Itsaso Arana, nacida en Tafalla, ha forjado una carrera profesional notable. Su presencia destacada se ha visto en filmes como Tenéis que venir a verla (reconocida en Karlovy Vary), La Virgen de Agosto (nominada a los premios César como mejor película extranjera) y Las Altas Presiones (premiada como Mejor Película en el Festival de Sevilla, sección Las Nuevas Olas).

Además, ha asumido roles destacados en series como Reyes de la noche (nominada a los Premios Feroz como mejor actriz de reparto) y Las de la última fila, bajo la dirección de Daniel Sánchez Arévalo.

Ahora, ha incursionado como directora con Las chicas están bien, una obra cinematográfica que surge de una vivencia personal profunda como fue la pérdida de su padre.

¿Cuál fue la transición de la actuación en una película a asumir también el rol de directora?

Tenía la experiencia de dirigir obras teatrales, pero esta nueva empresa resultó única, con responsabilidades y herramientas distintas. Aunque siempre había escrito en colaboración o en conjunto con mis parejas, esta fue una prueba esencial para mí. Siempre había anhelado emprender algo propio, asumir la responsabilidad última y aprender de mis propios errores. No obstante, para mí, dirigir surgió de manera natural; fue la consecuencia de mi deseo de compartir esta historia, este viaje entre amigas que resultaba intransferible y recaía en mi responsabilidad.

¿En qué se inspiró para dirigir su primera película?

La motivación surge desde distintas fuentes simultáneamente. La realización de una película es un auténtico desafío (sonríe), una osadía que implica contagiar a los demás con una idea en la que se deposita una gran confianza. Es una suerte de alquimia, donde varios elementos te empujan a aventurarte hacia lo desconocido. En primer lugar, está el anclaje vivencial; cuando presencié la muerte de mi padre en Tafalla, en la casa familiar, rodeada de todas las mujeres de mi familia. Pasamos una semana esperando su fallecimiento y de alguna manera, esta experiencia me hizo percibir la vida con una perspectiva diferente. Es una imagen que ha alterado mi existencia, persiste en mi interior y se refleja en la película. Aunque pueda generar temor y tristeza, es revitalizante y transformadora.

La película está mayormente enfocada en las mujeres, tanto frente a las cámaras como detrás de ellas.

Procedo de una familia con un gran número de mujeres y siempre me he inclinado hacia la literatura femenina, especialmente relatos victorianos como “La casa de Bernarda Alba”, “Mujercitas” u “Orgullo y Prejuicio”. Siempre me ha fascinado el concepto de mujeres confinadas, aguardando algo. No obstante, lo interesante es que siempre aguardaban algo relacionado con lo masculino: una carta de alguien que partió a la guerra, la visita del vecino, esa sensación de esperar a que un hombre nos introduzca en la vida, en el mundo. Fue intrigante porque nosotras estábamos reunidas, rodeando la cama y aguardando a la muerte. El imaginario de mujeres en espera me conmovió profundamente, y es algo que comparto en esta película. También hay un deseo de reunir a amigas y actrices a las que quiero y admiro, retratarlas y plasmar mi propia imagen junto a la de ellas.

¿Qué le ha aportado compartir sus vivencias personales con las demás actrices?

Todos los procesos creativos y las entregas íntimas siempre te transforman. Ya no soy la misma después de haber rodado la película. Para contar las cosas hay que haberlas atravesado y asimilado, la herida no puede estar abierta. El amor, la espera de la maternidad y la pérdida materna, otras lecciones de vida expuestas, se comparten tras un proceso de comprensión por parte de cada una. Al compartir nuestras historias nos podemos hacer mejores; es el premio de compartir la vulnerabilidad y las fragilidades.

La filmación se llevó a cabo en un breve lapso de tan solo 15 días.

Siempre desarrollo mi guion con pleno conocimiento de los días disponibles, el entorno y las actrices que formarán parte. Es decir, escribo pensando en la producción cinematográfica. Se trata de un enfoque realista posible gracias a Los Ilusos Films y los recursos asignados a la película, garantizando que nada falte. Este cine se caracteriza por su sostenibilidad y enfoque ecológico, alejándose de excesos decorativos. Buscamos un equilibrio entre tener una visión clara y, al mismo tiempo, permitir la espontaneidad y la improvisación.

¿Cómo es encarnar su propio papel? Conservan sus nombres verdaderos, sus modos de expresarse e incluso parece que mantienen sus propias personalidades.

La esencia de la actuación radica en el arte de ser auténtico. Aunque para el espectador la trama pueda parecer sencilla y natural, transmitiendo la vida tal como es, hay un arduo trabajo detrás. Dejarse reflejar por la cámara es un proceso que demanda tiempo. A pesar de que el rodaje esté meticulosamente planificado, Helena Ezquerro, Itziar Manero, Bárbara Lennie e Irene Escolar destacan por su talento y habilidad para seguir un guion y transmitir autenticidad, lo cual es un resultado de la confianza que hemos cultivado. Los roles están diseñados a medida para cada una de ellas, capturando gran parte de su personalidad, aunque la presencia de la cámara introduce la necesidad de reproducir comportamientos, recordando siempre que sigue siendo ficción. Si bien no se exploran en toda su complejidad, acordamos resaltar un rasgo distintivo de cada una.

Mantener sus nombres reales fue crucial, ya que aporta un elemento documental fundamental que ancla la narrativa en lo personal, marcando así una diferencia respecto a una ficción convencional. Todas contribuimos dejando una parte de nosotras en la película.

A pesar de que todas las actrices cuentan con su propia trama, nunca un bebé o un hombre las eclipsan, las retrata como una mujer que va más allá...

La película intenta retratarlas con amor y con dignidad, como lo que somos: actrices, mujeres, hermanas, hijas...Somos muchas cosas. En este caso intenté que todas ellas fueran más allá de las etiquetas, seres que buscasen cómo vivir, cada una desde su circunstancia vital diferente. Los personajes comparten sus dudas y sus vivencias, se ayudan las unas a las otras. De alguna manera la película intenta decir que hay sitio para todas, y si no nos lo hacemos entre nosotras. No tiene por qué elegirse solo una única princesa.

La profesión de actriz, sin duda, tiene una fuerte presencia; incluso se aborda la manera en que cada una interpretaría la reacción ante la pérdida de un ser querido.

Realizar una película implica reunir elementos que amas y compartirlos; esta profesión, a pesar de sus desafíos, tiene un toque mágico. Aún despierta en mí sentimientos contradictorios, ya que se asemeja mucho al arte de vivir, a la tarea de recrear la vida.

¿Cómo ha influido esta experiencia en su perspectiva?

Aunque ha sido agotadora, estoy realmente satisfecha de haberme lanzado a esta aventura. Tengo la tendencia a ser crítica y perfeccionista, pero con este proyecto, me siento plenamente satisfecha en el sentido de que lo he abordado con libertad, de manera desinhibida, dejando que mi cabello ondee al viento. He buscado ser auténtica con ese impulso y creo que adoptar este enfoque de producción más urgente me ha ayudado a no sobreanalizar las cosas.