Hace un año presentábamos la Mano de Irulegi. Éramos conscientes de su gran valor arqueológico y lingüístico, pero no podíamos prever el impacto social tan significativo que este hallazgo excepcional está teniendo en Euskal Herria y el mundo. Somos afortunadas y afortunados por muchas razones.

Somos afortunados porque el yacimiento de Irulegi es igual de excepcional que la mano que desenterramos en 2021 en una de las viviendas del poblado. Desde 2018, y gracias a la meticulosa e incesante labor del joven equipo de arqueología de la Sociedad de Ciencias Aranzadi (y sus decenas de voluntarios), liderado por Mattin Aiestaran, hemos podido identificar al menos tres poblados superpuestos, que datan desde el siglo XV a.C. hasta el siglo I. a.C. Esto demuestra que Irulegi estuvo habitado durante siglos, y que sus gentes fueron ampliando el poblado original hasta que fue destruido entre los años 82-72 a.C, durante las guerras Sertorianas.

También somos afortunados porque el buen nivel de conservación de las estructuras y los materiales arqueológicos que encontramos en lrulegi es inusual. El hecho de que en un contexto bélico el poblado fuese atacado e incendiado propició que las estructuras que colapsaron sellasen muchos de los materiales que estamos recuperando más de 2000 años después. Es decir, Irulegi es importante porque nos ofrece una imagen congelada del día a día de un poblado de los vascones. Mapeando e interpretando estos materiales de la vida cotidiana (cerámicas, utensilios de todo tipo, abalorios, armas…) podemos reconstruir los modos de vida de los habitantes de Irulegi. Incluso plantear hipótesis sobre aspectos inmateriales como las creencias y rituales que regían estas sociedades.

Sobre este último aspecto, la Mano de Irulegi también nos da alguna pista. No solo es un hallazgo revolucionario a nivel epigráfico y lingüístico, sino que su funcionalidad posiblemente como símbolo para atraer la fortuna o espantar la desdicha también es singular. Y es que tenemos, en una sola pieza, la primera evidencia descubierta hasta la fecha de un texto completo escrito en signario vascónico, que desmonta la idea de que los vascones eran analfabetos; con una palabra inicial que nos remite al euskera actual (sorioneku/ke) y abre nuevas vías de investigación sobre el origen y evolución de nuestra lengua; y con una funcionalidad claramente apotropaica.

Pero lo más fascinante de Irulegi es que abre nuevos interrogantes en muchos frentes y puede ser un punto de partida para nuevas líneas de investigación sobre la Antigüedad en Navarra y en los Pirineos Occidentales. Para ello, es importante recalcar que la investigación arqueológica es una carrera de fondo, y requiere de muchas manos expertas, mucho estudio y mucho intercambio de conocimiento con otros equipos que investigan este periodo histórico en Europa.

En Irulegi, sin ir más lejos, descubrimos la mano en julio del 2021, y tras meses de estudio y respetando la cadena de custodia, el objeto fue presentado a la sociedad navarra el 14 de noviembre del 2022. Los resultados que obtenemos se deben gracias al trabajo de decenas de personas que conforman un equipo multidisciplinar de profesionales de la arqueología, lingüística, epigrafía paleohispánica, geología, antropología, restauración, química, etc. Pero, muy a pesar de algunos impacientes, los tiempos de la ciencia no son tan frenéticos como los de la inmediatez informativa.

Este 2023, además de ahondar en el conocimiento del entramado urbano de Irulegi, nuestro esfuerzo de décadas de investigación se ha visto recompensado con el Premio Europeo del Patrimonio, que la Asociación Europea de Arqueología (EAA) ha otorgado a Aranzadi por “su compromiso con el patrimonio arqueológico, por la profunda repercusión social y política de su labor y, especialmente, por el destacado descubrimiento de la Mano de Irulegi”.

Y es que nos enorgullece saber que un objeto arqueológico como la Mano de Irulegi es capaz de emocionar a miles de personas, de inspirar a artistas, de romper ideas preconcebidas sobre nuestros orígenes, de aportar diversidad al mosaico de la Antigüedad en Navarra. Desde estas líneas, queremos reivindicar la arqueología como una disciplina científica que necesita ser escuchada. Necesitamos invertir más recursos en aplicar metodologías innovadoras, ampliar las redes que permitan a profesionales de otras disciplinas trabajar junto a las arqueólogas y arqueólogos, abrir la investigación de nuestro patrimonio a dinámicas sociales y, sobre todo, apoyar a las nuevas generaciones de profesionales que quieran dedicarse a esta apasionante ciencia. Historias como la Mano de Irulegi pueden ser un acicate para impulsar y reforzar estas dinámicas.

Mientras tanto, el equipo de Irulegi sigue trabajando con la mirada puesta en 2024 y el buen augurio que nos trae su mano.