- La banca cierra en Navarra una década de recortes de personal y oficinas que parecen lejos de haber concluido. Diez años que han transformado el mapa de entidades financieras, en los que ha desaparecido una cuarta parte del empleo y que dejan a Caja Rural como el único banco que mantiene su sede social en la Comunidad Foral. La cooperativa de crédito, que sin perder su carácter modesto ha superado ya el medio siglo de vida, no ha dejado de crecer durante estos últimos años y posee en estos momentos la mayor cuota de negocio de su historia en la Comunidad Foral y en los territorios próximos en los que opera.

El sector afronta además un año de nuevo agitado, con los tipos de interés en mínimos, con la necesidad urgente de ganar rentabilidad y con el futuro en solitario de algunas entidades en cuestión. 2020 ha dejado sin definir, por ejemplo, el porvenir de Sabadell, cuya compra por parte de una entidad mayor quizá se retome en 2021. Un periodo que profundizará la digitalización de las entidades, el que se verán las consecuencias de la absorción de Bankia por parte de CaixaBank -reducidas en Navarra en cuanto a personal afectado- y en el que tendrá efecto el ERE del Santander, que supondrá seguramente la pérdida de decenas de puestos de trabajo en la red de Navarra, donde se cerrará casi el 40% de las sucursales.

El número total de oficinas abiertas en la comunidad ha seguido cayendo en los últimos 12 meses (456 en septiembre, tres menos que a cierre de 2019) y se sitúa en estos momentos en su punto más bajo desde 1981. Y nada hace prever que esto vaya a cambiar. La apuesta del sector es clara: oficinas de mayor tamaño enfocadas a vender y puestos de caja cada vez más escasos y con los horarios más restringidos. Un ajuste de capacidad instalada que tiene un impacto "en forma de riesgo de exclusión financiera", advierte CCOO en un informe sobre la evolución del sector en toda España entre 2008 y 2020

"Asistimos -explica el sindicato- a una mutación acelerada del modelo financiero en nuestro país, con un ajuste cercano al 40% del ratio de bancarización (empleados por cada 10.000 habitantes), una reducción a la mitad del ratio de proximidad, con el cierre abrupto de la mitad de las oficinas bancarias y un proceso de concentración acelerada y que tiene a situar la cuota de mercado de las cinco grandes entidades por encima del 75%". En la Eurozona actualmente se sitúa en torno a un 55%.

La cifra, la suma de BBVA, Santander, CaixaBank, Sabadell y Bankia, ronda apenas el 60% en Navarra, donde resiste un modelo de banca local representado por las cooperativas de crédito. Laboral Kutxa y, especialmente, Caja Rural de Navarra han aprovechado las fusiones para afianzar una banca de cercanía que quedó huérfana tras la desaparición de Caja Navarra y que encuentra el respaldo de una clientela a la que la gran banca a veces da la espalda.

De hecho, CaixaBank, que heredó en 2012 un una cuota de mercado próxima al 40%, apostó desde el comienzo por aquellos clientes más rentables, sacrificando una pequeña cuota de negocio por en el camino. Hoy gestiona todavía una tercera parte del negocio bancario de la Comunidad Foral, pero, tras haber reducido su red oficinas, su liderazgo no resulta ya tan incuestionable.

Ese hueco lo ha ocupado Caja Rural de Navarra, cuyo tamaño es apenas una vigésima parte del de CaixaBank, pero que compite con fiereza en aquellos mercados en los que está presente. De hecho, los números muestran la pujanza de una entidad poca amiga de las estridencias, pero que ya genera casi el 50% de su negocio fuera de la Comunidad Foral y que ha sido, además, capaz de ir incrementando su beneficio de manera casi constante. Si en 2009 rondaba los 48 millones de beneficio, entre 2017 y 2019, ha superado siempre los 80 millones de resultado neto. En 2020 todo hace prever un leve descenso como consecuencia de la crisis del covid y del desfavorable escenario de tipos de interés: hasta el 30 de septiembre calcaba prácticamente los números de 2019 y superaba los 60 millones de euros de resultado pese a un incremento sensible en los deterioros.

La evolución se aprecia mejor si se compara a Caja Rural con Laboral Kutxa, dos cooperativas de crédito que operan en territorios similares, que suelen mirarse de reojo, pero que se mueven a ritmos muy distintos desde hace tiempo. Caja Rural, que hace dos décadas apenas tenía implantación en Euskadi, es mucho más potente en Navarra, pero su actividad creciente en la CAV y La Rioja le ha permitido recortar terreno en términos generales a una entidad que hacía años parecía inalcanzable.

Así, en 2010, Laboral Kutxa multiplicaba por 2,9 el tamaño de Caja Rural de Navarra. Hoy, la proporción se ha reducido a 1,7. Lo mismo sucede con el beneficio neto, muy similar en los tres primeros trimestres del 2020, e incluso con los fondos propios de las dos entidades. En 2010, Laboral Kutxa multiplicaba por 2,25 los de Caja Rural de Navarra: hoy la proporción queda en 1,43. La entidad navarra cuenta ya con un patrimonio superior a los 1.238 millones de euros: prácticamente lo ha duplicado en la última década. No hay fórmulas mágicas que expliquen esta evolución: un control de costes más que firme, con una elevada tasa de temporalidad en la plantilla, y una prudencia máxima. Casi cada euro que se gana a fin de año sirve para engordar las reservas.

37

En toda España, el sector tiene una ratio de bancarización que es ya inferior a la media europea (54,2 empleados) o a la alemana (69,7). El próximo año la previsión es que se sitúe en 35 empleados.

36%

En Navarra se ha reducido el número de oficinas algo menos que la media española, donde la caída alcanza un 48%. En la Unión Europea, la disminución de la red comercial es también muy importante, pero se queda en un 32,6% respecto al año 2008.