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Un día de entrenamiento con los perros de rescate en Elorrio: héroes de cuatro patas que salvan vidas

El Grupo del Perro de Salvamento de Euskadi (GPSE), con sede en Elorrio, tiene entre su filas a 16 perros rescatistas. Ekaitz Moreno es el presidente de este grupo que junto al resto de instructores entrenan y cuidan de estas joyas de cuatro patas que salvan vidas humanas.

En imágenes: Los integrantes del Grupo del Perro de Salvamento de EuskadiJosé Mari Martínez

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Siempre tienen el teléfono móvil a mano. En cualquier momento, a cualquier hora, puede surgir un imprevisto que active un operativo de búsqueda. El pasado 23 de abril, por ejemplo, en la comarca de Zigoitia (Araba), desapareció un hombre octogenario que había salido a por setas y no regresó a casa en todo el día. En estos casos, se pone en marcha un protocolo que conecta y moviliza a los distintos servicios de emergencia, entre los que se encuentra el Grupo del Perro de Salvamento de Euskadi (GPSE), con sede en Elorrio. A sus once voluntarios les llega un mensaje de aviso desde SOS Deiak, el centro de coordinación de emergencias dependiente del Departamento de Seguridad del Gobierno vasco.

Cada miembro del GPSE -junto a su perro- informa sobre su disponibilidad para desplazarse al lugar indicado. Una vez allí, el responsable del operativo centraliza la información y coordina a todos los equipos desde el puesto de mando: Ertzaintza, policías locales, Cruz Roja, DYA, el GPSE, patrullas ciudadanas… El tiempo corre en contra de la persona desaparecida y se debe actuar no solo con urgencia, sino también con orden y eficacia. 

Información y coordinación

“Nos asignan diferentes sectores para evitar solapamientos y coordinarnos entre nosotros. En Euskadi los operativos están muy bien organizados”, cuenta Ekaitz Moreno (Vitoria-Gasteiz, 40 años), presidente del GPSE. Él y sus compañeros no están solos: siempre van acompañados de sus inseparables perros de rescate. Pero no todos los canes están preparados para afrontar misiones de búsqueda y salvamento. Desenvolverse con destreza entre los escombros o en terrenos abruptos requiere de un entrenamiento exigente y unas condiciones físicas (y mentales) concretas

En imágenes: Los integrantes del Grupo del Perro de Salvamento de Euskadi

En este grupo hay un total de 16 perros, entre los que predominan el pastor belga malinois y el labrador. Los border collie también tienen fama de ser muy resistentes, duchos y con gran capacidad de aprendizaje. ¿Qué raza es la más idónea para convertirse en un rescatista de cuatro patas? Moreno, que tiene uno de cada, argumenta su respuesta: “Depende. Dentro de cada raza hay que tener en cuenta las particularidades de cada perro. En mi caso, me parece más inteligente el border collie. Pero es verdad que el pastor belga es como un Ferrari: ágil y con una energía impresionante. Se puede convertir en un perro de rescate excepcional”.

Pruebas y exámenes

El proceso de selección no se hace al tuntún. Los canes deben superar pruebas específicas y obtener la homologación internacional IRO, que acredita su preparación. Cada año, participan en un riguroso examen que evalúa su obediencia y capacidad de búsqueda en un terreno de varias hectáreas. El objetivo es alcanzar el grado B, la puntuación más alta. Solo así, como atletas listos para embarcarse en cualquier disciplina deportiva, estarían aptos para formar parte de los operativos de búsqueda reales. 

Casi todos los días Ekaitz sale a entrenar con sus perros. Los miércoles por la tarde y los sábados por la mañana son sagrados: se reúne en Elorrio con el resto de los instructores para seguir el plan de entrenamiento. Esta dispar cuadrilla de hombres y mujeres, de entre 25 y 60 años, se encarga de motivar al perro, canalizar sus impulsos y recompensarlo en el momento oportuno. La relación que se establece es de confianza y empatía mutua. Entre los voluntarios, los perfiles profesionales son muy variados. Ekaitz, la cabeza visible, es funcionario; también hay profesores, comerciales, cooperativistas del Grupo Mondragón e, incluso, un compañero jubilado. Pasan tanto tiempo juntos, que prácticamente se han convertido en una familia unida por su pasión canina, el montañismo y un genuino deseo de ayudar a los demás. 

En imágenes: Los integrantes del Grupo del Perro de Salvamento de Euskadi

Actualmente, cuentan con tres nuevos miembros en periodo de prueba. Es como un voluntariado de prácticas en la que, básicamente, se comprueba la capacidad de adaptación de los recién llegados. Ekaitz se unió hace más de una década, superó la fase inicial de integración y en 2022 asumió el cargo de presidente. El grupo se fundó en 1983 con un objetivo muy claro: formar equipos de búsqueda compuestos por un guía y un perro capacitados para localizar personas perdidas en el monte, bajo escombros o sepultadas por la nieve. El de Elorrio es el más antiguo del Estado. Y, al igual que sucede con los perros, no cualquier persona está preparada para desempeñar estas labores. 

Haciendo equipo

“Claro que me gustaría que hubiera más gente en el grupo -reconoce Ekaitz-, pero no es tan fácil. No basta con que te gusten los perros y el monte. Esto no es un hobby para pasar el rato con tu perro. No somos profesionales, pero nos tomamos muy en serio lo que hacemos y tenemos unos horarios de entrenamiento que hay que cumplir todas las semanas”. Así que más que unas cualidades físicas determinadas, se necesita alguien con flexibilidad horaria, toneladas de motivación y un alto grado de implicación. “Buscamos compromiso y responsabilidad. No queremos que nadie pierda aquí el tiempo, ni que nos lo haga perder a nosotros. Además, también es fundamental que haya buen ambiente en el grupo”. 

En imágenes: Los integrantes del Grupo del Perro de Salvamento de Euskadi

Todos colaboran con la asociación de manera altruista. El Gobierno vasco destinó el año pasado una partida de 36.000 euros al grupo para sufragar gastos “en materia de emergencias y protección civil”. ¿Es suficiente? Aseguran estar satisfechos tanto con el respaldo económico como con la colaboración de SOS Deiak, que siempre cuentan con ellos. El dinero cubre los costes de las homologaciones, la atención veterinaria, seguros y otros gastos operativos. “Estamos contentos porque nos ayuda a seguir con nuestra labor. Si no, sería imposible”.

LA TRAGEDIA DE 1987 EN PICOS DE EUROPA

Cuando se repasa los más de 40 años de historia del Grupo del Perro de Salvamento de Euskadi es imposible no detenerse ante lo ocurrido el 12 de junio de 1987 en los Picos de Europa. Aquel día, un accidente de helicóptero segó la vida de siete personas y cuatro perros durante su participación en las labores de rescate del adolescente Germán Quintana, desaparecido en una excursión. Nada más despegar, la aeronave se estrelló contra la falda de una montaña. Entre los fallecidos, cinco eran vascos y cuatro pertenecían al grupo de salvamento. Sigue siendo el accidente aéreo más grave registrado en Asturias y que impactó a toda la sociedad vasca.  

“El riesgo está ahí”, admite Ekaitz Moreno. Aunque lo más normal es que, como mucho, ocurra algún percance menor: alguna torcedura de tobillo, un porrazo o unas raspaduras. Nada que no pueda pasar cuando nos adentramos por el monte y nos pegamos una buena caminata. Entre las situaciones de cierto riesgo, comenta que estos pequeños contratiempos son más frecuentes durante las búsquedas nocturnas. También puede ocurrir que, por por motivos de seguridad y prevención, se les aparte del operativo, como sucedió en el derrumbe del vertedero de Zaldibar de 2020.

Un voluntariado exigente e imprevisible

Este voluntariado es muy exigente. El servicio funciona las 24 horas del día. Pueden pasar varias semanas tranquilas hasta que, de repente, reciben una alerta desde SOS Deiak. En una ocasión, a Ekaitz Moreno le pilló en una cena con sus amigos de la cuadrilla. Tuvo que abandonar el plan de ocio e incorporarse a las labores de búsqueda. Cuando se va de vacaciones, avisa a sus compañeros para que lo releven en el puesto. 

En imágenes: Los integrantes del Grupo del Perro de Salvamento de Euskadi

Cada año, el GPSE participa en una media de 10 a 12 operaciones de búsqueda, principalmente de personas mayores con demencia, montañeros y, como señala Ekaitz, buscadores de setas que salen a dar una vuelta al monte y terminan extraviados. Desde que se denuncia la desaparición hasta que se localiza a la persona pueden pasar varios días, y la intensa búsqueda no siempre tiene un final feliz. Las bajas temperaturas y el mal tiempo son factores que pueden agravar la situación. “En Euskadi las noches son muy frías. A veces, una persona sale por la mañana a por el pan, solo con un jersey, se desorienta y acaba perdida bien entrada la madrugada”. 

En la novela La insoportable levedad del ser de Milan Kundera se narra el amor incondicional entre su protagonista, Teresa, y su perra Karenin. Un sentimiento puro y leal que impulsa a estos fieles amigos peludos a mantener un vínculo inquebrantable con sus dueños. Después de tantos años juntos, Ekaitz aún se sorprende con sus perros y sigue aprendiendo de ellos. “Hace poco uno se lesionó, pero no se quejaba. Al contrario. Los perros son puros y felices. Solo viven el presente”.