El motivo del llanto le surgió del alma y se confundió con el aire que respiraba el estadio, impregnado del mismo sentimiento: la consternación por la muerte del padre del técnico, ocurrida el pasado miércoles cuando fue arrollado mientras ayudaba a empujar el coche de su hermano.

El fútbol, entonces, con ser la sustancia de la reunión, pasó a un segundo término. Los jugadores se conjuraron para ganar para ofrecerle una victoria fundamental a este cántabro campechano, que suscita la simpatía general, capaz de enfrentarse a José Mourinho proclamando las verdades del barquero y suscitando la adhesión generalizada del mundo futbolístico.

Manolo Preciado (Astillero, Cantabria, 1957) interiorizó su desgracia y postergó el ritual funerario para después del citado encuentro. Lo primero es lo primero, dijo, y no hubo mayor discusión.

Tras el partido, en una emotiva rueda de prensa el técnico cántabro descubrió sus razones: "Detrás de los que se fueron están los que siguen aquí y eso es lo que me da fuerzas para continuar". Su padre, Manuel Preciado Salas, tenía 84 años cuando la fatalidad le alcanzó y se lo llevó en Astillero. Su mujer, Puri, habían muerto en el verano del 2002, a consecuencia de un cáncer. Manolo entrenaba entonces al Racing y, con 45 años, se quedaba viudo y con dos hijos.

Dos años después, cuando comenzaba a superar la pérdida de su esposa cuya fotografía, guardada en uno de los bolsillos de su chaqueta, besaba antes de cada partido, Manolo Preciado sufrió un golpe todavía más duro. En una madrugada de julio de 2004 recibió otra llamada que le heló el corazón: su hijo menor había muerto al chocar la moto que conducía contra un muro. Manolo Preciado, que la temporada anterior había dirigido al Levante, en Segunda División, y entonces comenzaba en el Murcia, fue destituido del cargo tres meses después a consecuencia de los malos resultados.

SOSIEGO EN GIJÓN "La vida me ha golpeado fuerte. Podría haberme hecho vulnerable y acabar pegándome un tiro, o podría mirar al cielo y crecer. Prefiero la segunda opción", asegura el técnico. Y tanto. Son acontecimientos imposibles de intuir, siquiera, ante el rasgo de bonhomía, de buen rollo, que muestra habitualmente el entrenador cántabro, un hombre que profesionalmente halló su buena estrella en su siguiente destino futbolístico, el Sporting de Gijón, club en el que encontró sosiego y en donde pudo demostrar su categoría.

Preciado desarrolla su quinta temporada al frente del equipo asturiano, al que ascendió a la máxima categoría hace dos años tras una década de exilio en Segunda División. Por eso, cuando pintaban bastos, sobre todo alcanzado el ecuador del campeonato los dirigentes del Sporting no cuestionaron su continuidad en el cargo.

Manolo Preciado y su Sporting, además, se ha convertido en el factor clave en la lucha que Barça y Real Madrid mantienen en post del título liguero logrando contra todo pronóstico una victoria en el Santiago Bernabéu, en la trigésima jornada, que desniveló en favor de los azulgrana el titánico pulso. Ese día, además, hizo las paces con José Mourinho, poniendo punto y final al agrio enfrentamiento que ambos habían protagonizado. Ahora, y a falta de cinco jornadas para la conclusión del campeonato, Preciado afronta la recta final con la sensación del deber cumplido: mantener la categoría. En ello ha tenido mucho que ver la fortaleza defensiva que ha impregnado al equipo para contrarrestar así la falta de gol, como demuestra los cinco encuentros consecutivos en El Molinón sin encajar ni un sólo tanto.