Copa de la república Osasuna participó en 1931 en la única edición de este torneo, que no tuvo campeón
historia cuatro equipos apeados de la copa de españa jugaron una liguilla que no completaron
pamplona - La primera y única edición de la Copa de la República, disputada entre mayo y junio de 1931, resultó tan breve como corta de competidores, tan poco relevante en lo informativo que cuesta encontrar su huella en las hemerotecas, tan poco rigurosa en su desarrollo que ni tiene dos líneas en la historia del fútbol. Por no tener, no tuvo ni trofeo. Los clubes en liza cursaron una solicitud a Niceto Alcalá Zamora, presidente de la II República, pero la copa no llegó a tomar forma material. Nadie la vio o la palpó. Tampoco la echaron en falta porque la competición quedó inconclusa y no hubo campeón que la reclamara para sus vitrinas.
El torneo nació de la necesidad de cinco equipos eliminados en dieciseisavos de final de la Copa de España (actual Copa del Rey) de sostener dos meses más la actividad de sus plantillas. De ahí que en algunos periódicos aparezca presentada también como Torneo de Consolación, Copa de Eliminados... En casa, El Pensamiento Navarro, quizá por no mentar a la bicha republicana, lo presentaba como el torneo de los cuatro.
Parece que la iniciativa arranca de la Real Sociedad (que por mor de los vientos republicanos que soplaban desde el cercano 14 de abril mudó entonces a Sociedad de Fútbol de San Sebastián y luego Donostia FC), logró la adhesión del Athletic de Madrid (actual Atlético), Alavés y Racing de Santander, además de la incorporación de Osasuna, que en ese año quedó eliminado en el torneo regional previo. Pero el equipo cántabro finalmente no compitió ya que estaba sancionado por no tener bien acondicionado en su campo el túnel de salida de los jugadores al terreno. El club cántabro, en conversación telefónica, pidió la mediación y el apoyo de Osasuna que, según consta en las actas del club, terció a favor del Racing ante el secretario general de la Federación Española de Fútbol, Ricardo Cabot. No sirvió de nada; la Federación no levantó el castigo. Una decisión que, visto el rigor federativo por hacer cumplir las normas, otorga al torneo un carácter oficial.
Para Osasuna, encuadrado entonces en Tercera división, resultaba atractivo -para sus futbolistas y para la afición- competir con equipos de superior categoría, dos de ellos vecinos. Pero la falta de respuesta del público, la poca combatividad de los jugadores y, sobre todo, la oferta de una gira por Marruecos al Athletic de Madrid a mitades de junio, arruinaron la competición, que quedó incompleta para la historia porque el equipo colchonero dejó de cumplir sus compromisos en tres partidos y causó a sus rivales una pérdida económica, ya que el gasto de desplazamiento no lo pudieron compensar después con los ingresos de taquilla.
La competición
Osasuna abre y cierra
Reducido a un torneo de cuatro equipos, los organizadores optaron por el formato de liguilla a doble vuelta. Barajaron la opción de las eliminatorias y una posible incorporación posterior de clubs apeados en octavos de la Copa de España, pero esa alternativa quedó descartada. Así las cosas, el calendario confeccionado quiso que el partido inaugural de la Copa de la República tuviera por escenario el campo de San Juan y como rival al Athletic de Madrid. “A Pamplona ha correspondido el honor de ser la primera capital española que inicia una competición en la que se disputa un trofeo donado por el primer presidente del Gobierno de la República”, recogía la prensa local en mayo de 1931.
El encuentro inaugural, jugado el 10 de mayo, registró un empate a dos goles. Dos tantos de Catachú pusieron por delante a Osasuna en poco más de media hora, pero los rojiblancos igualaron. Con el 2-2, Muguiro no acertó a transformar un penalti.
Una semana después, Osasuna ganaba in extremis 2-3 en San Sebastián. Posteriormente, encadenó tres derrotas consecutivas y cerró la competición, el último partido de la Copa, ganando 1-0 al Alavés. Este lance fue calificado por la prensa gasteiztarra como “una final”, subrayando que “de este encuentro puede depender el título y la posesión de la Copa de don Niceto”. No hubo ni lo uno ni lo otro.
El desempeño de los rojillos
Una año ni fu ni fa
Osasuna era, de los cuatro, el rival de inferior rango; Alavés y Sociedad jugaban en Primera; el Athletic bajó a Segunda tras el curso 1929-30 y no retornó hasta el ejercicio de 1934-35. Los rojillos firmaron un buen desempeño en su grupo de Tercera, concluyendo en tercer lugar por detrás de Baracaldo y Deportivo Logroño. Pero el ascenso debía esperar.
El cuadro pamplonés no ahorró en efectivos y afrontó el torneo con todos sus titulares (jugaba completo, que se decía en la época) entre los que había entonces figuras hoy legendarias como Muguiro, Urrizalqui, Gurucharri y Catachú, que años más tarde conquistarían el primer ascenso a la máxima categoría. Martín José Muguiro asumió la dirección del plantel el 20 de abril ante la marcha del anterior responsable, el vizcaíno Francisco Pagazaurtundua. Pese a ese esfuerzo y a medirse con contrincantes de superior categoría, el público llegó a manifestar su desagrado con el rendimiento de los futbolistas ya en el primer partido frente al Athletic.
El desinterés
Un torneo sin tirón
Decía la prensa de la época que el Athletic de Madrid era el club que más apostaba por la competición, ya que veía en el torneo la oportunidad de llevar aficionados a su estadio y rellenar el final de temporada tras el varapalo que supuso la eliminación en la Copa de España a pies del Valladolid. El empeño parecía tener fundamento, sobre todos tras conocerse que los dirigentes del club no habían concedido permiso a varios futbolistas que el Racing de Madrid había pedido a préstamo como refuerzo para su gira por Perú.
Pero el aficionado de Madrid y del resto de ciudades dio pronto la espalda al torneo. En San Sebastián, la Sociedad de Fútbol ya había advertido que utilizaría la competición para probar a nuevos jugadores. Heraldo de Madrid publicaba tras el Athletic-Alavés (3-2) disputado el 17 de mayo que “la gente huyó al hipódromo, a Vallecas, al Metropolitano, a los toros (?). Lastimoso, señores deportistas, lastimoso. Y no tienen ustedes la culpa. Es la culpa de la propia organización de nuestro fútbol”.
Y el 7 de junio, tras el Sociedad-Alavés (1-1), el mismo periódico anticipa: “La Copa República toca a su fin... por falta de equipos. Ausente el Athletic de Madrid; ausentes, dentro de poco, varios jugadores del Alavés, la Copa sufrirá, posiblemente, un tiempo de almacenaje”.
El epílogo
Una copa más o menos
Heraldo Alavés escribía el epílogo a esta competición. “El llamado torneo de la Copa de la República no ha cuajado. Y eso ha sido no solo en Vitoria, donde la afición tiene motivos para el aletargamiento que padece, sino en otros puntos, como en San Sebastián y Madrid”, sentenciaba. Y señalaba al responsable del fracaso: “Se trata de una rajadura en toda regla del Athletic de Luciano (se refiere al entonces presidente del club, Luciano Urquijo). Parece que dicen que les interesa más un viaje por África, subvencionado a golpe de billetes marroquíes...”.
El mismo periódico sentenciaba tras el encuentro de Pamplona: “Este torneo carece de emoción hasta para los propios jugadores a los que les importa poco que en la vitrina del club haya una copa de más o de menos y lo que ellos quieren es otra clase de luchas...”.