El fútbol está lleno de supersticiones y casualidades. La final de la primera Eurocopa, ganada por la Unión Soviética en 1960, comenzó un domingo, pero terminó el lunes, ya que hubo prórroga. Era algo inevitable, ya que ese era el apellido del futbolista que marcó el gol de la victoria.

"Empezamos a jugar un domingo a las 10:30 de la noche y terminamos el lunes", comentó a Efe Víctor Ponedelnik (Lunes), el autor del segundo gol de la selección soviética ante Yugoslavia (2-1) en la final disputada en París.

Ponedelnik no sólo tuvo el honor de marcar ese histórico gol, sino también el de ser el último integrante de esa legendaria selección en morir. Ocurrió en diciembre de 2020. Tenía 83 años.

UN DÍA DE PERROS

El partido comenzó el 10 de julio y terminó el día 11, lunes. Ponedelnik recordaba hace unos años que, a pesar de que la final se celebró a mediados de julio, "llovía mucho, hacía frío, el campo estaba en mal estado y la pelota era muy pesada".

Además, al término del tiempo reglamentario el árbitro no permitió a los futbolistas resguardarse en los vestuarios, por lo que todos se acostaron en la hierba fría y los charcos que inundaban el Parque de los Príncipes.

La URSS encajó primero al final de la primera parte, pese a que en la portería estaba el gran Lev Yashin, más conocido como la Araña Negra. "No vio venir el balón, ya que había muchos jugadores metidos en el área", explicaba el delantero del SKA de Rostov del Don.Empató Metreveli al poco de la reanudación. Todo apuntaba a que habría penaltis, pero Yashin se resistía.

Además de vestir de negro, Yashin fue un gran innovador. No se conformaba con quedarse bajo los tres palos. Quería participar activamente en el juego. Sus pases en largo se convirtieron con el paso de los años en un recurso más de los guardametas.

"En el minuto 113 Yashin lanzó el balón con la mano y lo colocó como siempre a unos 60 metros, donde lo recibió Misha Mesji", relataba.

Ponedélnik, que se dio cuenta de que los yugoslavos estaban cansados recibió el pase en profundidad, dejó atrás a los centrales y armó su fusil. El delantero era famoso por su potente disparo. "Yo sólo pensaba en colocar el balón en la escuadra, ya que su portería tenía los brazos muy largos. Entonces, disparé, me caí y las tribunas comenzaron a tronar. Yo no vi nada. Sólo me enteré de que había marcado, cuando mis compañeros me felicitaron", recordaba.

Tras el pitido final, los futbolistas no tenían fuerzas para nada, pero estaban hechos de otra pasta. Les dieron la copa en el mismo campo y dieron la vuelta de honor bajo una intensa lluvia.

FRANCO Y EL PÁNICO A LAS PURGAS

La URSS podía no haber llegado a la final de no ser porque Francisco Franco se negó, supuestamente por motivos ideológicos, a que España jugara los cuartos de final en territorio soviético, motivo por el que fue descalificada por la UEFA.

En cambio, Ponedelnik cuenta otra historia. "Según nos contaron, el seleccionador español, Helenio Herrera, viajó a Moscú para ver nuestro partido contra Polonia. Les ganamos 7-1 en el estadio Luzhnikí ante más de cien mil espectadores. Yo marqué tres goles", aseveró.Al parecer, agregó, "Herrera se asustó y no voló a Madrid, sino a París. Allí estuvo dos semanas escondido, hasta que la UEFA nos otorgó la victoria".

Además, antes de la final en el equipo soviético había "pánico", ya que el líder soviético, Nikita Jruschov, se llevaba muy mal con el yugoslavo, Tito, cuyo país no pertenecía al Pacto de Varsovia.

Los yugoslavos habían derrotado a la URSS en los Juegos Olímpicos de 1952, tras lo que el Kremlin echó a todos los futbolistas e incluso los degradó como militares.

"No queríamos jugar contra Yugoslavia", confesó Ponedelnik.

EL CHEQUE EN BLANCO DE SANTIAGO BERNABEU

La fiesta en honor de los campeones se celebró en la restaurante de la torre Eiffel. Poco sospechaban los futbolistas soviéticos que entre los invitados se encontraba el presidente del Real Madrid, Santiago Bernabéu. "Se acercó a nuestra mesa para felicitarnos personalmente", rememoraba Ponedelnik.

Bernabéu no se limitó a felicitarles, sino que "cogió el micrófono y e invitó a varios jugadores soviéticos a jugar en el Real Madrid". Entonces, añadió, "el oficial del KGB que nos acompañaba le dijo al intérprete que tradujera que teníamos contratos de larga duración con nuestros clubes". "¡Si nosotros ni sabíamos lo que era un contrato!", precisó el delantero.

La hija de Yashin, Irina, confirmó a Efe la historia con el añadido de que al legendario portero del Dinamo Moscú el presidente del club blanco le ofreció "un cheque en blanco".

Ponedelnik, Yashin y el también legendario Ivanov disputarían en 1964 la final de la Eurocopa ante España, con victoria para los españoles (2-1).

La derrota le costó el puesto al seleccionador soviético, Konstantín Beskov, por orden expresa de Jruschov, que no podía aceptar la vergüenza de perder ante la España de Franco.