pamplona - En 2005 Imanol Pascual Ariz inició su trayectoria sindical en los servicios jurídicos de ELA, tras obtener las licenciaturas de Administración y Dirección de Empresas y Derecho en la UPNA. En la universidad comenzó su interés por defender un modelo en el que primara la justicia social. Nacido en Iruña y residente en Tudela, se incorporó al sindicato un año después de que Mitxel Lakuntza ocupara el puesto de coordinador en Navarra. Después de su labor en servicios jurídicos, Pascual pasó al gabinete de estudios, a ser responsable de la Federación de Servicios Públicos, encargado del área Comarcal de Navarra y hasta ahora estaba al frente de Negociación Colectiva. Tras ser proclamado recientemente Lakuntza secretario general de ELA, Pascual ha asumido la coordinación en Navarra, en un momento histórico en la Comunidad con 10.419 personas afiliadas y 1.366 delegados y delegadas, con casi el 23% de representación. “El sindicato ha crecido por su autonomía política y gracias a la afiliación dispone de autonomía económica sin necesidad de tener créditos bancarios. Más del 90% de nuestros ingresos provienen de las cuotas”, cuenta Pascual, de 37 años y miembro del Comité Nacional de ELA.

¿Qué sindicalismo quiere hacer?

-Continuista. Tiene que estar ligado a los centros de trabajo, en el que empleados y empleadas vean a ELA como un instrumento útil para mejorar sus condiciones de vida. Las empresas han adquirido más poder con las últimas reformas laborales y para combatir esa situación, las plantillas deben tomar conciencia de la necesidad de organizarse, y en este punto, nuestro reto debe ser decirles la verdad de lo que está ocurriendo y demostrarles que si se coordinan tienen posibilidades reales de alcanzar sus objetivos y acabar con la precariedad. Hay ejemplos, aunque menos de los que nos gustaría: la plantilla de Navarpluma se organizó, secundó 41 días de huelga contra un empresario prepotente y logró su primer convenio de empresa. La situación de esta compañía no es una excepción en el mercado laboral de Navarra.

¿Qué verdad busca transmitir?

-Los sindicatos mejorarán las condiciones laborales con la implicación de una clase trabajadora que se empodere en la empresa al contarle la verdad. Por ejemplo, en octubre de 2018, UGT y CCOO firmaron un acuerdo de relaciones laborales con la CEN en el que lanzaron dos ideas: que los salarios mínimos iban a subir hasta los 14.000 euros y que la patronal navarra renunciaba a los privilegios de la reforma laboral en los convenios sectoriales. Ambos mensajes son falsos.

¿Cómo califica la situación de la negociación colectiva en Navarra?

-De muy difícil, ya que cada vez más personas viven en una Navarra precaria. UGT y CCOO firman muchos convenios sectoriales sin ninguna movilización, con recortes, con elementos regresivos y sin garantías de aplicación, como si no se hubieran aprobado reformas laborales. Nosotros peleamos por introducir cláusulas antirreforma. También rechazamos la estatalización que abrió Zapatero en 2011, al permitir que los convenios estatales tengan prioridad sobre los sectoriales.

¿Qué deben incluir los convenios sectoriales para que firme ELA?

-Subidas por encima del IPC, sin recortes, con blindajes contra la reforma laboral y que se asegure su aplicación.

¿ELA prioriza los convenios de empresa sobre los sectoriales?

-Es falso que hayamos abandonado la negociación colectiva sectorial. Hemos firmado los convenios de talleres, gestión deportiva, peluquerías, pastelerías, ópticas o madera. ELA lee la reforma, que da prioridad aplicativa a los de empresa y suprime el suelo del sectorial. Nuestro objetivo es firmar convenios sectoriales con blindajes y buenos convenios de empresa.

¿Cree que en vez de leer las reformas, hay que derogarlas?

-Con la activación de la clase trabajadora lograremos derogar las reformas, pero eso es compatible con decir la verdad a la gente de lo que recoge esta ley.

¿En qué sectores las plantillas están más activas?

-Si el sindicato trabaja, planifica y organiza puede llegar a todos.

¿Si digo CEN, usted responde...?

-Avaricia, porque los gobiernos han hecho las reformas laborales a su medida y porque a pesar de que son conscientes de que hay gente y trabajadores más pobres, piden más medidas y pagar menos impuestos.

¿Y si digo UGT y CCOO?

-Para la izquierda es un drama que los sindicatos españoles hayan hecho este recorrido para acabar pidiendo el diálogo social. En Navarra, la concertación y la sobrefinanciación les han matado.

¿Y LAB?

-No es ningún secreto que nuestra relación no pasa por un buen momento. Compartimos muchos elementos: somos soberanistas, sindicatos de clase, críticos con el diálogo social y coincidimos en políticas públicas. Pero nos separan cuestiones como la autonomía sindical, la independencia de partidos políticos y la estrategia de negociación colectiva. Posiblemente la diferencia entre ambas centrales se esté manifestando más en la CAV, ya que hay más conflictividad laboral.

¿Este distanciamiento se ha intensificado en época de elecciones sindicales?

-No tengo la sensación que la competencia en las elecciones sea un elemento determinante.

¿Cómo se puede encauzar?

-Compartiendo objetivos y modelos de lucha. En un mundo laboral complicado debemos alcanzar alianzas con sindicatos con los que compartimos elementos centrales, como LAB.

¿Esos pactos pueden lograrse con organizaciones de corte social?

-Sí. Mejorar la calidad de vida de la clase trabajadora excede del ámbito laboral y del centro de trabajo. Por ese motivo, ELA debe tejer acuerdos con movimientos feministas, ecologistas y asociaciones que impulsan la defensa de un mundo más sostenible, como Goiener, Attac o Fiare, etc.

¿Cómo está respondiendo la clase trabajadora a las elecciones sindicales?

-ELA sube porque las plantillas premian la honestidad y saber que el sindicato intenta mejorar las condiciones de vida. En 2010 UGT, primera central de la Comunidad Foral, sacaba diez puntos a ELA, y ahora relativamente nos separan dos puntos.

¿Qué objetivo de representación se ha propuesto?

-Vamos día a día. El trabajo en equipo hace llegar a más sitios sin límites geográficos, por ejemplo en la Ribera superamos ya el 20%, y estamos presentes en todos los sectores. Todavía no hemos tocado techo en el número de representantes sindicales en la Comunidad.

¿Cree que se hace un buen uso de la huelga?

-La salud democrática de una sociedad también se mide por el número de huelgas, ya que eso significa que se organiza para lograr un objetivo común. La mejor noticia sería que en 2019 hubiera más huelgas que en 2018. Hay que darle prestigio y la caja de resistencia de ELA ayuda a usar esta herramienta. Con ello, conseguimos una sociedad más concienciada, movilizada y con más poder.

¿La clase trabajadora está dispuesta a secundar huelgas?

-Es un reto difícil porque las reformas laborales han dado herramientas a la patronal para cohibir; pero en una sociedad cada vez más precaria hay más oportunidad de convocar paros.

¿Qué labor ha adoptado ELA en el movimiento feminista?

-Un papel protagonista en los centros de trabajo para organizar a las mujeres que sufren la discriminación de género.

¿Está aumentando la presencia de la mujer en los órganos del sindicato?

-Sí. En el Comité Nacional, el máximo órgano de dirección, ya hay más mujeres que hombres. Hemos iniciado un proceso de cambio de organización interno pro equidad de género, en el que analizamos si se producen discriminaciones de género de manera no intencionada. Como ELA no es una isla, si detectamos que suceden, las erradicaremos. Trabajamos para llegar a ser un sindicato feminista, pero eso se construye en el día a día.

¿Cree que los sindicatos tienden a colocar a mujeres en puestos más de perfil social que en otros ocupados tradicionalmente por hombres?

-En la medida que vayamos corrigiendo los temas que internamente no podamos estar haciendo bien desde el punto de vista de género, el organigrama cambiará. Aunque por poner a mujeres en puestos de dirección, uno no asegura que actúa de manera correcta, el cambio debe ser más profundo.

¿Para cuándo una secretaria general en ELA?

-Creo que es injusto reducir el debate al género de la persona. Hay que poner en valor que ELA está trabajando en sindicalizar los ámbitos más feminizados e internamente en detectar si hay discriminación de género.

¿Por qué ha crecido la siniestralidad laboral?

-Ha sido uno de los grandes déficits. Desde 2018 han fallecido 24 personas y eso está ligado a la falta de inversión de las empresas y al poco presupuesto para inspección. ELA y LAB abandonamos el Consejo Navarro de Salud Laboral porque no era un instrumento útil.

El Gobierno plantea recuperar la figura del delegado de prevención, gestionada por sindicatos y patronal, ¿qué opina?

-Esa figura existió y acabó siendo usada por UGT y CCOO para hacer trabajo sindical. Nos parece incomprensible que el Gobierno quiera rescatarla. Es la Administración la que debe velar por la seguridad en los centros con más inversión y personal de su plantilla.

¿Cómo valora la legislatura del Gobierno del cambio?

-Hemos perdido una oportunidad real de mejorar las condiciones de la sociedad. Nunca hemos cuestionado la necesidad del cambio ni su continuidad, pero sí su profundidad y alcance. Nuestra aportación como sindicato de contrapoder no podía ser desde el silencio o la rebaja de las reivindicaciones, porque no hubiéramos avanzado en derechos sociales y laborales y porque se hubiera dejado al régimen de la derecha ejercer como único lobby frente al Gobierno.

¿En qué ha avanzado Navarra?

-Damos mucho valor a que este Gobierno haya acabado con el hostigamiento que sufría el sindicalismo reivindicativo de ELA, LAB y otras centrales por parte de UPN, y que haya terminado con la sobrefinanciación de UGT y CCOO: hasta 2015, 170 personas de estos dos sindicatos cobraban sus sueldos directamente de dinero público. Además, se ha logrado la pluralidad identitaria de Navarra; el reconocimiento de las víctimas de la Memoria Histórica; la aprobación en el Parlamento de leyes como la de Residuos, Igualdad del colectivo LGTBI, la de Contratos Públicos o la reforma del Mapa Local; y ha habido avances en el euskera, aunque nos hubiera gustado una nueva ley para suprimir la zonificación.

¿En qué no se ha mejorado?

-Uno de los aspectos más sangrantes es el privilegio fiscal de las empresas, ya que son las que menos impuestos pagan del Estado. En España, el 2,4% del PIB se recauda a través del Impuesto de Sociedades y en la Comunidad Foral, la mitad. Nos preocupa que se ha relativizado el tema fiscal y presupuestario por parte de la izquierda. La presión fiscal de Navarra es nueve puntos inferior a la media de la UE, es decir, está dejando de ingresar 1.675 millones anuales. Es urgente paralizar el TAV porque es insostenible desde el punto de vista económico, social y medioambiental; y apenas se ha avanzado en mejorar las condiciones laborales del sector público.

¿Se está haciendo un buen uso del autogobierno?

-No, porque se quiere vender una relación bilateral entre el Estado y Navarra, cuando la realidad es que Madrid impone la regla de gasto y el déficit público y la Comunidad aplica tras llegar a un acuerdo.

¿Cómo debe ejercerse?

-Desde el convencimiento de hacerlo con pedagogía, decir a la gente que no existe una relación bilateral y buscar elementos de cohesión.

¿Qué pide ELA a los partidos políticos en estas elecciones?

-Una reforma fiscal justa y progresiva porque va a posibilitar políticas sociales reales con trascendencia en la vida cotidiana de la gente; e implantar una política industrial que proteja los proyectos y las condiciones laborales.

¿Preocupa el incremento de la derecha en Europa y en España?

-En España la unidad está por encima de la democracia y en eso coinciden desde Vox hasta el PSOE. ELA ve una España cada vez más violenta, solo hay que ver la situación de los chavales de Altsasu o el juicio político del procés, y más corrupta con el caso Villarejo. En este contexto la propuesta de UPN con Navarra Suma muestra que su defensa de los Fueros era una filfa, que solo quiere una Navarra antivasquistas y antisocial, no perder ningún voto de la derecha y hacerle más fácil al PSN un apoyo postelectoral, y la experiencia dice que los socialistas entre una alternativa o UPN, eligen UPN. Sin embargo, la lectura va más allá, ya que para un cambio más social y más profundo, la entrada del PSN sería incompatible porque en estos cuatro años ha ido contra el euskera, la progresividad fiscal, etc.