uando el pasado marzo la covid llegó se produjo el cerrojazo en los espacios culturales y nuestra actividad se vio paralizada. Desde entonces los profesionales del sector de la cultura nos hemos visto en una montaña rusa de emociones tan difícil de gestionar como la infinidad de cancelaciones, aplazamientos, cambios y devoluciones que hemos tenido que realizar en los últimos nueve meses.

Partíamos de un sector frágil en su estructura, con un mal endémico al que ya iba siendo hora de poner solución. Los profesionales autónomos y las pequeñas y medianas empresas que formamos parte de la industria nos sentimos desprotegidos administrativamente, económicamente y jurídicamente. La covid-19 ha sido la gran bofetada que ha sacudido a un sector que estaba pendiente de revisión y que tendrá consecuencias rotundas.

En Anaim, Asociación Navarra de la Industria Musical contabilizamos poco mas de 300 conciertos realizados en este año 2020 frente a los más de 1.800 en 2019, que se traduce en unas pérdidas de aproximadamente 16M de euros. Unas cifras que asustan si tenemos en cuenta que son solo las que arrojan las quince empresas que conforman nuestra asociación y a las que habría que sumar la de decenas de otras entidades y profesionales del espectáculo de nuestra comunidad.

La música en vivo se resiente. Los aforos reducidos y la falta de unificación de criterios de esos aforos en las diferentes comunidades autónomas, dificulta la puesta en marcha de giras y la viabilidad de los conciertos. Sin hablar de la difícil situación de las Salas. Esa pieza clave en el engranaje donde todo empieza€

Pero esta crisis también ha traído algo bueno. Ha supuesto la oportunidad de reivindicar la cadena de valor del sector. Miles de personas que siempre han estado en un segundo plano, detrás del artista, en el backstage y que conforman los eslabones más fuertes de la cadena. Todos y cada uno cuentan. Y este es el momento en el que, por primera vez, dejan de ser invisibles para tener voz propia y contar en primera persona quiénes somos y por qué nos encontramos en #AlertaRoja. Por primera vez, nos mostramos ante el público como un único ente, unidos. Como nunca antes nos habían visto.

Somos un sector vulnerable, pero somos fuertes. La covid-19 nos está dando la oportunidad de trabajar desde base el sector, para hacerlo crecer y sacar por fin a la luz esa precariedad que veníamos arrastrando. Sabemos cuáles son los problemas y proponemos las soluciones.

La declaración por parte del Gobierno de la cultura como bien esencial y con una mención expresa a la música sería el primer paso. Pero, también, es necesario el reconocimiento de la cultura como industria y sector estratégico que supone el 3,2% del PIB. La adecuación o creación de una normativa específica en materia laboral, en materia fiscal, el estatuto del artista€ La mayoría de nuestras peticiones no llevan implícitas ninguna dotación económica, tan solo adecuación de la normativa existente.

Pero lo que más deseamos y pedimos para este 2021 es que nos dejen trabajar. Hemos demostrado profesionalidad y buen hacer. Hemos hecho realidad el término #CulturaSegura y contamos con un público que está ávido de emociones y actúa con responsabilidad. Los datos nos avalan: 0 contagios en eventos culturales. Solo necesitamos tener aforos razonables que nos permitan trabajar.

Mientras no podamos tener una actividad normalizada se vuelve imprescindible la ayuda de la administración para mantener vivas las estructuras de la industria musical. Que den a la cultura la prioridad que le corresponde como el sector esencial que es. La cultura nos identifica, hace prosperar una sociedad. En estos momentos debemos no solo cubrir las necesidades materiales, sino también las morales que son las que aseguran nuestra convivencia.

No olvidemos que el poder de la música es enorme y eterno. Es hora de hacerlo tangible. ¡Nos vemos en los escenarios!