Para una gran parte de la ciudadanía son desconocidas, a pesar de que fueron en su época un lugar especial en el extramuros de la Pamplona de los 50, por su privilegiada ubicación frente al río y su curiosa configuración de galerías con arcadas y un patio interior. Incluso allí nació el que fuera portero de Osasuna Roberto Santamaría.

Y ahora, cuando cumplen 70 años desde que el constructor Aurelio Gridilla las proyectara, van a ser derribadas para acondicionar en su lugar un gran parque para el barrio de San Jorge-Sanduzelai y nuevas viviendas. Pero tras sus arcos y su estética de patio andaluz, que aún perdura en la memoria de quienes las habitaron, las Casas de Gridilla atesoran cientos de historias, de gente trabajadora como la familia de Nicasio Del Pozo y María Diez, que vivían en el número 10 con sus cuatro hijos, Mila, Nani, Juan (fallecido) y Ovi, o la de Calixto Ganuza y Mª Rosa Calvo, que llegaron en el 1952 al número 13, donde nacerían después Maribel y Rosa Mari. De hecho, allí vivió la madre, Mª Rosa, hasta el 2005 y fue una de las últimas inquilinas de las Casas de Gridilla.

Maribel Ganuza Calvo recuerda las Casas de Gridilla como un lugar "maravilloso" para vivir. Allí pasó media vida, desde el año 1954 en que nació y hasta que cumplió los 30, cuando "me casé y me fui a vivir a Ermitagaña", detalla. Según indica, al principio a estas casas "no podía acceder cualquiera", porque el alquiler no era barato. En su familia trabajaban los dos progenitores y eso les permitió entrar a los pisos del constructor Gridilla: "Mi padre trabajaba en la azucarera y mi madre en una empresa de limpieza de colegios, Limpiezas Del Sol", dos sueldos que daban para mantener una vivienda de tres habitaciones, con cocina-comedor y un baño, donde vivía el matrimonio de Calixto y María Rosa con dos hijas. Y eso que "había casas donde se juntaban los padres, los cinco hijos y hasta el tío que venía del pueblo, si hacía falta".