Después de una temporada en Japón, Imanol Arregui ha vuelto a casa. Firmó para tres campañas con el Nagoya Oceans de la F-League, la máxima categoría nipona, y sólo ha cumplido una en la que ha ganado la Copa Oceans pero no la Liga, competición que había dominado durante 7 años. El campeón fue el Urayasu. Ahora, tras la rescisión de su contrato, el técnico de Irurtzun, uno de los más reconocidos en el fútbol sala, busca equipo al que entrenar. Le encantaría que fuese en la Liga estatal, pero no se cierra ninguna puerta. Su prioridad, recalca, es que el club al que vaya “me quiera, me deje trabajar y mi familia y yo estemos bien”.

¿Por qué se ha cerrado esa etapa de Japón?

El resumen es que era lo mejor para ambas partes. Al final no salió como esperábamos. Han pasado muchas cosas que yo sé y que el club también. Todo ello derivó en que no se pudiera ganar la Liga, aunque se acabó segundo a tres puntos. La primera vuelta perdimos muchos puntos, sobre todo en empates que, por cómo fueron los partidos, debimos ganar, pero no pasó. Luego, el equipo fue el mejor de la segunda vuelta, del play off. Pero en la primera, como digo, perdimos muchos puntos, por cosas que me guardo. Y también porque, evidentemente, hubo un cambio muy grande en cuanto a la manera de jugar y eso lleva un tiempo. Costó. Ganamos la Copa Oceans, pero no la Liga. Y la última Copa, la de Japón, fue para el Shinagawa, que nos venció. Es lo que pasa siempre. Si los resultados no son los que el club espera, es más fácil echar a uno que a seis, aunque en este caso han pasado las dos cosas. Con lo cual, eso ya te da muchas pistas de lo que ha ocurrido.Ellos, cuando acabó la Liga, dijeron que no querían contar conmigo. Evidentemente había que llegar a un acuerdo y es lo que ha pasado. Es lo mejor para las dos partes. Yo también estoy contento de estar aquí y ahora a ver para dónde tiramos.

¿Ha sido complicado llegar a ese acuerdo? Aún le quedaban otros dos años de contrato.

Podía haber sido más fácil, pero al final cuando las dos partes se quieren entender, lo hacen. Ha costado un poco, pero hemos llegado a un acuerdo satisfactorio para las dos partes y ya está. Ahora quiero centrarme en el futuro y quedarme con lo positivo de esta aventura. He aprendido muchas cosas y también de mis errores, que los he tenido. Eso me hará mejor.

“Si los resultados no son los que el club espera, es más fácil echar a uno que a seis, aunque en este caso han pasado las dos cosas”

¿Cuáles han sido esos aprendizajes de los que habla?

Muchos. Al final, yo he estado toda mi vida aquí, en un club en el que la manera de funcionar es absoluta y radicalmente diferente. Te tienes que adaptar a otras cosas. Algunas puedes, pero otras, depende cómo seas, es más difícil. He aprendido mucho, iré a otro club y será distinto también. Las cosas son más o menos difíciles dependiendo de cómo quieran las partes hacerlo. Ha sido otra forma de ver el fútbol sala, de jugar, de entender el juego. Y aprender también sobre en qué me he equivocado, que lo tengo claro, y ya está. Eso me hará mejor y para la siguiente aventura, miraré.

Se fue en busca de otros retos profesionales, de otros objetivos. Al menos ese paso ya lo ha dado. El conocer una vertiente distinta del fútbol sala.

Sí. Y también me gustaba el equipo, por eso fui. Pero primero necesitaba parar, descansar. Estar unos meses tranquilo y ya lo hice. Y, después, cambiar de aires. Por un lado ha sido un cambio muy radical en cuanto a la cultura, la manera de ser de la gente. Más difícil que si me hubiese ido a un sitio más cercano o con una cultura más parecida a la nuestra. Pero, por otro, me he ido lejos y he puesto mucha tierra de por medio. Me ha venido bien para ver ciertas cosas con más perspectiva. Me voy a quedar con lo positivo. Ha sido una experiencia enriquecedora en muchos aspectos y, ahora, estoy con muchas ganas de entrenar, de empezar de cero en otro sitio y de buscar otros retos.

Esos retos, ¿le gustaría que fuesen en la Liga española?

Sí, por supuesto. Pero al final no es lo que tú quieres, sino lo que puedes. ¿Me gustaría que fuese en España? Sí. Pero tendré que escuchar todo lo que me llegue, valorarlo y elegir lo que más me guste. Si es que puedo elegir, que igual no puedo. Mi prioridad sería quedarme en España. Si no es posible, un margen de 3-4 horas de avión sería ideal. Mucho más no me apetece ahora mismo.

Aparte de la cercanía, ¿qué tipo de proyecto le gustaría asumir?

Me da igual. No me importa. Lo que priorizo es que ahí donde vaya confíen en mi trabajo, en lo que vaya a hacer, que me dejen trabajar y que mi familia y yo estemos bien. Luego está el aspecto económico y todas esas cosas que son importantes, pero no son las fundamentales. Sobre todo, lo que digo. Que el club me quiera, me deje trabajar y mi familia y yo estemos bien. Hasta ahora lo que me ha salido he dicho que no porque estaba muy lejos y no es lo que más me apetece. Si hubiera sido por dinero, seguramente ya no estaría libre. Pero no es la prioridad. Esperaremos y a ver qué sale.

Su rutina en Japón

Se ha movido en una cultura muy diferente a la de aquí. ¿Cómo era su vida en Japón?

Vivíamos en un sitio que se llama Chita, que está a unos 25-30 minutos en tren de Nagoya. Tiene unos 48.000 habitantes. Es muy tranquilo. A las nueve de la noche ya no anda nadie por la calle. Nagoya es diferente. Hay mucho más movimiento, sin ser muy marcada turísticamente. En Chita era muy raro juntarte con extranjeros por la calle. Culturalmente, chocante. La manera de ser no tiene absolutamente nada que ver. No digo ni mejor ni peor. Cada uno está acostumbrado a lo que ha vivido. Pero me quedo con lo bueno. Hemos conocido otra cultura, otro país y otra manera de vivir y de ver las cosas.

¿Y el día a día, con un niño además de 2 años?

El día a día era muy parecido. Nos levantábamos temprano, desayunábamos y a las 9 dejábamos al crío en el cole, que era un centro internacional en el que el único extranjero era él (se ríe). Patri –su mujer– me llevaba a entrenar, luego me iba a buscar y después íbamos a comer, sobre las 12.00 o 12.30. Cuando entrenábamos a la tarde, me llevaba a las 15.30 horas y ella se iba a recoger al crío, que salía a las cuatro. Si no había entrenamiento, lo recogíamos los dos. Jugaba un rato con él, en un parque o en un sitio cerrado si hacía malo, y para las siete o siete y media ya cenábamos. A las nueve, el peque ya estaba dormido. Todo bastante rutinario.

“Lo que priorizo es que ahí donde vaya confíen en mi trabajo, me dejen trabajar y que mi familia y yo estemos bien”

Ha dicho que se quiere quedar con lo positivo de toda esta vivencia. ¿Se arrepiente de algo?

Siempre se dice que es mejor arrepentirse de lo que has hecho que de lo que no has hecho. Si no hubiese ido, seguramente habría pensado muchas veces en ello. Ya lo hice. ¿Me arrepiento de cosas? Claro que sí. Pero no es arrepentirme. Es más bien, ¿cambiaría algo de lo que he hecho? Probablemente sí. También te digo que la mayor parte de las cosas que he hecho no las cambiaría, a pesar de todo. Hay que aprender de lo que te hayas podido equivocar. Evidentemente me he equivocado en alguna cosa, tanto deportiva como extradeportiva. Pero la decisión de parar la tenía que tomar y en eso no me arrepiento absolutamente nada. Tenía claro desde la pandemia que tenía que hacerlo. Ahora, vamos a cambiar de aires y a probar otras cosas.

Muy pendiente del Xota

El Xota ya tiene su entrenador, Miguel Hernández. ¿Baraja algún tipo de vínculo con el club, de colaboración de alguna forma?

No, ahora mismo no. Saben que si puedo echarles una mano en algo, lo haré. Pero, ahora mismo, nuestros caminos están separados. Algún día volverán a juntarse, pero ahora no es el momento para ninguna de las dos partes. Yo tengo que mirar otras cosas.

¿Cómo ve al que ha sido su equipo durante 22 años?

Bien. Van séptimos en la clasificación, con muchas opciones de jugar el play off y seguro que van a pelear por eso. El calendario no es fácil, pero estoy convencido de que se van a meter.