Durante más de cuarenta días hubo que estar encerrado en casa. Se dijo que todo se había parado, pero no fue así al cien por cien . Aunque no se pudiese ir a trabajar, se hacía desde casa. Y aunque no se pudiese salir de la vivienda, había quien, por vivir en lo que en esa época fue un lugar privilegiado, pudo permitirse mayores licencias. "La gente ha vivido un mal confinamiento en Pamplona, que no es lo mismo que pasarlo en un pueblo, evidentemente", explica el alcalde de Legarda Silvestre Belzunegui. Mientras en Pamplona predominó la rutina de trabajar en casa a la mañana y descansar en casa a la tarde, en el mundo rural podían permitirse trabajar a la mañana y luego ir al monte de excursión, al río de paseo o simplemente al jardín a tomarse una cerveza. Eso ha hecho que el municipio navarro de Legarda haya sufrido un "boom de empadronamiento" en el último año, con 20 habitantes más. Belzunegui dice que ahora se han vendido casas que se llevaban sin vender desde el estallido de la burbuja inmobiliaria, aunque supone que "luego vendrá lo contrario y se estabilizará, este es el pico más alto".

Pero es posible que esto no sea así, o al menos es lo que van a intentar los cinco municipios navarros que se han sumado a la Red Nacional de Pueblos Acogedores para el Teletrabajo, una iniciativa que pretende fomentar la vida rural impulsando a la gente a trabajar desde un lugar que les agrade más. Este proyecto fue presentado hace un mes por El Grupo Red Eléctrica, El Hueco y Booking.com y es la primera plataforma digital para la promoción de la España rural como destino para el trabajo en remoto. Con esto se pretende que los pueblos de la red garanticen las condiciones necesarias para que las personas interesadas desarrollen una vida profesional a distancia, estableciéndose de forma temporal o indefinida.

Legarda, Milagro, Allo, Berbinzana y Orísoain son los pueblos navarros que prestan sus servicios a este proyecto que, aunque todavía está empezando, cada vez tiene más interesados. Como explicó Antonio Calvo, director de Sostenibilidad del Grupo Red Eléctrica, y como se puede apreciar en el último año en Legarda, parece que "cada vez será más habitual irse a trabajar, por ejemplo, una semana a un pueblo". Los datos, además, lo confirman. Aunque desde el final del confinamiento, cuando se veían las cifras más altas, haya bajado notablemente el número de personas que teletrabajan en Navarra, este año está volviendo a subir, pasando de 23.700 al inicio a 27.800 en el segundo trimestre.

"No me parecía probable que la gente se fuese a venir a vivir y trabajar desde aquí", explica Edurne Chocarro De Luis, concejala y responsable de la iniciativa en Berbinzana, "pero siendo solo una semana o dos a la gente le puede llamar". Cuenta que ella en el confinamiento tuvo la posibilidad de teletrabajar en el pueblo y lo agradeció: "Es un modo de ofrecer un entorno de trabajo cómodo y accesible cerca de la naturaleza". Habla sobre el sitio habilitado para teletrabajar en Berbinzana, próximo al río, donde en verano es posible pasear y bañarse. Una imagen bastante diferente a la que se suele vivir en una oficina.

Pero es muy complicado hacer que la gente se mueva de la ciudad al mundo rural. Por eso, mediante esta iniciativa los pueblos pretenden, como mínimo, hacer que más gente conozca su localidad. En Milagro, el alcalde José Ignacio Pardo expresa que es una ayuda bidireccional, ya que, a la par que se les da recursos y comodidades a las personas que quieran vivir esa experiencia están los recursos económicos que recibe el pueblo, principalmente mediante el impulso de compra de viviendas y alquiler de casas rurales que se da cuando llega gente nueva a la localidad. Declara que "ojalá nos desbordara el número de residentes que llegan", pero desde estos municipios navarros entienden que es difícil y buscan principalmente darle visibilidad a sus hogares.

Cualquier municipio de menos de 5.000 habitantes tiene abierta la entrada a la red. Tan solo tienen que cumplimentar una ficha e informar acerca de servicios como el comercio, los colegios de la zona o las actividades deportivas y culturales. Y, sobre todo, deben ofrecer un sitio desde donde trabajar, con buena conexión y que ofrezca los recursos necesarios al visitante. Así la red ofrece a la persona teletrabajadora la posibilidad de tener una estancia más inmersiva, estableciendo contacto con una persona de referencia en cada pueblo, que pueda asesorar y orientar a los interesados. La búsqueda se puede hacer cómodamente desde su página web y la persona interesada puede señalar cuáles son sus preferencias para encontrar el lugar más adecuado para instalarse.

De todas maneras, esta no es la primera iniciativa que ha habido en Navarra en los últimos tiempos para incentivar el mundo rural, ni mucho menos. Especialmente para evitar la despoblación, un problema que afecta a toda la zona rural española y uno de los motivos para la impulsión del proyecto de la Red Nacional de Pueblos Acogedores para el Teletrabajo. La despoblación, esa problemática a la que todo el mundo parece tener respuesta pero que persiste año tras año, especialmente en Navarra.

Aquí, uno de cada cuatro municipios se encuentra actualmente en riesgo extremo de despoblación, y la mayoría de los pueblos de esta iniciativa no son una excepción. Desde 1986 hasta el año pasado, Allo ha perdido 254 habitantes, Berbinzana 128 y Orísoain 24, dejando a este último pueblo con 79 vecinos. Esto hace que estos pueblos no puedan competir económicamente con las grandes ciudades, ya que en sitios como Orísoain el año pasado solo había 37 personas trabajando. Poco más que en una clase de secundaria. De estos, además, más de un 20% están a menos de diez años de la jubilación. Y si le sumamos que la tendencia de los jóvenes cada vez tira más hacia irse a la ciudad, esto dejará al pueblo casi sin trabajadores, a no ser que llegue gente nueva.

Por eso, desde el Gobierno de Navarra se proponen remediarlo y luchar contra la despoblación, mediante un paquete de diferentes medidas. Está el plan de Reactivar Navarra y las ayudas Next Generation de la UE. Se habla de "cohesión territorial" como arma contra la despoblación; de "cogobernanza"; de "política común, estable y social"; de un "desarrollo territorial sostenible". Abundan las ideas desde el gobierno, pero para Silvestre Belzunegui, que era alcalde de Legarda cuando este tenía 80 habitantes, "hay más palabras que hechos". Él sabe muy bien qué es luchar contra la despoblación, y sabe que si las cosas se hacen bien, es posible. Explica que en los últimos veinte años en Legarda han insistido en esta lucha y han conseguido dejar de estar en riesgo grave. Por eso, le molesta especialmente la manera de actuar del gobierno, explicando que las ayudas que ofrecen "no están bien basadas".

Legarda

Silvestre Belzunegui: crear localidad con calidad de vida

El caso de Legarda es excepcional en varios sentidos. Estuvo en riesgo de despoblación extrema aún siendo un municipio situado a solo 16 km de Pamplona. Decidieron empezar a luchar contra la despoblación y consiguieron ganar habitantes: 15 nuevos vecinos en 15 años consecutivos. Belzunegui piensa que para atraer gente "hay que darles una serie de servicios y al mejor precio que nunca, como conectividad, buena asistencia sanitaria o ayudar en la rehabilitación de viviendas". Eso sí, siempre siguió habiendo muchas otras medidas que llevar adelante, como sucede en todas las localidades pequeñas.

Ahora ya no son un pueblo en riesgo de despoblación, lo que puede parecer una buena noticia, pero esto hace que no puedan acceder a varias ayudas económicas del gobierno. Para Belzunegui, esto es un número de matemáticas un tanto injusto: "Por supuesto, que ayuden a los pueblos en riesgo de despoblación. Pero el dinero a veces no es todo". Cuenta el caso de un pueblo en mitad del monte, con pocos habitantes debido a su ubicación, que recibe cuantiosas ayudas económicas, cuando hay otras localidades como Legarda más necesitadas en ese sentido: "Saben bien las necesidades que tenemos. Les dan dinero a pueblos que han perdido población, pero resulta que hay ayuntamientos que tienen aerogeneradores y de todo, tienen pasta por un tubo. Y lo que necesitan no es más dinero, son otras medidas".

Orísoain

Alex Duró: del pueblo a la ciudad, y viceversa

Mientras a Legarda le afecta el tener "demasiada" gente, otros pueblos sufren por tener demasiada poca. Es el caso de Orísoain, con poco más de 80 habitantes, otro de los pueblos de la red. Aquí, las ayudas tampoco son del todo efectivas, y sufren la problemática de los plazos. Al tener tan poco tiempo para acceder a las ayudas, muchos pueblos pequeños se quedan sin ellas. Esther Capellán, agente de desarrollo local de la Zona Media, comenta que "en pueblos pequeños, te enteras tarde de las cosas. Ahora está todo el mundo de vacaciones y no hay gente, o sea que se enteran ahora de plazos de ayudas que ya habían pasado".

Aún con todos los problemas que trae llevar adelante un pueblo con tan pocos habitantes como Orísoain, Esther no tiene intención de moverse de ahí. Ella estuvo teletrabajando en la época de cuarentena desde su casa y se sintió muy agradecida. En el ayuntamiento ofrecen salas con mesas, ordenador y buena conexión, algo que agradecieron muchas familias que no viven en el pueblo de normal: "cuando ya se pudo salir del municipio, en mayo, mucha gente vino a teletrabajar desde aquí. Pero no contaban con buena conexión en casa porque no viven aquí de normal, solo en verano, y por eso trabajaban en el espacio habilitado".

"Nosotros no poseemos tierras ni tenemos ese sistema económico tradicional de ganarnos el pan", explica Alex Duró, alcalde de Orísoain. "La mayoría de nosotros trabajamos en los servicios, y vivimos aquí porque se puede trabajar aquí. Muchos hemos venido de fuera, por eso pensamos que puede venir mucha más gente". Insiste en atraer a gente propiamente del pueblo que vive en Pamplona, ya que "podría aprovechar los medios que tenemos actualmente para transformar su manera de relacionarse con la ciudad".

Se encuentra delante del ayuntamiento del pueblo, sentado en la sombra de un banco, con el viento pegando suavemente y observando a un pastor llevar las ovejas en la lejanía. En ese contexto a Duró no le cuesta explicar porque prefiere vivir ahí en vez de en la ciudad: "Mira como estamos. La calidad de vida es mucho mejor aquí". Después de estar toda la mañana trabajando, observa al ganadero mover las ovejas de un lado a otro, embelesado. "La pregunta no es porqué nosotros vivimos aquí", concluye el alcalde de Orísoain, "si no porqué vivís vosotros en Pamplona".