Sara tiene 40 años y es soldadora. Necesita trabajar y acude a una empresa de servicios, que a su vez tiene creada otra empresa que ofrece el servicio de soldadura a diferentes empresas. Esta empresa de servicios hace labores de ETT y tiene un convenio propio que regula las condiciones laborales de todos sus trabajadores y trabajadoras y empresas, independientemente de la labor que hagan. Sara debería estar encuadrada en el convenio del Metal de Navarra, pero al tener la empresa convenio propio, sus condiciones laborales están notablemente empeoradas respecto a lo recogido en el Metal. Sara trabaja más de 1.800 horas anuales -el Metal de Navarra establece 1.695 horas-, su salario base es de 1.300 euros al mes -por debajo del grupo más bajo del Metal-, tiene las licencias empeoradas lo que dificulta su conciliación familiar, encadena contratos temporales, no recibe formación en prevención laboral, sufre de inestabilidad continua por la amenaza constante de pérdida de la contrata y siente que su trabajo pende continuamente de un hilo.

Sara es una trabajadora precaria, que sufre las consecuencias de trabajar para una empresa de servicios. Pero el de Sara no es un caso aislado.

Dentro del proceso de cambios que está experimentando la industria, cada vez son más las llamadas empresas de servicios que desarrollan su actividad en ese sector. Hay estudios que afirman que en el sector industrial el 90% de las empresas contratan empresas de servicios.

Así pues, ¿qué es lo que las hace tan exitosas? Aunque se empleen anglicismos como outsourcing para referirse a la externalización y subcontratación de actividades, la realidad es que sería más ajustado hablar de la precarización del trabajo productivo. Las empresas de servicios no son más que la herramienta que emplean las grandes empresas industriales para sustituir empleo propio por empleo ajeno precario, aplicando convenios colectivos peores. Esta proliferación de empresas está estrechamente ligada a la imposición de la reforma laboral en 2012, que permitió establecer condiciones peores en el ámbito de la empresa.

Los trabajadores y trabajadoras de las empresas de servicios además de sufrir la discriminación de tener unos salarios muy inferiores a los de la empresa principal, deben tener una disponibilidad y flexibilidad total para satisfacer las necesidades de los clientes, además de jornadas anuales muy por encima de los convenios que se les deberían aplicar. Con estos elementos, la conciliación familiar resulta imposible, por lo que la rotación de personas es muy alta.

La precariedad, la flexibilidad y la realización de las tareas más expuestas a accidentes hacen que los trabajadores y trabajadoras subcontratadas tengan tres veces más riesgo de sufrir un accidente, ya que tanto la empresa contratista como la subcontrata suelen eludir su responsabilidad en materia de prevención. Con esos condicionantes, además, muchos de los accidentes no se denuncian, siendo difícil establecer medidas efectivas.

Ante esta situación, se hace imprescindible la necesidad de vertebrar y organizar sindicalmente a los trabajadores y trabajadoras. Individualmente la vulnerabilidad está garantizada, pero colectivamente la lucha que se puede emprender da sus frutos. Es lo que hemos hecho, por ejemplo, desde LAB en Aniser Facility Services, empresa del Grupo Eurofirms, y a su vez, contratada por Euroestampaciones SA.

A finales de mayo, tras una convocatoria de huelga, se llegó a un preacuerdo con Eurofirms, que mejora sustancialmente las condiciones laborales. Se ha conseguido reducir la jornada 64 horas, mejorar los salarios, la cobertura en las bajas, la fijeza en el 80% de los contratos... Y lo que para nosotras es muy importante: establecer la vinculación con el convenio del Metal de Navarra, aunque somos sumamente conscientes de que es un convenio a mejorar.

Se ha dado buena muestra de firmeza y unidad y una vez más ha quedado demostrado que la única vía para la consecución de nuestros derechos es la lucha decidida.

Aunque el objetivo final es la no externalización de los servicios para garantizar una contratación en condiciones laborales dignas, las propias empresas de servicios deben convertirse en nido de dignidad y organización en las que todas las Saras tengan opción a aspirar a unas condiciones de trabajo y vida dignas. Desde LAB seguiremos en esta labor.

Maider Caminos e Imanol Rodríguez, miembros de la Federación de Industria de LAB