La vida del árbitro cascantino de 21 años, Xabier Roncal, cambió radicalmente a comienzos de 2021, cuando se le detectó que sufría leucemia, una enfermedad de la que se ha recuperado y a la que, en términos de su gremio, ‘le ha sacado tarjeta roja’. Ahora, año y diez meses después, Roncal ha vuelto a disfrutar arbitrando un partido. 

¿Cómo se encuentra?

–Ahora bastante bien, poco a poco cogiendo el nivel físico, entrenando y siguiendo hacia adelante, y a nivel mental bastante mejor de lo que cualquiera se espera. Lo he llevado bastante bien, eso me ha ayudado bastante y creo que es lo más fuerte. Estoy contento y feliz.

¿Cuándo empezó todo?

–Justo cuando el covid estaba bajando. En navidades tuve unas pruebas de arbitraje, las pasé, y días más tarde me empecé a encontrar mal, con cómo estaban los médicos no me podían atender bien y finalmente tuve que ir un día al hospital, a comienzos de 2021, porque no podía respirar, tenía la garganta inflamada y de ahí derivaron unos análisis para ver qué era y unos días más tarde me dijeron que tenía leucemia y, como dicen ellos, tenían que ponerle apellido para ver qué tipo era. Tenía que empezar al día siguiente la quimioterapia porque si no lo hacía podía ser peligroso.

Entiendo que es duro el momento en el que recibe la noticia

–Sí, porque en ese momento estaba ingresado por una infección de garganta. Estaba ingresado y al día siguiente, cuando yo me iba a ir a casa, mis padres se bajaron a Cascante, donde residimos, para trabajar, y es una tía mía la que sube al hospital, donde yo estaba ingresado en la habitación, para hacer el último análisis y marcharme. Justo después de quitarme los últimos sueros, ducharme, y prepararme para marcharme, es cuando los médicos entran en la habitación y nos comentan a los dos que creían que tenía leucemia. Querían asegurarse. Luego les conté a mis padres la noticia.

¿Cuál fue su reacción?

–Me quedé en blanco. Al momento me quedé en blanco, como si no supiera qué era la leucemia, cuando realmente lo sabía. No sabes qué pensar, pero desde el primer día, después de que me lo dijeran, ya dije que era una enfermedad y que había que salir adelante. Piensas por qué a ti, pero no tienes que darle muchas vueltas a la cabeza. Al final puede pasarle a cualquiera.

Durante este proceso habrá pasado por todo tipo de momentos.

–Hay momentos duros, y otros menos duros. Al final es verdad que había días en el hospital en los que te costaba más, días en los que te costaba menos, pero el pensamiento era el mismo, que era algo que había que pasar. 

No es sencillo dar la noticia...

–Es verdad que el primer día, cuando tenía que contarlo, no sabía cómo escribirlo. Al final lo puse sencillo: “Tengo leucemia. Voy a salir”.

¿Cómo afrontó la recuperación?

–Con nerviosismo. Por lo que has hablado con gente que lo ha pasado te dice que es duro y no te imaginas el nivel de dureza. Al principio cuesta mucho, parece que luego te acostumbras, pero no. Si es lo que me ha salvado la vida, adelante. Sabes que es muy duro, pero tu cabeza te dice que lo tienes que hacer porque no hay otra. Y, como todo en la vida, tienes que pelearlo.

Si pudiera conocerle, ¿qué le diría a su donante de médula?

–Siempre le voy a estar agradecido. Querría verle, darle un abrazo y las gracias por darme otra oportunidad.

¿Qué le ayudó a superarlo?

–La primera pieza fundamental ha sido mi familia, mis padres. También, desde el ámbito deportivo, al comité, desde el presidente en aquel momento que era Felipe, como José Antonio, delegado en Tudela, como diferentes personas y compañeros del comité. También mi cuadrilla de amigos de Cascante ha sido fundamental, que te ayudan día a día. El comité, todas las semanas, cuando estaba ingresado, me preparaban unas charlas. Estaban Del Cerro, Mateu, incluso Jagoba Arrasate. Te mimaban la moral y te ayudaba bastante.

Xabier Roncal (segundo por la derecha) junto con Del Cerro Grande (primero por la derecha) y todo su equipo. Cedida

Totalmente inesperado...

–Yo no tenía ni idea de que tenían preparadas reuniones para mí. Los lunes de cada semana sabía que tenía una reunión y no sabía con quién. Nada más terminar las charlas tenía ganas de que fuera otra vez lunes para tener la siguiente.

¿Qué le decían?

–Sobre todo ánimos. Y que al final somos todos compañeros, estamos para ayudarnos y los de Primera, aunque se les ve más profesionales, están para lo que sea. Del Cerro Grande me dio su teléfono, me escribía todos los días a ver qué tal estaba, cómo me encontraba y recuerdo que un día quedé con él antes de un partido. Me recibió en un hotel, me hizo unos regalos. Fue emotivo. 

¿Cómo es el Xabi de ahora?

–Veo las cosas de diferente manera. Muchas que antes tenían preferencia ahora las pones en segundo plano, y al revés.

¿Qué es para usted el arbitraje?

–Una forma de vida, una pasión. Me ha dado mucho, a nivel de amistad, de crecer, de tener más pausa, más paciencia. Me ha dado mucho y creo que le debo mucho. 

¿Dónde nace su interés?

–Es verdad que yo antes jugaba a fútbol y empecé a pitar algún partido de alevines y torneos del pueblo. Le cogí el gustillo y un día vimos un cartel que decía ‘anímate’ y le dije a mi padre ‘vamos a llamar’ y desde el primer momento me apoyaron mis padres. Entré con 16 años y ahora tengo 21.

¿Cómo ha sido la vuelta?

–Después de dos años, por la pandemia y la enfermedad, el día que te llega la designación estás nervioso. Con alegría, pero con cierto nerviosismo por cómo va a ir el partido. Es una mezcla de emociones que no sé cómo explicar. Ya desde que salgo de casa ya siento que estoy en el partido, pero cinco minutos antes recuerdas por lo que has tenido que pasar y piensas en que ha merecido la pena. Acabas feliz porque vuelves a disfrutar de lo que te gusta. Es una felicidad enorme. 

¿Qué le depara el futuro?

–Muchos años de arbitraje, veo aprendizaje, veo felicidad, amistad, disfrutar de cada partido...