omparto la opinión de quienes valoran la transición ecológica como uno de los desafíos de mayor transcendencia social y económica, especialmente en lo concerniente a las políticas públicas en materia de vivienda, urbanismo o energía.

Quizás por ello, la regeneración urbana, la construcción y reconstrucción de nuestros pueblos y ciudades o la sostenibilidad, como nuevo principio de urbanismo, están hoy en el epicentro del gran reto de la Green Deal o Pacto Verde Europeo. Uno de los grandes ejes estratégicos, precisamente, de los fondos del plan europeo de recuperación Next Generation EU.

Sin duda, la edificación constituye una palanca de transformación económica, social y medioambiental de nuestra agenda urbana y de nuestro modelo productivo, que Navarra puede y debe saber aprovechar con la ayuda de los nuevos mecanismos de recuperación diseñados por las instituciones europeas.

La Comunidad Foral ha sabido ganarse, con merecimiento, una posición de liderazgo en materia de edificación y puede estar orgullosa de la respuesta que empresas promotoras y constructoras, estudios de arquitectura e ingeniería y demás profesionales están aportando con conocimiento, vocación innovadora y competitividad. Porque, no es menos cierto, que el sector público no puede enarbolar, por sí solo, una punta de lanza para transformar la construcción del siglo XXI si no nos acompaña el sector privado.

En Navarra no partimos de cero. Durante estos últimos años, sector público y privado hemos dado pasos importantes, en estrecha colaboración. Hemos ido por delante en la apuesta por hacer de la edificación (estamos hablando de casi un 40% de las emisiones de CO2) un puntal de eficiencia energética y en la implementación de los Edificios de Consumo Casi Nulo (ECCN), bajo los estándares de más alta exigencia como el sello Passiv-haus o equivalentes.

Los ECCN son hoy una realidad en todas las licitaciones públicas y buena parte de la promoción privada. Somos líderes en materia de rehabilitación energética, con 6.000 viviendas rehabilitadas el pasado año con ayudas públicas (nada menos que un 20% de las intervenciones de todo el Estado) y más de 70 millones de inversión movilizada y en definir un modelo de regeneración urbana de barrios que ha sido puesto de ejemplo en el manual de buenas prácticas del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE).

Hemos activado modestos pero atrevidos foros de debate sobre otra forma de edificar o centros de investigación y formación como el CENER o TrainningHaus, entre otras iniciativas del sector.

Hemos dado ya muchos e importantes pasos. No es que la construcción, tal y como la hemos conocido durante 30 años, vaya a vivir en el futuro profundas transformaciones. Es que en Navarra ha comenzado ya esta transformación.

Pero no nos podemos quedar aquí, debemos emplazar al sector a asumir nuevos retos, a mirar a nuevos horizontes, con el compromiso y la activa participación de Gobierno de Navarra y de empresas públicas como Navarra de Suelo y Vivienda, SA (Nasuvinsa), que deseo destacar por la especial aportación de sus profesionales en este ámbito.

Nos hemos propuesto dar un paso más en alta eficiencia energética al querer saltar de los edificios pasivos o de consumo casi nulo, de los que el Plan Navarra Social Housing es una referencia obligada, a los edificios positivos, aquellos que son capaces de acumular o generar más energía renovable de la que precisan para atender las necesidades de su propio funcionamiento.

Nos hemos propuesto tomar el toro por los cuernos en el reto de industrializar y digitalizar progresivamente el sector de la construcción para ganar en eficiencia, en calidad, en competitividad y en asequibilidad de la vivienda y las dotaciones públicas. Hemos hecho una apuesta por introducir la madera certificada como elemento arquitectónico estructural.

Hoy todo esto es posible. El Gobierno de Navarra trabaja con la seguridad de que lograremos poner todos estos factores de cambio al servicio de la función social de la vivienda y de la transición ecológica. Un camino ambicioso que, como he señalado anteriormente, no puede recorrer en solitario.

Confío, por todo ello, en que el sector privado y los profesionales vean también en este programa del Gobierno una oportunidad de innovación y de reactivación económica, como lo han venido haciendo hasta ahora. Una oportunidad, en definitiva, de que Navarra pueda seguir sintiéndose orgullosa de su edificación y su urbanismo, en beneficio de la calidad de vida de toda su ciudadanía.

Vicepresidente segundo y consejero de de Ordenación del Territorio, Vivienda, Paisaje y Proyectos Estratégicos del Gobierno de Navarra