En 30 años le ha dado tiempo a conocer a unos cuantos presidentes de Gobierno. Empezando por el que estaba cuando lo eligieron. ¿Qué recuerdo tiene de Gabriel Urralburu?

-Me parece que fue un gran presidente de Gobierno con muy malas influencias y pasó lo que pasó. Y lo ha pagado, la verdad que sí.

¿Y de Otano?

-Otra víctima. Lo viví muy de cerca, porque le llamaron para anunciarle que se había descubierto la cuenta durante la inauguración de Zuasti. Estábamos jugando al mus Miguel Ángel Ancízar, él y su jefe de gabinete. Es una buena persona, víctima de la situación del partido.

¿Juan Cruz Alli?

-Un intelectual, conocía los apellidos de todos en cualquier lugar. Le faltaba algo de cintura política.

¿Miguel Sanz?

-Un magnífico presidente, que fue aprendiendo sobre la marcha. Tengo amistad con Miguel, es verdad, pero las obras están ahí. Le tocó una época de bonanza económica, pero ha sido un gran político, de los que son capaces de elevarse y tomar altura para ver más lejos.

¿Yolanda Barcina?

-(Se lo piensa) Fue un Gobierno desaprovechado, cuando por primera vez en la historia se había logrado una coalición entre UPN y PSN. Tres años sin presupuestos... Una legislatura no solo empobrecida, sino que produjo heridas que aún hoy estamos viendo.

¿Uxue Barkos?

-Nos conocíamos de toda la vida. Fue una buena presidenta, pero no dejaba de ser una presidenta nacionalista en Navarra. Yo le propuse inaugurar la estatua de los fueros, pensando en aquello que nos une. Y ahí se quedó la cosa. Y recibí grandes críticas desde la derecha por haber dicho eso. Me parece increíble que tengamos ahí esta estatua, símbolo de tantas cosas que nos unen, sin inaugurar.

¿Y María Chivite?

-Tengo muy buena relación. Lo está haciendo y lo quiere hacer bien, pese a la servidumbre de que tiene que pactar con gente con la que tiene muchas diferencias. Por eso creo que si las ideas de la mayor parte de los navarros, en cuando a su identidad o libertad de enseñanza, por ejemplo, están en el Gobierno, da igual quién esté. Y realmente María Chivite era la única que podía ser presidenta, así te lo digo.

Pero Navarra Suma ganó las elecciones...

-Sí, pero nunca podía gobernar.

¿Debe esta formacion cambiar algo?

-Creo que tiene que recuperar el nombre de UPN e incorporar al PP a través de las listas. Aquello funcionó y funcionó bien.

En política, ¿Javier Taberna se siente protagonista o espectador?

-Yo me he limitado al ámbito de actuación de la Cámara de Comercio, defendiendo un modelo de sociedad de libre mercado, un modelo liberal, así que desde ese punto de vista sí hago política. Pero no me meto en nada más.

¿Y tiene ganas?

-Bueno..., yo tengo cierta vocación

En un puesto como el suyo, ¿se tiene mucha influencia?

-No... No lo creo.

Algunos dirán que asistir a aquella comida en Las Pocholas, junto a Miguel Sanz y Manuel López Merino donde se trató la fusión de Caja Navarra y Caja de Ahorros Municipal y el nombramiento de Enrique Goñi es tener influencia...

- (Respira) Yo había estado de consejero en Caja Municipal, que era un tercio de Caja Navarra, y veía que esta tierra no daba como para dos entidades. Así que empecé a ir introduciendo la idea de la fusión. Traje a Ureba, que había hecho alguna. Urralburu y Asiáin no lo vieron en su tiempo. Con Chourraut y Miguel Sanz vimos la oportunidad porque era bueno económicamente para Navarra. Hablé con Miguel Sanz y ahí ya se puso en marcha. Yo ahí participé. Si no lo haciamos nosotros lo harían otros, les dije. Luego la incorporacion no se hizo bien, no se cuidaron las formas de la absorción y aquello trajo otras cuestiones. Caja Navarra fue prepotente.

¿La caída de la Caja a partir de 2008 fue una conmoción?

-Sí, para todos, como si desaparece Osasuna. La situación de todas las cajas llevó a eso. Fueron partícipes del desarrollo, pero luego se politizaron, no tanto Caja Navarra, que creo que fue una caja muy bien gestionada y podría haber sobrevivido de otra forma. Pero si repasas la historia yo no he estado nunca en el consejo de Caja Navarra.