Navarra recuperó en 2021 los niveles de empleo previos a la pandemia, incluso los superó. Pero la mejoría no ha sido homogénea ni desde luego ha servido para corregir los desequilibrios territoriales ya conocidos. Algo más de un centenar de municipios (102) de un total de 274 no ha logrado todavía superar los niveles de empleo previos a la pandemia, en diciembre de 2019.

Se trata, en su mayoría, de pequeñas poblaciones rurales, pero en el listado figuran también municipios de cierta importancia que, por unas circunstancias o por otras, se han descolgado de una recuperación que lideran Pamplona y su comarca. La actividad económica saldrá de la pandemia si cabe todavía más concentrada en el entorno de la capital, donde la mayor parte de los municipios incrementa sus niveles de ocupación respecto a hace dos años.

Las medidas impuestas para controlar la pandemia han lastrado a municipios que habían hecho del comercio y el cara a cara su principal actividad, especialmente en la frontera. Urdax y Luzaide-Valcarlos, donde las ventas han permitido la creación de decenas de puestos de trabajo en los últimos años, han sufrido en este tiempo como pocos. En el caso del segundo, el descenso en el empleo respecto a 2019 supera el 60%, mientras que en Urdax se aproxima al 30%, dos de las mayores caídas de toda navarra y un bache profundo para dos modelos de monocultivo razonablemente exitosos. Hoy hay 250 personas menos trabajando en ambas localidades que hace solo 24 meses.

Sufre el noroeste, excepto Bera

No son los únicos pueblos que han sufrido. El noroeste de Navarra acusa desde hace años un envejecimiento progresivo y una pérdida de relevancia industrial que no logra contrarrestar. Lesaka es un buen ejemplo de ello: dependiente de una gran fábrica (ArcelorMittal) que cada vez emplea menos personal languidece como una sombra de lo que fue: en dos años se deja 55 ocupados, pero en la última década ha perdido 371. Baztan, Leitza, Larraun y Doneztebe también pierden ocupación tanto en los dos últimos años como, lo que es más preocupante, en la última década.

En la comarca del Bidasoa, solo Bera se mantiene como un núcleo de actividad pujante. Sus empresas han absorbido mano de obra de municipios vecinos y a finales del mes pasado ocupaban a 2.901 personas, 267 más que hace un año y 548 más que hace una década.

Renovables: Lumbier la cara, Aoiz la cruz

Tampoco ha remontado el vuelo Alsasua, que arrastra problemas desde desde más de una década y donde los problemas recurrentes de Sunsundegui, la empresa de mayor tamaño de la zona, condicionan su evolución. No es un problema aislado de Alsasua. En Sakana, solo Lakuntza e Irurtzun, que comienza a recuperarse tras el golpe de Inasa, mejoran sus datos de 2019 y aprovechan el tirón de una industria que ha recuperado tasas de crecimiento relevantes.

Próximo a Pamplona, pero al mismo tiempo apartado de las rutas de comunicación principales, Aoiz es una de las puertas de entrada a la montaña navarra. Su polígono industrial ha ido perdiendo actividad de forma progresiva y era la planta de Gamesa la que sostenía las cifras totales, hasta que hace año y medio cerró. De este modo, el pueblo pierde algo más de 300 trabajadores, muchos de ellos vecinos de otros pueblos, y regresa en términos de ocupación a finales de 2011.

Casi como un vaso comunicante y a solo 23 kilómetros al sudeste, Lumbier ha vivido un verdadero boom de la mano de la planta de Nordex y, en menor medida, de la industria cárnica. Ha ganado más de 360 ocupados en dos años y 373 en la última década. La fábrica de Nordex ocupa hoy a unas 800 personas y su efecto se nota en toda la zona. “Tenemos gente de hasta 37 nacionalidades y aquí vienen a trabajar incluso desde Ejea de los Caballeros y Sádaba”, explica Luis Guindano, presidente del comité de empresa de la planta. Muchos de los mandos que trbajaban en Aoiz en Gamesa han entrado en Lumbier, hasta donde bajan a trabajar algunos vecinos del valle de Salazar. “Viene alguno de Esparza y de Jaurrieta”, añade.

Pirineo, del desierto a tímidos brotes verdes en Ochagavía y Burgui

El impacto de Nordex se nota incluso en Navascués, puerta de entrada a Salazar en una de las áreas que en mayor media sufre la despoblación. “Entre semana estamos muy poquita gente”, dice Cruz Mari Moriones, alcalde del Almiradío de Navascués , que engloba también a Aspurz y Ustés. Los datos muestran una cierta recuperación en el número de ocupados en Navascués, donde hay registradas 31 personas en la Seguridad Social, 11 más que hace solo dos años. “Durante el confinamiento vino gente, pero ya se han marchado algunos”, explica el alcalde, quien pide a las administraciones mayor implicación.

“Las comunicaciones son fundamentales, ahora está llegando la fibra, pero no lo hará a todos los pueblos”. El censo -explica- y el modo en que este condiciona posteriormente el reparto de fondos, juega en contra de los pueblos más pequeños. “Los pueblos más grandes ofrecen servicios, piscinas, bibliotecas, cursos, pero para acceder a ellos hay que estar censados. No me parece justo, porque estos municipios han puesto en pie esos servicios con el dinero de todos los navarros, no con el suyo”, añade antes de reclamar una apuesta real contra la despoblación. “Es verdad que ahora se habla mucho de ellos, pero con palabras no se soluciona. Hay cuestiones que solo se arreglan con dinero”.

Con apenas cuatro empresas en funcionamiento, el polígono de Iciz es el gran foco de actividad industrial de una zona sin apenas otros negocios. “Entre Domeño y Oronz no hay hostelería”, dice Moriones. Más al norte, en Ochagavía, Salazar cambia su cara y muestra un mayor dinamismo económico. 131 personas están dadas de alta en la Seguridad Social, seis más que hace dos años y 16 más que una década antes. Las casas rurales y el atractivo del Irati explican un crecimiento tímido, que en los dos últimos años se aprecia también en localidades como Orbaiceta, Roncal y Burgui, que suman entre las tres 23 nuevos cotizantes a la Seguridad Social.

Los datos a 31 de diciembre muestran que la hostelería, pese a la recuperación de 2021, se encuentra todavía lejos de recuperar los niveles de actividad y ocupación de 2019, cuando rondaba los 19.000 trabajadores dados de alta en la Seguridad. Sigue un 7,5% por debajo de aquellas cifras, una tónica negativa de la que tampoco escapa el comercio. Educación y sanidad siguen siendo los sectores que más crece: lo hacían ya antes de la pandemia y han reforzado su avance en los dos últimos años.