Aunque el sector de la alimentación "no ha parado" ni en los días más complicados de la pandemia del COVID-19, las "peculiaridades" de ir al detalle y de los productos gourmet figuran entre los damnificados debido a los cambios de rutinas, por lo que el sector reclama a la Administración medidas específicas de apoyo durante las fases de la desescalada.

Lo saben en Maruxas de Nata, una firma afincada en el municipio de San Sadurniño, en la comarca de Ferrol, que apostó por relanzar el rural, donde la recuperación de una granja que alberga ahora su sede concluyó hace escasamente unos meses.

Una de sus socias es Sandra Suárez, que cuenta a Efe que afrontan "con mucha tristeza por todo lo que rodea" el avistamiento de la desescalada. Servirá para dejar atrás semanas duras y de "preocupación" para una "actividad esencial", lastrada por tratarse de "productos muy específicos, gourmet".

En su caso, unas galletas "de toda la vida", que evocan sabores clásicos, "suaves e intensos", y elaboradas con la nata como gran protagonista y con "ingredientes 100 % ecológicos".

"El precio está por encima de otros productos, es complicado; dentro de unos parámetros, la demanda ha bajado bastante", añade la emprendedora, que admite que las tiendas a las que suministran también "están teniendo muchas dificultades".

Son las grandes superficies las que salen ganando, a su juicio, en la pugna por hacerse con alimentos de "primera necesidad" porque cambia "la dinámica de consumo".

Según Suárez, lo que se antoja como ideal para "una merienda o un buen regalo" ahora queda relegado a una esquina del cerebro, ya no es prioritario. Sin ir más lejos, se eligen otras galletas más sencillas o de menor coste en cualquier lineal de un supermercado. Ve un "frenazo" a estas selecciones en beneficio de "productos esenciales" y al "bajar la demanda también lo hace la producción".

En Maruxas de Nata, cuyas instalaciones se emplazan en el núcleo rural de Santa Mariña do Monte, apenas "un par de casas" a su lado, no pueden "producir al mismo ritmo" porque la "pérdida sería doble".

Sin retrasos en las entregas

Pese a que esté "el transporte normalizado" durante el estado de alarma y no haya "retrasos" en las entregas, estas ya no son tantas como unos días antes. Pone el foco, por lo pronto, en los establecimientos selectos a los que nutren: "Hay gente que lo está pasando realmente mal".

Si la mayoría dieron el paso de seguir abiertos, a muchos de ellos el paso del tiempo les ha conducido a una soga que cada vez aprieta más por falta de ventas. Entre ellos, afirma Sandra Suárez, alguno de sus "mejores clientes, de hace años, la típica tienda de producto especializado".

"La demanda ha bajado, la gente no pasea; todo eso ha desaparecido, hay clientes que lo están pasando muy mal y han cerrado o han modificado el horario", añade.

Desde hace pocos meses en San Sadurniño, ayuntamiento por debajo de los 3.000 habitantes del interior de la comarca de Ferrol y conocido como "La villa de la tranquilidad", a las titulares de Maruxas de Nata no les ha costado empaparse de la filosofía rural.

Para una de sus responsables, allí la "gente vive de otra manera" esta situación extrema. Eso sí, considera que tiene "mucho miedo de las consecuencias", de lo que está por venir tras el efecto más contundente del coronavirus.

Para una pequeña empresa como la suya, Suárez indica que corren el riesgo de quedarse "a verlas venir". "Menos mal que no nos ha cogido en Navidad", dice al recordar su reciente traslado desde una sede anterior.

Lo hicieron con la idea clara de "potenciar el rural, pero hay un montón de dificultades", y ahora espera que la "Administración tenga en cuenta a cada sector y vaya al detalle" para lanzarles el flotador que permita regresar a tiempos mejores.