La superstición, esa creencia algo irracional que trata de explicar un suceso concreto con un hecho o con un objeto aparentemente ajeno, es un fenómeno que está muy presente en muchos entornos, y la comida no es una excepción en lo relativo a la buena o mala fortuna. De hecho, un estudio publicado recientemente por la compañía Spin Genie, indica que un 58% de los españoles reconoce seguir alguna tradición supersticiosa relacionada con la comida, ya sea por costumbre familiar, historias populares o simple creencia personal. A ellos se une el 64% que considera que ciertos alimentos pueden atraer buena suerte.

Antes de sorprendernos por este resultado, cabría hacer examen de conciencia y recordar nuestra entrada de Año Nuevo, cuando al rito de las 12 uvas se une el de poner una moneda o algo de oro en la copa de cava para atraer la buena suerte durante el año entrante.

Algo que es claro es que las supersticiones culinarias son un reflejo de la relación entre la cultura y la comida. Aunque muchas han perdido su significado original, siguen recordando cómo los alimentos han sido, históricamente, algo más que una fuente de nutrición. Representan un símbolo de protección, fortuna y unión familiar.

Las uvas de la suerte de Nochevieja. Freepik

De la sal al pan boca abajo: las supersticiones más comunes

La relación entre superstición y comida se mantiene viva en muchas regiones y hogares de nuestro entorno, muchas veces de forma inconsciente. Además de las 12 uvas, es común evitar brindar con agua, ya que se asocia con la mala suerte debido a su vínculo con rituales funerarios en la mitología griega. De hecho, según un estudio realizado por Perrier, el 75% de la población española evita el agua a la hora de brindar.

Otra superstición que se mantiene en el día a día es evitar derramar la sal, ya que sigue considerándose una señal de mal fario. La historia se remonta a la Edad Media, cuando la sal era un bien preciado y desperdiciarla se interpretaba como un descuido hacia la prosperidad. Sin embargo, la creencia popular indica que este efecto puede neutralizarse si se lanza un poco por encima del hombro izquierdo, un gesto que aún se conserva en muchas casas.

Que se caiga la sala se ha mantenido como una señal de futura mala suerte. Freepik

El pan, considerado tradicionalmente un símbolo de vida y sustento, también está rodeado de supersticiones. Colocarlo boca abajo sobre la mesa se ha asociado con atraer escasez. Esta práctica tiene origen en la Francia medieval, cuando los panaderos reservaban el pan del verdugo poniéndolo invertido, un gesto que acabó adquiriendo connotaciones negativas en muchos países.

Además, en muchas regiones de Castilla y Galicia, el pan no se pasa directamente de mano a mano, sino que se apoya sobre la mesa antes. De lo contrario, se dice que puede atraer conflictos o mala convivencia familiar.

Hierbas, ajos y amuletos gastronómicos

Algunos ingredientes también se consideran protectores naturales. El ajo, por ejemplo, ha sido visto como un escudo contra el mal de ojo y las energías negativas. En regiones como Castilla-La Mancha, es común colgar ristras de ajos en puertas o habitaciones para alejar las malas vibraciones, e incluso hay quienes lo llevan en el bolsillo como amuleto. Por no hablar de su fama como espantavampiros.

El laurel y el romero, dos hierbas muy presentes en la cocina mediterránea, también se asocian con la suerte, la victoria y la fidelidad. En muchas casas, se guardan hojas de laurel secas en la despensa o se queman ramas de romero para atraer la buena energía.

Y si hay un ingrediente cargado de simbolismo, es el huevo. Además de su uso en la cocina, en España y Latinoamérica se utiliza como ritual para “limpiar el mal de ojo”. Se pasa por el cuerpo y, posteriormente, se rompe en un vaso de agua, donde la forma de la clara se interpreta para identificar envidias, males o energías negativas. A esto se une la creencia de que si de un huevo salen dos yemas, llegarán muchos hijos —o al menos gemelos— al hogar. Salvo que seas noruego, que en ese caso es mal augurio y muerte.

Cubiertos y otros rituales de la mesa

También existen supersticiones menos conocidas relacionadas con la disposición y la decoración de la mesa. Dejar los cubiertos cruzados sobre el plato se interpreta como una invitación a la discordia, mientras que dos cuchillos cruzados anuncian una discusión o traición. En Italia, además, todavía se evita que trece personas se sienten a la mesa, un número que sigue generando recelo entre los supersticiosos, aunque el 17 es su número de la mala suerte.

Clavar los palillos en el cuenco de arroz es en Japón un imán para el desastre, ya que se interpreta como un llamado a la muerte.

Aunque las supersticiones cambian entre culturas y países, todas reflejan la misma idea de que la comida es mucho más que un alimento: un lenguaje simbólico capaz de conectar lo cotidiano con lo espiritual. Y a ello se une un deseo de controlar, o al menos tener una explicación que nos ayude a tener sensación de seguridad.