La de años y años en los que hemos oído eso de que “los árbitros se pueden equivocar, pero no intentan favorecer a nadie”. La de años y años en los que eras poco menos que un conspiranoico si decías –por las evidencias jornada tras jornada– que había un sistema perfectamente organizado para favorecer a Real Madrid y Barcelona. Y ahora se pone a la vista toda la mugre del caso Negreira –favores al Barça– y comienzan a asomar las múltiples ayudas al Real Madrid, que cínicamente es el que más se rasga las vestiduras con los escándalos arbitrales de su eterno rival. Y la respuesta es decirte que eso pertenece al pasado, como si en el presente no fuera rara la jornada en la que uno u otro no protagonizan algo extraño y lamentable. Y si bien el VAR ha acabado con las trampas más burdas, toda jugada dudosa acaba pitada a su favor. La vida sigue igual porque el sistema no ha cambiado.