La pandemia es una variable activa que altera la economía, condiciona el progreso a nivel local y juega con los planes de las personas. Las previsiones de hoy saltan hechas añicos mañana. La reactivación en los últimos meses ha chocado con una falta de suministros heredada del parón que ha ralentizado el proceso de recuperación. Podía haber sido peor, matizarán los más optimistas. La vacunación masiva ha salvado, en buena parte, el balance de 2021; pero a lomos de esta sexta ola que se ha cebado con Navarra, la pregunta recurrente que cabe plantearse al hilo del contenido de esta publicación es: ¿cómo estaremos dentro de un año: mejor, peor, igual? Los datos recogidos recientemente en el ‘Navarrómetro’ nos pueden servir, sino como una foto fija, al menos para pulsar el ánimo con el que los navarros (a fin de cuentas productores y consumidores al mismo tiempo) afrontan los próximos doce meses.

Para empezar, hay que destacar que el 51,3% de los consultados en la encuesta realizada por la UPNA califican de buena la situación económica de Navarra, mientras que para el 22% es mala. Sin embargo, esa percepción positiva ha caído unos 7 puntos en los tres últimos ejercicios (2019-2021), coincidiendo con la explosión pandémica. De la misma forma, quienes creen que el contexto económico es malo, han crecido en casi nueve puntos en este periodo. Según resume el barómetro de opinión, “la percepción de la situación económica actual, aun siendo buena, ha empeorado respecto a otros años, particularmente respecto a las expectativas de una situación que puso a la ciudadanía y las relaciones económicas navarras prácticamente en stand by”.

Volviendo a la pregunta de cómo estará Navarra dentro de un año, surge de inmediato la paradoja de la botella que para unos está medio llena y otros ven medio vacía. Un 50,7% de los encuestados vaticina que la situación económica de la Comunidad Foral será buena, mientras que para un 45,6% será igual (26,4%) o peor (19,2%). Este capítulo guarda relación con otro dato que subraya el informe: una de cada doce personas ha pasado de considerar su situación económica personal de buena en 2020 a regular en 2021.

Llama la atención el amplio número de jóvenes (de 18 a 29 años) que se alistan en las filas de los pesimistas: uno de cada tres entiende que las cosas (imagino que también las que les afectan a ellos y a ellas) derivarán a peor. En las variables sociodemográficas barajadas en el trabajo de campo son el grupo que más complicado percibe su futuro. También los que peor consideran su situación económica.

Como recogen todos los informes, la pandemia no solo ha puesto en guardia a la salud personal sino también a la economía doméstica, introduciendo el factor de lo imprevisto, de lo que escapa al control de cada uno. Un reflejo de lo anterior es que un 9% de personas que en 2019, antes de la covid, consideraba que su situación era regular, dos años después haya trasladado su valoración a mala (+5,1%).

En este contexto de la crisis pandémica, el Navarrómetro confirma como uno de los principales problemas que sufre la Comunidad los ‘problemas relacionados con los autónomos’; en concreto, sería la tercera principal preocupación (11,2%) por detrás del paro (12,1%) y del tráfico y aparcamiento (13,4%). El frenazo en la actividad económica ha repercutido directamente en este sector que agrupa a algo más de 47.000 trabajadores.

Por último, 2021 ha extendido, y en algunos casos consolidado, el teletrabajo, y no solo como una medida de urgencia para evitar la extensión de los contagios en las empresas. Según el barómetro de opinión, casi un 20% de la población navarra ha realizado trabajo desde su casa, número que aumenta al 32% en los entrevistados con edades entre 30 y 49 años, y con más frecuencia aún en las personas con estudios universitarios, donde el 54,7% declara haber teletrabajado. Un nuevo modelo laboral, a tono con los tiempos que corren, que pide un marco regulador. La fórmula, de momento, deja muy o bastante satisfechos al 69,1% de los encuestados y poco o nada al 27,2%.

El ‘Navarrómetro’ no salvará la economía, pero a políticos y agentes sociales les marca en rojo algunos compromisos que deben afrontar en 2022, como ofrecer mejores perspectivas de futuro a los jóvenes, atender las demandas y necesidades de los autónomos y regular el teletrabajo. Si la pandemia lo permite.