Contar con un administrador de fincas colegiado es garantía de un servicio eficaz, independiente y responsable. La importancia de una buena gestión de fincas radica en que el gestor ayuda en el mantenimiento en todo momento, brinda su apoyo y asesoramiento atendiendo a cualquier duda que pueda surgir y asegura el mantenimiento y organización del inmueble atendiendo a las circunstancias más urgentes. Además, defiende los intereses de los propietarios y ofrece un trato más humano y cercano. También, asume una labor de vigilancia ante posibles situaciones irregulares.

Por todo ello, el administrador de fincas es una profesión de carácter multidisciplinar que requiere conocimientos de materias y campos muy variados. El administrador ha de tener formación jurídica, no solo de la Ley de Propiedad Horizontal y de la Ley de Arrendamientos Urbanos, sino de toda aquella legislación actual, europea, nacional, autonómica y local, cuya aplicación afecta a la gestión de los inmuebles.

Para ejercer el trabajo diario precisa también formación en contabilidad y tener conocimientos técnicos a nivel de construcción, accesibilidad, telecomunicaciones, etcétera.

Mediadores

El administrador de fincas tiene un vínculo contractual con la comunidad y extracontractual para cualquier daño que se le pueda causar a un comunero, personal o bien a un tercero ajeno a la comunidad. Debe hacer cumplir a los propietarios las obligaciones y acuerdos adoptados y realizar los actos necesarios para el funcionamiento correcto de la comunidad. En la práctica, los conflictos entre propietarios son comunes y el administrador de fincas debe adoptar una postura de mediación, asesorando y dirimiendo cualquier tipo de conflicto que pueda surgir.

La mediación es una de las herramientas más eficientes que se están utilizando para conservar la armonía vecinal, ya que permite evitar mayores confrontaciones entre las partes, evita los procesos contenciosos y preserva las relaciones entre los vecinos. La intervención del administrador resulta en muchos casos fundamental, puesto que contribuye a un mejor entendimiento de los intereses y necesidades diarias de la comunidad de propietarios.

No obstante, toda mediación tiene carácter voluntario. Además, tiene que ajustarse a la Ley de Propiedad Horizontal. No puede invadir las funciones y competencias del presidente de la comunidad de propietarios y el administrador de fincas, y debe integrarse a la dinámica de una comunidad.

En resumen, una próspera mediación garantiza acuerdos estables y duraderos en el tiempo, gestiona las emociones e indaga en las múltiples opciones, sirviendo como aliada a los administradores de fincas y vecinos.

Los profesionales velan por el bienestar y la seguridad, además de ejercer un papel mediador