l pago con tarjeta, la disponibilidad de los terminales y el descenso del uso del efectivo se ha visto acelerado por la pandemia a medida que iban cambiando los hábitos de los consumidores y, aunque falta mucho para decir adiós al efectivo, la integración de las tecnologías emergentes ayuda a esta transición.

Es muy difícil prever qué ocurrirá en los próximos años pero está claro que la evolución va a seguir el camino que se ha iniciado en este último año: se está produciendo una revolución en avances hacia la combinación de seguridad y privacidad y acceso simple y sin fricción para el consumidor.

"Hemos observado cómo el proceso que lleva en marcha durante muchos años se ha acelerado exponencialmente en los meses de pandemia, y los comercios que se resistían a aceptar el pago con tarjeta ya lo aceptan, y los usuarios que usaban efectivo principalmente, lo han situado en un lugar no preferencial", según explicaron a Efe fuentes de Bankia.

La pandemia no ha significado un cambio de rumbo radical, sino la aceleración de una tendencia de digitalización que ya lleva largo recorrido y que, como consecuencia de la emergencia sanitaria, ha pasado a primera línea de prioridad en toda industria, comercio y organización.

Así lo recoge el informe de septiembre de 2020 Tendencias e Innovación en medios de pago de Payment Innovation Hub, el primer centro de operaciones de innovación en España especializado en comercio y medios de pago impulsado por una alianza de empresas (CaixaBank, Global Payments, Samsung, Visa y Arval).

Los bancos llevan años trabajando en asegurar las transacciones y mejorar las funcionalidades y la gestión del fraude. Y desde enero, señala Bankia, está implantada una de las medidas que marcaba la PSD2 (regulación europea en los servicios de pagos digitales), el uso de autenticación reforzada para mejorar la seguridad de los pagos y reducir el fraude en los pagos en línea.

No solo entre particulares existen beneficios de los pagos digitales en términos de comodidad, sino que en el ámbito económico, de los negocios, ayuda a combatir la economía sumergida. De hecho, según un informe de marzo de Payment Innovation Hub, la digitalización de los medios de pago incrementaría los ingresos públicos en España entre 16.000 y 32.000 millones de euros anuales en recaudación fiscal.

En el comercio, la ampliación del límite para introducir el PIN en los pagos con tarjeta de 20 a 50 euros introducido en la pandemia para evitar el contacto físico facilitó y agilizó su uso.

Antes de la covid-19, la evolución de los medios de pago en España ya venía marcada por unas tendencias muy claras, entre ellas el progresivo descenso del uso del efectivo en favor del incremento de los pagos electrónicos, el extraordinario crecimiento del comercio electrónico o la explosión de las aplicaciones de pago entre particulares, el denominado pay to pay (P2P).

Destacan tendencias que afectan directamente al futuro del efectivo, como la popularidad de los pagos mediante e-wallets (billetera electrónica) y sistemas similares a partir del uso del teléfono inteligente, que también han vivido una notable aceleración a raíz de la covid-19.

Por otra parte, los sistemas de encriptado han aportado seguridad y confidencialidad a las operaciones, la barrera tradicional para la popularización de los pagos digitales y la extensión del comercio electrónico.

Si algo se ha puesto de manifiesto durante la pandemia es que España está liderando la adopción y penetración de la tecnología sin contacto. La aplicación de la Inteligencia Artificial y el Machine Learning (aprendizaje automático) han permitido automatizar y agilizar la detección del fraude y han abierto nuevas posibilidades en la oferta de servicios personalizados a los clientes.

Y la biometría, Internet de las Cosas, la Realidad Virtual o la Realidad Aumentada son algunas de las tecnologías que liderarán el desarrollo a corto plazo del sector de los pagos digitales, mediante la integración total del pago en la experiencia de compra de los clientes. Según distintos estudios, los próximos años se producirá una proliferación real de los pagos invisibles, impactando en todo tipo de transacciones financieras cotidianas.

La emergencia sanitaria y las medidas adoptadas para contener la epidemia han provocado el refuerzo de determinados valores personales y estilos de vida. En el ámbito del consumo destacan la revaloración del pequeño comercio, la preferencia por productos locales, el consumo responsable o la ecología.

El pequeño comercio defiende que el cliente "se decanta y prefiere" hacer las compras en el establecimiento físico, lo que refuerza "el valor" del pequeño comercio a pie de calle que, según asegura la confederación de la Comunidad Valenciana Confecomer, "ha ganado enteros en esta pandemia".

Otro valor añadido: poder salir de compras, disfrutar del entorno exterior y tener una experiencia en el punto de venta, donde se puede ver el producto antes de comprarlo y recibir una atención y servicio personalizado. No obstante, los comercios afirman que se ven en la mejor situación para abordar la omnicanalidad y detectan una mayor conciencia por el medio ambiente, lo que impacta en la apuesta por un comercio de cercanía, de confianza y socialmente responsable, y productos más sostenibles.

En España se ha puesto de manifiesto que está liderando la adopción y penetración de la tecnología sin contacto