Cuando Miguel Hernández asumió el banquillo de Osasuna Magna en 2023 reconoce que sintió “vértigo y miedo”, al igual que cualquier persona que afronta un reto nuevo. Durante este tiempo ha ido moldeando un equipo al que le toca reinventarse cada año, con salidas de jugadores que para el club y para él mismo son más de lo que aportan sobre la pista, pero no hay más remedio que asumirlas. El técnico navarro, que en su primera campaña clasificó al Xota de nuevo para la Copa de España y en la segunda hizo lo propio para el play off por el título, defiende el trabajo diario como la mejor receta para crecer y mejorar. Algo que procura hacer día a día.

¿Qué valoración hace del equipo hasta la fecha?

Ha habido un poco de todo. Nos falta todavía mucho camino por recorrer. El equipo está en buena disposición y se está mejorando en muchos aspectos, pero hay que dar tiempo. El equipo está muy competitivo, muy comprometido y responsabilizado, si bien hay veces que no salen las cosas a la primera. Hay que seguir dándole.

¿Dónde hay que mejorar?

En defensa, dentro de algún error puntual, el equipo está junto. El problema es con el balón. Nos falta esa fluidez de movimientos y ser un poco más verticales, algo que tiene un trabajo físico por detrás importante. Pero todo el mundo está poniendo de su parte. Es cuestión de tiempo y de no dejar de intentarlo.

Estamos en octubre y no es el primer parón que sufre la competición. ¿Cómo lleva este tema?

En estos tres años como entrenador he aprendido que no hay dos parones iguales. Las conclusiones se sacan después. El anterior no nos vino muy bien. Como recuperatorio quizás sí, porque íbamos muy cargados y tuvimos partidos muy duros como el de Barcelona. Sin embargo, nos vino mal en cuanto a que perdimos un poco el ritmo. Esperemos que este nos venga mejor. Tenemos que recuperar a la gente.

Uno con el que no ha podido contar hasta ahora es Andrés Geraghty. ¿Cómo está? 

Es un jugador importante, como todos. Ha tenido una lesión curiosa. Empezó con un tobillo, parecía que era un esguince, pero se dañó los ligamentos. Además, es una articulación que para un jugador de fútbol sala es muy importante en cuanto a frenadas, arrancadas o golpeos. Va despacito, pero va. Seguro que muy pronto vuelve a echarnos una mano en la pista. Espero que en estas dos semanas de parón se meta algo más en la pista y, aunque esté lejos del ritmo de juego, por lo menos sea uno más a sumar.

Este primer tramo liguero ha estado marcado también por la salida de Juninho al Jimbee Cartagena vía abono de cláusula. ¿Cómo le afectó como entrenador?

Así es el deporte... Tengo mucha confianza con Juninho y, cuando acabó la temporada pasada, hablé con él y tenía lo de Riga. Estaba prácticamente hecho, pero siempre había un resquicio de que no saliera por problemas del club allí. Yo hice el equipo en función de que Juninho no iba a estar y, cuando se quedó, era un punto importante para nosotros. Por eso le ha fichado Cartagena también... Pero el equipo estaba moldeado para no contar con Juninho. Es una pérdida. Además, nos pilló entre semana con partido también en Barcelona y no quieres despistarte. Todos sabemos lo importante que era como jugador y como persona, pero otros también se han ido y el equipo ha conseguido ir hacia adelante.

Poco después se produjo el susto con Pachu, que también estuvo a punto de irse. Pudo quedarse sin dos puntales de golpe en su esquema. Eso, ¿cómo se gestiona?

No me ha gustado la novedad de este año (se refiere a ampliar el mercado de fichajes hasta el 30 de septiembre). En equipos humildes y con estructuras y plantillas pequeñas nos hacen un avión. Todos los jugadores que te pueden interesar en cuanto a reemplazos ya tienen los contratos firmados y es muy complicado sacarlo. Además, nuestro modelo de juego es muy concreto. Sabemos lo que somos. Un equipo que apuesta por la gente joven para que saque todo lo que tiene dentro y es algo que puede pasar. Pachu está muy contento, quiere esperar un poco más, está muy comprometido con nosotros y vio que no era el momento de salir. Nosotros también estamos contentos.

Usted, al final, invertirá mucho tiempo en planificar, mirar jugadores, ver posibilidades... ¿Cuántas horas tiene su día?

Eso te podrían decir en casa (se ríe). Bueno, depende de las personas. Yo he tenido a Imanol como una referencia y cada vez me parece más increíble que aguantase tantos años sin volverse loco. Somos equipos pequeños, con poca estructura y al final el entrenador tiene que hacer de todo. Te lo llevas todo, lo miras y le das infinidad de vueltas. Tampoco tienes un presupuesto como para traer a gente por dinero, así que tienes que traerlo por modelo de juego o porque le guste el equipo y quiera salir para adelante. Es muy complicado. Cada vez valoro más este club y a las personas que están y que han estado. Palote (Roberto Martil) siempre me dice que le doy muchas vueltas a las cosas, pero soy así e Imanol también lo es. Al final, todo sale a base de darle mucho, de ajustar y de acertar, porque hay mucha responsabilidad. Y tenemos suerte de que están viniendo muy buenos chavales. Hay que reinventarse cada año.

¿Habla mucho con Imanol?

En momentos puntuales. Nos conocemos mucho y él no quiere ni agobiarme a mí ni yo a él. Pero, para situaciones puntuales, sí que hablamos. Él sabe que tiene toda la confianza del mundo para hablar conmigo y yo con él.

Imanol comentó en una entrevista que le gustaban “los enanos rápidos y habilidosos”. A usted, ¿qué tipo de jugador le gusta?

Yo siempre he sido más segurola que Imanol. De jugador más hecho, buen atacante y buen defensor. Él no. Siempre ha dicho que quiere un pirulero y ya le enseñará luego a defender. A mí claro que me gustan los piruleros y los de talento, pero me gustan más robustos. Sí que es verdad que, en este deporte, los que marcan la diferencia son ese tipo de jugadores talentosos que, si encima los metes en ese trabajo defensivo, acaban siendo grandísimos jugadores.

Cuando se hizo cargo del Xota, ¿tenía miedo o vértigo a que le comparasen con él?

Miedo y vértigo tuve seguro, lo mismo que cualquiera cuando coge algo por primera vez. Pero yo nunca me voy a comparar con Imanol. Es muy difícil. Yo he sido muy afortunado por trabajar con él durante 20 años y ojalá en un futuro podamos hacerlo de nuevo. Pero nunca me he sentido comparado, porque es imposible. Yo tengo el compromiso con el club, con el equipo. Saben cómo soy y que doy el doscientos por cien por los jugadores y por el Xota. Él también ha evitado siempre que la gente comparase. Yo llevo tres años aquí, más en el club, pero el puesto no tiene nada que ver. Claro que tienes vértigo, pero al final la gente que te rodea es la que te da la seguridad en los momentos de dudas.

Miguel sigue el partido desde el banquillo, donde Roberto Martil, su segundo, da instrucciones al ucraniano Korsun. Iñaki Porto

¿Es real eso que se dice de la soledad del entrenador?

Sí, sí es verdad. Yo también soy bastante introvertido. Me gusta que la gente esté bien, esté contenta y comprometida. Pero luego me gusta ese momento de soledad y de tranquilidad. Y también que la gente me diga cosas. Que me den otros puntos de vista. Luego ya soy yo el que, en función de la situación, los filtro. Esa soledad es real, va con el puesto, pero también es una gozadica. El tener ese poder, bien entendido, de juego, del equipo, de los chavales. De hacer feliz a la gente. De jugadores que vienen con la máxima ilusión y los ves crecer. Llegar a tener una complicidad. En este deporte por lo menos y en esta aldea que es Irurtzun y Pamplona, es muy chulo.

“Claro que tienes vértigo, pero al final la gente que te rodea es la que te da la seguridad en los momentos de dudas”

Con usted a los mandos el equipo ha vuelto a jugar Copa de España y ‘play off’ por el título de Liga. ¿Qué balance hace desde que se sentó en el banquillo?

En estos 25 años yo he vivido situaciones de todos los colores en el Xota. Para mí es el mejor club del mundo y me considero un afortunado. Siempre hemos sido muy ambiciosos, pero son los jugadores los que te piden más y no se conforman sólo con participar. Quieren identificarse con el equipo y con el modelo de juego. Ellos te aprietan. Es algo natural. Habrá días en que saldrá mejor o peor, pero el trabajo siempre está ahí. Es normal que haya momentos malos y se aprende más de ellos que de los buenos. Cuando ganamos más de un partido seguido y me hablan del octavo puesto, pienso que es más fácil ganar ese partido que venir de una derrota o de dos y tener que darle la vuelta. 

Algunas veces ha ganado un partido y no se le ha visto satisfecho del todo...

Siempre hay algo. Eso lo he aprendido como entrenador y me lo decía Imanol. Que hay veces que no se disfruta ni con la victoria, porque siempre hay algo que se ha podido hacer mejor. La felicidad del entrenador es, en parte, cuando logras el objetivo de los 30 puntos, de la permanencia, y cuando acabas la temporada. O cuando sale un chaval a un equipo grande y ha sido gracias a todos. Tengo la inmensa suerte de estar rodeado de un gran cuerpo técnico, con Palote en primera posición, y luego están los Zala, los Julen, los Aritz, Jesús, José Ángel... Entre todos intentamos ser ambiciosos y no ponernos metas.

¿Qué tal con Martil? Él parece más vehemente y usted más sosegado.

Palo está todavía en ese momento de transición de jugador a entrenador, creo yo. Pero él tiene ese temperamento y por eso lo quiero a mi lado. Conecta muy bien con el jugador. Ha vivido tantos años en esa posición que sabe cómo llegar a él. Yo me aprovecho de ello. Él es el hilo conductor. Es una ventaja que tenemos y hay que aprovecharla.

¿Qué espera de esta temporada? ¿Del futuro?

No soy cholista, pero estoy de acuerdo en eso del día a día. Sólo espero que sigamos entrenando a este nivel. Eso nos va a hacer crecer. Entre semana es el laboratorio para plasmarlo en el partido el finde. Mientras estemos entrenando bien, con esa capacidad de mejorar, de ser humildes y de creer que podemos aprender algo todos los días, yo ya me siento satisfecho. Eso nos va a llevar a estar en los partidos, a ganarlos y luego ya se nos colocará en la clasificación. Para mí es muy importante el día a día. Es fundamental. Tenemos muchos jugadores en formación que no pueden desaprovechar esos entrenamientos, puesto que son para mejorar, para crecer, para equivocarse y para probar cosas. Eso, luego, ya nos llevará a donde nos merezcamos.