El Partido Popular ganó las elecciones europeas en toda España y logró 22 diputados. Lo hizo con cuatro puntos de ventaja, un margen sensiblemente más amplio que en las generales y en línea con lo que señalaban buena parte de las encuestas, excepto el casi siempre desatinado CIS. No hubo, por tanto, remontada del PSOE, que logra 20 eurodiputados, y que resiste, eso sí, en el entorno del 30,2% de los votos. Una dulce derrota para Sánchez, que, sin embargo, tiene un grave problema a su izquierda, hundida, dividida y en claro retroceso.

Porque si algo dejan estas elecciones, de baja participación y por tanto de conclusiones no siempre fiables, es un desplazamiento del voto hacia la derecha respecto a 2019. PP, VOX y Se Acabó la Fiesta, la extravagante propuesta de Luis Pérez Fernández, más conocido como Alvise Pérez, logran el 48,38% de los votos, diez puntos más de los que hace cinco años sumaron PP, Vox y Ciudadanos. Los dos primeros rozan el 44% de los votos, casi el mismo resultado que en las pasadas elecciones generales de julio.

El PP gana, lo hace sin demasiada contundencia, pero le bastará para mantener el cerco a Sánchez. Logra su mejor resultado en unas europeas desde 1999, gana votos y escaños, amplía su diferencia respecto al PSOE (era de 1,4 puntos en las generales) y le puede servir a Feijóo para evitarse los problemas internos que una inesperada derrota le habrían ocasionado.

Para ganar, a Sánchez no le ha bastado con fijar de nuevo el marco de la campaña. Le funcionó en Catalunya, donde Salvador Illa tiene la presidencia de la Generalitat al alcance de la mano, y quizá le ha permitido evitar una derrota de mayor calado en las elecciones europeas. El socialista era, más que nunca y según este discurso, el voto útil para frenar a la ultraderecha, para combatir los bulos y las medias verdades. Contaba también con la candidata más solvente posible, si es que esto sirve para algo. Se ha sostenido, pero no ha podido evitar una nueva derrota, de la que solo ha escapado en tres comunidades: Navarra, Catalunya, donde logra su victoria más contundente, y Canarias.

Se ha quedado también cerca de hacerlo en la Comunidad Autónonoma Vasca, apenas a 2.000 votos de EH Bildu y no ha estado lejos del PP en Asturias. En el norte del pías, el PSOE se mantiene por tanto relativamente fuerte, pero sigue sufriendo en territorios que antes eran suyos, como Andalucía, Extremadura y Castilla-La Mancha. No remonta sin embargo en Aragón y tampoco termina de reaccionar en la Comunidad Valenciana. La clave territorial, una manta que casi nunca alcanza a cubrir todo el territorio, pesa mucho frente a un eje izquierda derecha al que se le siguen desprendiendo flecos.

La cita era, en todo caso, una cita europea. Y ahí las conclusiones son otras. España es el único país en el que los dos primeros partidos son europeístas, una noticia alentadora en un entorno turbulento, con tambores de guerra en el este de Europa y la ultraderecha al alza en Francia. Alemania y Austria. Y que sigue fuerte en Italia.

La extrema derecha también esta presente en España y tiene en Vox a unas siglas que no solo resisten, sino que crecen respecto a hace cinco años. Vox roza el 9,7% de los votos, crece en dos eurodiputados my se asienta como la tercera fuerza del país, con el viento europeo soplando a su favor y a la espera de que la coyuntura, o un perfeccionamiento de su discurso, le permitan robar votos de nuevo al PP.

A la izquierda del PSOE, el panorama es desolador. Todos pierden. El pulso entre Sumar y Podemos, o lo que queda de este último, se salda con la formación de Yolanda Díaz ligeramente por encima de la candidatura encabezada por Irene Montero. Pero es estropicio es consideraba. Si hace cinco años este espacio político superaba el 10% de los votos, hoy no llega al 8% y la curva descendente parece.

El fracaso de Yolanda Díaz, mejor gestora al frente del Ministerio de Trabajo que estratega de la izquierda, es claro. Al no lograr cuatro escaños deja a Izquierda Unida sin eurodiputado por primera vez en la historia. Habrá jaleo interno, eso es seguro. Podemos y su discurso claro frente al PSOE parecen salir a flote tras los fracasos inapelables de anteriores citas electorales. Pero la cruda realidad es que ya solo cosechan las migajas de lo que un día fueron.

De hecho, la formación morada se ha visto superada por Se Acabó la Fiesta, la propuesta antipolítica, reaccionaria y claramente xenófoba de Alvise Pérez, que igual el porcentaje de votos de Sumar (4,6%). Un fenómeno a caballo entre el trumpismo, la visceralidad y la falta de toda lógica que parece haber calado entre los votantes más jóvenes y que encuentra en la circunscripción única el terreno propicio para lucir.

Entre las fuerzas territoriales, Ahora Repúblicas (ERC, Bildu, BNG y Ara Més) repite resultados respecto a hace tres años y logra tres representantes. Un buen resultado en un entorno difícil. Junts, que en 2019 vivía todavía en plena ola independentista, se deja dos y se queda solo con uno, al igual que CEUS, donde está el PNV.