La Liga tiene tres problemas con Vinícius, el formidable delantero madridista:

1 / Las patadas que le dan como única manera de frenar sus rápidas internadas. Y eso es tan fácil de arreglar como no titubear con las tarjetas, sea el minuto uno o el noventa.

2 / Lo faltón que es con los adversarios, con los árbitros y hasta con las aficiones rivales. Y eso es tan fácil de arreglar como el punto 1, sin dejarle pasar ni una.

Y 3 / El racismo con el que reaccionan algunos sectores de las aficiones rivales. Y ahí quien tiene que entrar es Antiviolencia, y a saco. Y en esas estamos cuando va el Mallorca y aplica la táctica de tocarle las narices, a sabiendas de que eso le iba a descentrar. Como Maffeo y sus burlas continuas. Pura picaresca que merece también unas tarjetas arbitrales, por menosprecio al rival, pero que, de un modo más o menos descarado, nos tememos que hemos de ver más a menudo mientras el brasileño no serene su sangre caliente y su conducta.