José Ignacio Toca recuerda su último concierto con Ska-P en Argentina hace 14 meses. "En el aeropuerto, de regreso, cámaras de televisión y periodistas nos preguntaban si no temíamos el covid que mataba a personas en Europa. En ese momento no nos imaginábamos la gravedad de la situación", explica este técnico de sonido especializado en directos, con 30 años en el sector.

Semanas después llegó el confinamiento. "Al principio, pensaba que la crisis sanitaria se solventaría en unos meses y creía que en verano se podrían reanudar los conciertos. Pero, el tiempo pasaba y el coronavirus seguía actuando con un cambio de costumbres en la sociedad", detalla este autónomo, casado y con un hijo e hija. Ante la ausencia de ingresos, solicitó la prestación a la que tenía derecho por trabajador por cuenta propia. "Ayuda, pero es insuficiente, para cubrir los gastos", aclara.

José Ignacio empezó a consultar ofertas en plataformas y en empresas de trabajo temporal. "Me di cuenta que con mis 50 años y con mi trayectoria en una profesión tan específica, no tenía encaje. Me sentí invisible en el mercado laboral", afirma.

En 1989 viajó a Madrid para formarse como operador técnico de sonido en el Centro de Estudios de Sonido, ya que ese título no estaba reglado en el Ministerio de Educación. En el verano del 90, vivió su primera gira de conciertos con Olé Olé de Marta Sánchez. A partir de ahí forjó su trayectoria en una profesión que le apasiona. "La labor de todos los músicos pasa por tus manos y oídos, con un componente artístico innegable, ya que eres como el productor del grupo", dice.

Durante estas décadas ha trabajado con empresas como Sonoman, Swing en Valladolid, o Musical Tomás, entre otras; y con grupos como Amaral, Mägo de Oz, Rosana, Barricada, Celtas Cortos o Ska-P... En los últimos años, ha compaginado giras nacionales con Celtas Cortos e internacionales con Ska-P. "En 2019, crucé siete veces el Atlántico. Estaba en la primera división del mundo del sonido, con las mejores condiciones técnicas y de comodidades en los desplazamientos", rememora. Pero, todo se derrumbó de un plumazo y debía buscar una salida.

Como le gusta conducir, se sacó el carné de camión a finales del año para probar suerte como transportista. Desde marzo cubre una ruta para una empresa de logística entre Navarra y La Rioja. "Me levanto a la 1.30; y a las 3.00 inicio la jornada hasta las 12.00. Acostumbrado a manejar botones y a hospedarme en buenos hoteles, ahora debo habituarme a este horario y a descargar toneladas de material con la transpaleta", concluye José Ignacio, que no renuncia a su profesión de técnico de sonido.