Del latín talentum, la palabra talento está vinculada a las aptitudes o la inteligencia, y se trata de la capacidad para ejercer una cierta ocupación o para desempeñar una actividad. Suele estar asociado a la habilidad innata y a la creación, pero por supuesto, también puede desarrollarse con la práctica y el entrenamiento.

A finales de la década de los 80, surge el concepto de "competencias laborales" en países industrializados ante la necesidad de capacitar a la mano de obra existente para los cambios que estaban teniendo lugar en las estructuras productivas, y lo hace con varios enfoques: conductista, funcionalista y constructivista.

Fue más tarde, en el año 1997 y tras varios estudios sobre los recursos humanos de las organizaciones, cuando McKinsey & Company acuñó el término "gestión del talento" que fue popularmente extendido gracias a David Watkins, al publicarlo el año siguiente en uno de sus artículos, alcanzando relevancia internacional.

En 2001, los precursores de este término Ed Michaels, Helen Handfield-Jones y Beth Axelrod, publicaron el libro "War for talent", la guerra por el talento, donde explican que la gestión del talento tiene una importancia estratégica decisiva para las organizaciones.

"Hay que generar una mentalidad digital que favorezca la interacción entre personas, procesos e innovaciones tecnológicas"

Y hoy en día, los consultores y expertos en recursos humanos, definen el talento como la característica de aquellas personas cuyas capacidades se encuentran comprometidas a hacer cosas que mejoren los resultados de la organización, considerando por tanto que las capacidades, el compromiso y la acción son los tres ejes vertebradores que configuran el talento.

Por otro lado, si entendemos la transformación digital como la adopción estratégica de tecnologías hábiles digitales y el impulso en la generación de valor en el negocio para evolucionar con el mercado, está claro que se requiere talento digital en las organizaciones. No se trata de hacer lo mismo digitalmente, sino de ser digitales: hay que generar una mentalidad y un entorno digitales que favorezcan la interacción óptima entre personas, procesos e innovaciones tecnológicas (Big Data, IoT, AR y otras) para permitir a la empresa sobrevivir en un entorno cada vez más complejo.

Los análisis son unánimes en que la clave del éxito de esta transformación digital son las personas. Y es que, ante el ambicioso e irreversible proceso de transformación digital en que está inmersa, en general, toda la estructura económica, realmente, el apelativo "digital" parece ya indisociable al término "talento". Es una capa presente en todas las profesiones y sectores. Una sección trasversal omnipresente en todo este contexto evolutivo. Por eso, en el Clúster ATANA, tienen claro que una cultura empresarial enfocada al cuidado de las personas es imprescindible para que ese talento permanezca, contribuya a la mejora de la competitividad de la organización y su crecimiento. En su comisión de Formación, Talento y Cultura empresarial trabajan por el desarrollo de estrategias que favorezcan ese cambio cultural en las organizaciones además de fomentar las vocaciones tecnológicas en edades tempranas.

CRISTINA GARCÍA, gerente en ATANA - Clúster TIC de Navarra