Pamplona - Se oculta en la red y entre sombras, mueve ya más dinero que el narcotráfico y, sobre todo, crece a gran velocidad. El cibercrimen es una amenaza real para los ciudadanos y especialmente para las empresas, objeto del 86% de unos ataques que solo el año pasado les costaron en Navarra al menos ocho millones de euros, según los datos que maneja la Guardia Civil.

Esta cantidad prácticamente duplica la registrada un año antes y multiplica las de hace un lustro, en línea con lo que sucede en todo el mundo. “Solo en los dos primeros meses de 2018 se conocieron más ciberdelitos que en todo 2014”, explicó Carlos Redondo, teniente jefe de la unidad orgánica de la Policía Judicial de la Guardia Civil en Navarra, que abrió ayer en la sede de la Confederación de Empresarios de Navarra una jornada sobre ciberseguridad empresas. Según explicó, nadie está libre de sufrir un ataque. “Las grandes empresas pueden ser un objetivo más beneficioso, pero disponen de más recursos para prevenir y paliar. Para las pymes, que no suelen tener su propio departamento informático, la concienciación y el conocimiento son fundamentales para la prevención”, explicó Redondo, quien cifró en 600.000 millones de dólares el coste mundial del cibercrimen.

“No suele ser sencillo recuperar el dinero”, explicó Redondo, quien insistió no solo en la prevención, sino en la importancia de actuar con rapidez -“desenchufar con rapidez para evitar el contagio a otros ordenadores en red puede ser lo mejor”, dijo- y denunciar posteriormente antes cuerpos de seguridad que cuenten con los conocimientos y la infraestructura necesaria para perseguir actividades “que van mucho más allá de Navarra”.

“Suele decirse que los delincuentes van por delante de la ley, pero, si fuera una carrera, en este caso nos llevan casi medio estadio de ventaja”, admitió María Cruz García Huesa, fiscal delegada de delitos informáticos, quien añadió que el anonimato que permite la red puede generar cierta sensación de impunidad. “Suelen operar desde redes wifi públicas o privadas, desde el extranjero. Muchas veces podemos saber desde qué ordenador se ha cometido el delito, pero nos dicen que no es posible saber quién estaba detrás de la pantalla en ese momento”, explicó García Huesa, quien hizo referencia asimismo a las dificultades de perseguir desde lo analógico comportamientos digitales. La fiscal recomendó asimismo a las empresas limitar al máximo el número de licencias de administrador y la obligación de contar con un plan de gestión de incidencias adaptado a la realidad de cada compañía.