadores fijos para realizar la producción sin desplazamientos de pausas ni otras medidas de flexibilidad”, explicaba LAB en una nota, en la que recuerda que el número de trabajadores fijos es, en la actualidad, igual que antes de la entrada en vigor del anterior convenio. “Los nuevos fijos solo han servido para reponer las bajas de personal producidas”.

productividad, mejora continua La cantidad tampoco es la que les hubiese gustado a UGT y CCOO, que esperaban un mayor compromiso por el empleo de la dirección, pero que destacaban, en palabras de Alfredo Morales, presidente del comité, que el acuerdo “sienta las bases para un tercer modelo”, que podría confirmarse este mismo mes de mayo y que supondría un cruce deportivo entre el actual Polo, que podría estar entrando en su ciclo final de vida, y el T-Croos. “Y abre el horizonte para fabricar un modelo eléctrico”, insiste Morales.

Un vistazo a las series históricas de la plantilla de Volkswagen Navarra permite ver que la planta mantiene desde 2005 un cuerpo de trabajadores fijps casi invariable, que oscila entre los 3.800 y los 4.100 trabajadores. De ellos, los trabajadores de mano de obra directa, aquellos que están en la cadena y fabrican el coche, se mueven entre los 2.800 y los 3.000 trabajadores.

Son en torno a 1.000 menos que en el año 2000 ó 2001, según los datos que maneja el sindicato LAB, cuando las producciones no llegaban a los 300.000 coches, la mano de obra directa estable llegaba a los 4.000 trabajadores y la plantilla en su conjunto superaba los 5.500 empleados. La productividad rondaba entonces los 45 coches por trabajador y año. Desde el año 2010, y excluyendo los ejercicios en los que se ha acometido algún lanzamiento, ronda los 70 coches por empleado y año. Es decir: la fábrica logró incrementar su productividad más de un 55% en solo una década. Y Andreas Tostmann, responsable de producción y logística de la marca Volkswagen, recordaba esta misma semana el objetivo del grupo. “Queremos mejorar la productividad un 30% hasta 2025”.

Hasta ahora, dos pilares han permitido levantar estas cifras de productividad. Uno de ellos es la flexibilidad, que en el caso de Volkswagen Navarra fue estudiada por José Luis Goñi Sein, catedrático de Derecho del trabajo en la Universidad Pública de Navarra, que estudió las consecuencias no de 2002 y 2006, que permitieron afrontar sin despidos una época de bajas producciones, sino lo negociado posteriormente, cuando las producciones se elevaron. “Uno de los aspectos clave -explica en su estudio- ha sido el logro, fruto de un clima de confianza, de una importante flexibilidad laboral para garantizar la producción a menor coste”. Entre estos aspectos se encuentra no solo la bolsa de días de cada trabajador, sino la actualización mensual del calendario o el desplazamiento de pausas.

La otra explicación, y seguramente la más importante, es la apuesta de la fábrica por la tecnología, el I+D, buena parte en Alemania, y por la robotización. Solo la nueva nave de chapistería, que recibió 117 millones de euros de inversión, cuenta con más de 360 robots. Una transformación que no cesa.