Después de más de tres décadas al frente de la casa de cultura de Irurtzun, Kultur Etxea como le gusta que la llamen, Patxi Mikeo Ariztimuño finalizó el 30 de junio una etapa de su vida. Y lo hizo con un sentimiento de agradecimiento a este pueblo, al que tanto ha dado pero del que tanto o más ha recibido. Prueba de ello es el homenaje popular que recibió hace unas semanas. “El mejor regalo que me han hecho para toda la vida. Participé en la organización de mi propia fiesta sin saberlo”, cuenta. 

Y es que Lorena Arangoa, Aitziber Iragi e Itziar Matxain, acudieron en su ayuda para el regreso de ITB, Irurtzun Telebista. “Me extrañó porque hacía unos años que no se hacía pero comencé a preparar lo que me pidieron”, recuerda. La grabación era el 19 de mayo, a modo de entrega de premios al estilo de los Goya. La sorpresa fue que todos los premios eran para él, con estatuillas al mejor actor, al mejor montaje, dirección o producción, entre otros. “Fue muy bonito. Todo el mundo estaba compinchado, incluido mi familia. Me ha sentido muy querido y agradecido”, cuenta.

Nacido en Lekunberri este profesor de Primaria de formación llegó a Irurtzun en enero de 1992, después de sacar por concurso oposición una plaza de técnico de cultura a media jornada. Al respecto, pone en valor la apuesta de este Ayuntamiento. “Cuando comencé ya era un pueblo como mucho tejido asociativo y participación vecinal. El Ayuntamiento optó por crear este puesto de trabajo que luego se completó con otras funciones”, recuerda. La media jornada pasó a completa al cabo de un año, cuando se complementó con la coordinación del deporte, palabras mayores en esta localidad de Sakana. “He tenido mucha suerte con las corporaciones que se han sucedido, de diferentes colores políticos. Siempre me han dejado trabajar sin presiones para programar. Ha sido muy fácil”, asegura.

Si bien el espacio escénico habilitado en la antigua iglesia parroquial abrió sus puertas unos meses antes, había que dotarla de contenidos. Lo cierto es que transcurridas tres décadas, ha conseguido que los y las irurtzundarras sientan Kultur Etxea como su casa, un lugar para la cultura pero también para el debate, la creación y ensayos. “Buena parte de la programación parte de los propios colectivos. Me han facilitado la forma de trabajar y he estado muy a gusto. Es un trabajo agradecido y amable porque está relacionado con el ocio, el tiempo libre y la fiesta”, incide. 

Al respecto, defiende la fórmula del Consejo de Cultura, un canal directo en el que están representados 16 colectivos y que se reúnen 7-8 veces al año. “No es un órgano autónomo porque está limitado por las posibilidades económicas del Ayuntamiento pero es una herramienta ágil. El programa del año se comienza a diseñar en enero”, apunta. 

A lo largo de estas tres décadas ha sido conserje, técnico de sonido e iluminación, gestor de las instalaciones municipales junto a trabajos más administrativos como recoger las inscripciones para los cursos de actividades, entre otros cometidos. Pero sobre todo ha sido una persona siempre dispuesta a escuchar, a ayudar ya sumar. 

En este tiempo también se ha creado público, cada vez más exigente y selectivo. “Hay mucha oferta y las actividades hay que ajustarlas al presupuesto y al espacio, con una capacidad para 110-120 personas”, observa. No obstante, cuenta que le han quedado asignaturas pendientes, crear público joven y atraer a la población de paso. Pero se va con la satisfacción de lo que lo ha intentado. También se marcha con los deberes hechos, con el programa de verano en marcha y el programa de fiestas cerrado. No obstante, se hará extraño no ver a Patxi Mikeo atento a que todo discurra según lo previsto. “Ahora me gustaría dedicar tiempo a alguna de mis aficiones, como son monte-naturaleza y turismo. Por supuesto, no abandonaré mis inquietudes para ver las más diversas propuestas culturales”, comenta.

Patxi Mikeo ha sido testigo privilegiado de la evolución de las políticas públicas culturales y de una profesión ya consolidada. No en vano, comenzó como técnico de cultura y se jubila como gestor cultural, denominación que da una idea del reconocimiento de este oficio. Asimismo, la forma de trabajar en estas tres décadas largas ha cambiado mucho, sobre todo por las nuevas tecnologías que han facilitado parte de su labor. De los carteles en papel, que se siguen poniendo, a la inmediatez y accesibilidad de las redes sociales. “A lo largo de estos años no desaprovechado la ocasión para formarme desde las diferentes oportunidades que tuvo, fundamental para el desarrollo de mi trabajo”, observa.