Consensuar una reforma de la reforma laboral que el PP aplicó al abrigo de su mayoría absoluta en 2012 se ha convertido en el gran reto del Gobierno del PSOE y Unidas Podemos. Redefinir por tanto un marco laboral nacido sin consenso entre patronal y sindicatos y que se ha convertido, según estos últimos, en una fuente de precariedad y en un lastre para los salarios en aquellas empresas sin comités o con una escasa capacidad de negociación.

Algunos datos ayudan a entender el impacto en Navarra de un cambio normativo profundo, aprobado en un momento de emergencia económica, con el país al borde del rescate, y que parece haber afectado sobre todo a los más jóvenes. No solo no ha logrado reducir una temporalidad rampante, entre las más altas de Europa, sino que parece haber contribuido a rebajar los salarios en los escalones de entrada de las empresas.

La Encuesta de Estructural Salarial analiza anualmente, aunque con bastante retraso, los datos de salarios por franja de edad. Y muestra que son los menores de 25 años, aquellos que dan sus primeros pasos en una empresa, quienes más han sufrido la reducción salarial, con una pérdida de poder adquisitivo superior al 10% que también se aprecia en el siguiente colectivo analizado: entre 25 y 35 años. La brecha salarial con los más veteranos se ha duplicado en los últimos ocho años.

De hecho, antes de la crisis de 2008 y de la reforma laboral de 2012, un trabajador de 35 años en Navarra ganaba de media prácticamente lo mismo (22.500 euros) que uno de 60. Hoy el sueldo de una persona de 30 años sigue estancado en torno a los 23.000 euros, mientras que el de una persona cercana ya a la edad de jubilación ha crecido hasta los 60 años.

Un estudio de Fedea a nivel nacional, que parte de los datos de la Encuesta de Población Activa y de la Muestra de Vidas Laborales de la Seguridad Social es todavía más concluyente. Y establece que, en 2019, el salario más habitual de los jóvenes entre 18 y 35 años era menor que en 1980, con caídas que van desde el 26% para aquellos con edades entre 30 y 34 años hasta el 50% para los de 18 a 20 años.

"Estas caídas se deben principalmente a una reducción muy acusada de la duración de sus empleos y a un aumento del peso del empleo a tiempo parcial. El impacto conjunto supone caídas de la media de los días de trabajo equivalentes a tiempo completo del 73% al 22%, respectivamente, debido a la caída de la duración de los contratos y de la jornada laboral", explica el informe, firmado por Samuel Bentolila, Florentino Felgueroso, Marcel Jansen y Juan F. Jimeno.

Reforma y tejido productivo

La reforma no ha sido, desde luego, el único factor determinante a la hora de analizar unos salarios que dependen también del tejido productivo de cada país y de su competitividad. Pero el hecho de que el comportamiento de los salarios en la última década sea muy similar en Navarra, la Comunidad Autónoma Vasca y el conjunto de España, con independencia de tipo de la composición económica del territorio indica que la situación es compartida.

"La reforma desequilibra la relación de fuerzas entre empresarios y trabajadores a favor de los primeros", dejó escrito en abril de 2012 la Unión Progresista de Inspectores de Trabajo, en un vaticinio que, a la luz de algunos datos, parece haberse cumplido. La reforma consagra la primacía del convenio de empresa respecto al sectorial, de tal modo que una empresa puede descolgarse de un acuerdo que hasta 2011 funcionaba como un suelo para muchas empresas y que ahora se ha convertido en un objetivo al que aspirar.

De hecho, los datos de Ministerio de Trabajo indican que, a partir de 2011, se multiplica la negociación de nuevos convenios en pequeñas y medianas empresas. Y el total de convenios de empresa con efectos económicos en vigor se duplica en Navarra hasta rondar los 200 acuerdos registrados en 2019, la cifra más alta de la historia. Al mismo tiempo, con la llegada de la pandemia, su número se redujo de modo drástico.

"Donde existe una representación sindical fuerte los convenios de empresa han servido para mejorar las condiciones del sector", explica Alfredo Sanz, responsable de negociación colectiva de CCOO en Navarra, sindicato que a finales de 2020 arrebató a UGT la posición de central con mayor representatividad de Navarra. "Sin embargo, donde la posición de los sindicatos es más frágil o directamente no hay comité se nombran unas comisiones de trabajadores ad hoc, a veces decididas por el propio empresario, que son las que intentan negociar", añade.

Uno de los objetivos del Ministerio de Trabajo es precisamente eliminar de facto estas comisiones de trabajadores ad hoc y permitir que sean "los sindicatos más representativos de cada sector" quienes negocien con la empresa. Una pretensión que no es bien vista desde las organizaciones empresariales, que consideran que se abre así la vía a la sindicación de las pequeñas empresas, una circunstancia que a juicio de muchos empresarios les resta flexibilidad y capacidad de organización.

Prevalencia de los convenios de empresa

"Nosotros no estamos en contra de los convenios de empresa, pero tienen que servir para mejorar lo que ya hay en el sector", dice Sanz, quien recuerda que en Navarra existen 37 convenios de ámbito provincial que regulan las condiciones laborales de unos 130.000 trabajadores. Y que, año tras año y de un modo obstinado, deparan subidas salariales algo más altas que los convenios de empresa. Desde 2012, los convenios sectoriales presentan una subida salarial media del 1,41%, que se queda en el 1,15% en el caso de los convenios de empresa.

Esta prevalencia del convenio de empresa respecto al sectorial, que en teoría tenía el objetivo de permitir a las empresas ajustar sus salarios en momentos de crisis, se ha traducido sin embargo en una reducción salarial de los escalones de entrada a las empresas. Un fenómeno muy extendido, en ocasiones regulado (Volkswagen Navarra es en los últimos 15 años un ejemplo de ello, por ejemplo) y en otras mucho más sibilino.

"¿Qué está pasando? -explica Alfredo Sanz-, pues que las empresas pueden acometer rebajas salariales en sus tablas que en realidad no se aplican a todos los empleados. A muchos, sobre todo a los más veteranos se les rebaja el sueldo base, pero se les sustituye por un complemento personal. Pero a los más jóvenes se les cercena la carrera profesional, se corta un sistema automático de promoción que antes les llevaba a ganar lo mismo que un trabajador veterano en tres o cuatro años. Ahora, en el mejor de los casos, ese ascenso se alarga. Y muchas veces ya no pueden aspirar a alcanzar este sueldo".

Esto es precisamente lo que recoge el estudio de Fedea, que no vincula los sueldos con la reforma laboral, tal y como sí hacen el Gobierno de España y los sindicatos. Pero que si compara la situación de los recién graduados con diez años de diferencia. "El salario diario medio y el número de días trabajados durante el primer año serían respectivamente un 7% y un 9,3% más bajos para la persona que entra más tarde", explica.

Más que cómoda con el actual marco legal, las empresas han defendido en los últimos años que el texto de 2012 ayudó a dar respuesta a un momento excepcional. Y que sirvió para volver a generar empleo después de que la crisis de 2008 2013 hiciera saltar por los aires el mercado de trabajo. Los datos apuntan en todo caso que el ritmo de creación de empleo, si bien pareció acelerarse respecto a épocas precedentes, volvió a ajustarse al ritmo de crecimiento del PIB. Con algunos matices, eso sí: después de la reforma se ha reducido algo el diferencial entre PIB y empleo (se necesita menos crecimiento que antes para generar nuevos ocupados) y, por primera vez en las últimas crisis, en 2020 el empleo cayó menos que la economía. Gracias, en todo caso, al acuerdo de los ERTE.