13 años después de que en el otoño de 2008 el mercado laboral saltara por los aires, Navarra se dispone a superar los volúmenes de empleo previos al estallido de la crisis del ladrillo. Pero no lo va hacer del mismo modo, sino con una sociedad más envejecida, muy diferente y, de momento, con una base de trabajadores en el sector privado sensiblemente inferior. Incluso descontado el efecto de la pandemia, las empresas navarras dan hoy empleo a unas 16.000 personas menos que antes del estallido de la burbuja.

La última Encuesta de Población Activa amplía incluso esta brecha hasta las 20.000 personas, si bien el dato resulta poco coherente tanto con los datos de afiliación a la Seguridad Social. Así, la EPA refleja que en las empresas navarras del sector privado trabajaban en torno a 234.500 personas, frente a a las casi 255.300 del tercer trimestre de 2008, uno de sus máximos históricos. Y si se compara así la media de 2008 con la media de 2019, último año no afectado por la pandemia, la diferencia ronda los 16.000 ocupados.

Por el contrario, en el mismo periodo de tiempo, el empleo público no ha dejado de crecer, una tendencia acorde a una sociedad que demanda mejores servicios públicos y que busca alinearse con los estándares europeos en este ámbito. De este modo, el número de ocupados en el sector público ronda en los dos últimos años por término medio las 47.000 personas, unas 9.000 personas más que entre 2007 y 2009.

La disminución del empleo privado es, según la Encuesta de Población Activa, un fenómeno generalizado en casi todas las comunidades, si bien afecta de modo más claro a aquellas que se encuentran más envejecidas y que son, en algunos sentidos, menos dinámicas y algunas que, como la Comunidad Valenciana, sufrieron especialmente la burbuja inmobiliaria. Solo tres comunidades tenían este verano más trabajadores del sector privado que en 2008: Baleares, Canarias y Murcia, representantes las tres de un modelo turístico hoy cuestionado y de una agricultura extensiva también bajo sospecha. En toda España, la caída es del 5,85%. En Navarra desciende algo más, un 8,87%.

Esta cierta debilidad del empleo privado, que no puede crecer al ritmo en que lo hacía en la primera década del siglo, no oculta sin embargo que la economía navarra conserva una notable capacidad para crecer más que la media española. Y, sobre todo, se muestra mucho más resistente en los periodos de crisis. Hoy está mucho más cerca de recuperar el nivel precovid y desde 2010 ha crecido casi un 10% más.

De este modo, el peso del empleo público en el conjunto de la economía navarra ha crecido en casi cuatro puntos desde el año de 2008, en plena burbuja inmobiliaria y cuando sectores como la construcción se encontraban en máximos históricos. En estos momentos, ronda el 17%, alineado con la media de la Unión Europea, donde existen diferencias muy significativas (en Alemania apenas llega al 11% y en Francia ronda el 21%) pero donde, en general, las tasas de empleo privado son sin embargo superiores a la navarra. La tasa de desempleo de la Comunidad Foral supera el 10%, unos tres puntos más que la media europea, si bien claramente por debajo de la tasa española.

Estos datos, observados en el largo plazo, dibujan un escenario con algunos riesgos para Navarra, una sociedad hoy bastante más envejecida que hace una década, en un proceso que, además, se irá agravando en los próximos años; una comunidad donde, el número de desempleados no ha vuelto a bajar de los 30.000 desde hace ya 13 años. Y donde la base de ocupados del sector privado, aquella que en buena medida sostiene el conjunto de la economía con sus cotizaciones e impuestos, se ha estrechado de manera sensible, si bien con unos incrementos importantes en la productividad.

Sostenibilidad del sistema e inversiones dependientes de Europa

Hoy, por cada pensionista y desempleado (alrededor de 173.000 personas según los datos del último trimestres), Navarra cuenta con cerca de 1,4 trabajadores en el sector privado. Antes de la crisis de 2008, la misma comparación mostraba unos datos muy diferentes. Con 107.000 pensionistas y unos 23.000 desempleados, había dos cotizantes del sector privado para soportar los gastos. No en vano aquellos fueron los últimos años con superávit en las cuentas públicas y en la Seguridad Social. Dicho de otro modo, cada vez menos sostienen una carga mayor.

Analizado desde la perspectiva de la recaudación, el sostenimiento de las cuentas públicas depende cada vez en mayor medida de los impuestos que pagan los trabajadores. Tanto vía IVA como sobre todo en las retenciones al trabajo vía IRPF. En este último concepto, entre enero y septiembre de 2021, cada trabajador navarro aportó unos 3.822 euros de media, frente a los 2.921 euros del año 2009, primer ejercicio del que Hacienda aporta datos trimestrales. A final de año, la diferencia se habrá ensanchado hasta acercarse a los 1.000 euros.

El modelo, en cualquier caso, se sostiene en un elevado endeudamiento público. Al margen de la deuda del Estado, y a la que Navarra también contribuye sobre todo vía pensiones, la deuda propia de Navarra va a crecer en términos reales de modo significativo durante la pandemia, consolidándose en torno a un 20% del PIB y superando los 3.500 millones de euros en diferentes conceptos. Una situación que, en realidad, se arrastra desde la anterior crisis y que solo entre 2017 y 2019 comenzó a aliviarse.

Este elevado endeudamiento y la insuficiencia de los recursos propios -la recaudación fiscal de Navarra sigue siendo entre cinco y siete puntos inferior en relación a su PIB respecto a la Unión Europea, han limitado asimismo de modo claro la capacidad inversora del Gobierno foral. Y, por tanto, su fuerza tractora para el resto de la economía.

De este modo, las inversiones reales del Gobierno de Navarra han sido muy limitadas desde el año 2010 y solo la llegada de los fondos europeos, pendientes en parte de que España concrete la reforma laboral y del sistema de pensiones, darán a esta partida un impulso relevante en 2022. Y dejarán la cifra total en unos números comparables a los de 2005, en pleno boom inmobiliario. Del modo en que se empleen dependerá también el desarrollo empresarial futuro de Navarra, necesitada de más, mejores y mayores empresas.