si un jugador del Burladés se olvida las medias, las espinilleras, la camiseta o los calzoncillos, no hay problema. Saliou sale al rescate. El senegalés no falla. El utillero se toma su tarea con profesionalidad y ha conseguido que antes de los partidos su vestuario sea más propio de un equipo de Champions
Es Saliou Ndiaye. De nuevo Saliou. El senegalés que volvió a su país en 2013 entre lágrimas por el cariño de niños y mayores del Burladés y que ha regresado a Navarra, ahora ya con su mujer y sus tres hijos. Dice que ya lo tiene todo.
Lo ha pasado mal en la vida y valora como nadie lo que tiene. Se siente afortunado de recibir el cariño del Burladés. “Todo lo que digas de Saliou se lo merece”, dice Patxi Bronte, entrenador del juvenil. “Es que es un buen tío y por eso le irá bien donde vaya”, apunta Joaquín Marsal. “Es muy grande”, añade Patxi Bator, presidente del club. Todos coinciden.
“Me encargo de la ropa y el material del equipo. Es algo que me gusta hacer. Los futbolistas salen a darlo todo por un escudo y creo que se merecen un vestuario en condiciones, donde se sientan a gusto. Esto no se suele ver mucho en la categoría y me gusta que cada uno tenga lo que necesita. Los jugadores no me piden cosas, pero yo les veo lo que hacen y ya les pongo el pantalón de la talla en la que se encuentran más cómodos o las dos térmicas si les gusta cambiarse en el descanso... No se les puede compensar a nivel económico, pero sí les puedes dar cariño”.
Saliou se encarga de lavar la ropa. Si alguno piensa que la hierba artificial no se mancha, se equivoca. “El barro es barro y se lava. Pero el caucho te obliga a tener la ropa en remojo 24 horas y la daña mucho”. Un día de partido a media tarde, va al campo a las 12 del mediodía. “Si tengo el vestuario libre, me gusta organizarlo con tiempo”. La talla que mejor le va a cada uno, las toallas, la fruta para el descanso, la bebida... “Es una familia y cada uno tiene su tarea”.
Es uno más del Burladés. “Aquí me han ayudado en las dificultades que he tenido. Tener el cariño de la gente cuando tienes problemas es mucho. Salgo a la calle en Burlada y niños de 6 años me llaman por mi nombre. Eso me da mucha fuerza. Estoy orgulloso de como soy si siendo así me gano el cariño de la gente”.
De aquel vendedor ambulante en Peñíscola que llegó al Burladés de la mano de su presidente al Saliou que hoy vive en Burlada con su mujer y sus tres hijos son han pasado unos años. “Patxi me ayudó a dejar la venta ambulante y encontrar trabajo aquí. Con la crisis, me quedé en paro. Como persona me da vergüenza pedir dinero. Yo quería trabajo. No había trabajo y con lo que tenía ahorrado decidí volver a Senegal con mi familia en 2013, con una camioneta que allí me podía servir para trabajar. La despedida fue dura, con todos los niños del Burladés llorando. Yo también estuve una semana llorando en Senegal. Allí unas cosas me salieron bien y otras mal, pero al menos si me iba mal, estaba con mi familia, que no es poco. La situación en África es complicada. Mantuve el contacto con la gente de aquí y me avisaron que podía tener trabajo. Así que un año después volví con un contrato y ahora estamos aquí los cinco”.
“¿qué más puedo pedir? soy feliz” Saliou transmite buena onda. “Estoy donde quiero estar. Mi mujer vino en 2015 con mi hijo pequeño. En junio de 2016 llegaron mis otros dos hijos, que mientras tanto se quedaron allí con mis hermanas. Llevamos un año juntos y estamos bien. Yo estoy haciendo lo que me gusta, con la gente que quiero, tengo aquí a mi familia... ¿Qué puedo pedir más? Soy feliz”.
Ahora los tres hijos juegan en el Burladés. “He tenido suerte de encontrar buena gente. Mi vida no ha sido fácil, porque no tenía nada. Conocí a Patxi en la venta ambulante, y le parecí buen chico, vine con él a Pamplona. He cenado con él en Navidad, he ido a las bodas de sus hijas... Ahora mi familia está aquí. Mis hijos están en Europa y pueden estudiar. Yo he luchado mucho para que vinieran. Hay muchos niños en África que no pueden recibir una educación. Gracias a Dios he conocido a mucha gente. Nos une el fútbol. Ser negro o de otro color no tiene nada que ver, lo importante es ser buena persona. Si te sacrificas por la gente, la gente te devuelve lo que le das”.