"En Lantz, antes todas las casas tenían vacas, y ahora solo hay tres ganaderías"
Tras 22 años como trabajadora por cuenta ajena, decidió emplearse a tiempo completo en la granja familiar de vacuno de leche desde 2019.
En ocasiones tanto la protagonista de esta entrevista como sus vecinos de Lantz perciben que los forasteros consideran “el pueblo un parque temático”. Beni Irurita Loyarte, de 53 años, reclama empatía a los turistas de la ciudad para las personas que habitan en las zonas rurales. Tras 22 años como responsable de administración y contabilidad en varias empresas mediante la figura de trabajadora por cuenta ajena, Beni cambió de rumbo y se centró en la granja de vacuno de leche de su familia con 240 vacas –entre grandes y pequeñas–, que suministra a Lacturale. En 2019 inició esta nueva etapa a jornada completa, cuando sus dos socios y ella instalaron un robot de ordeño para optimizar medios. “Con esta inversión, el ahorro de recursos humanos en el ordeño los dirigimos a trabajar más en el campo, con dobles cultivos para acopiar más forraje para el ganado”, aclara.
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¿Por qué cambió de aires?
Tuve la ocasión de ser socia junto a mi hermano Martín y mi primo Imanol.
¿Cuál es su función?
El área administrativa, tecnológica e informática. Martín gestiona el rebaño; e Imanol, la maquinaria y el campo. Aunque como estamos tres personas, confluimos en muchas tareas.
¿Cómo transcurre un día en la granja?
Me levanto entre las 5.00 y 5.30 horas. Compruebo los robots y si alguna vaca se ha despistado para guiarla a la sala de ordeño. Además, arreglo las camas de las reses con mi hermano, y limpiamos las instalaciones, entre otras tareas. Para las 10.00 volvemos a casa a almorzar; y posteriormente regresamos a la granja. A esto se añade el seguimiento de la contabilidad; y la semana pasada, por ejemplo, tocaba cosechar el maíz.
¿Cuándo libra?
Un fin de semana cada tres, y disfrutamos de siete días de vacaciones.
¿El relevo es difícil?
Sí. Antes en Lantz todas las casas tenían vacas, y ahora solo hay tres ganaderías. El pueblo se dedicaba al sector primario, pero eso ha evolucionado y una persona puede seguir viviendo aquí, pero estar empleada en otra actividad diferente a la agricultura o ganadería. Estamos muy lejos de competir con otros trabajos que demandan ahora las nuevas generaciones. El relevo fuera del ámbito familiar se está fomentando en el sector, pero creo que no se ha trabajado para lograr ofrecer una profesión atractiva. Socialmente estamos denostados. La curva de la ganadería de vacuno de leche está en caída libre.
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¿Qué destaca de su pueblo?
Habita gente joven, y ha habido nacimientos. Eso da vida.
¿Los vecinos de un pueblo se sienten agraviados respecto a los de la ciudad?
Sí, somos ciudadanos de primera para pagar impuestos, pero de tercera para recibir servicios.
¿Qué echa en falta en cuanto a servicios?
Un transporte público.
¿Qué recuerdo le queda de la infancia?
Las vacas debajo de casa, y en verano la vuelta por las barracas en Sanfermines tras terminar mi padre de recoger la hierba para el ganado.
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