Tras el éxito cosechado con novelas como Las hijas de la tierra o El bosque sabe tu nombre, por fin está aquí de nuevo. La escritora Alaitz Leceaga ha vuelto a las librerías para presentar su nueva obra, Las dos vidas de Mina Índigo, con la médium más solicitada de todo Barcelona como protagonista.

Su vida académica y sus inicios profesionales no guardan relación con la literatura. ¿Cómo empezó esta aventura? 

-Yo siempre he sido muy lectora, y el primer acercamiento para los autores suele ser a través de la lectura. Es verdad que en mi caso el pasar de esa lectura a empezar a pensar en escribir, primero empezó con historias cortas que iba subiendo por capítulos a Internet. 

En esos libros de su infancia-adolescencia, ¿quiénes eran sus influencias?

-Carlos Ruiz Zafón es un referente total para mí. Además, en esta novela (Las dos vidas de Mina Índigo), esas callejuelas, ese Barcelona gótico está muy presente, porque además durante el confinamiento volví a leer toda la trilogía de La sombra del viento y es verdad que de alguna manera está muy presente y creo que es muy evidente para cualquiera que quiera abrir mis libros.

¿Esos referentes han cambiado con el tiempo? 

-No mucho (risas). Me sigue gustando leer novela de misterio clásico, leer a Agatha Christie...

Es una autora imperecedera.  

-Total (risas). Yo es un tipo de libro que cuando alguien me pregunta “Oye, ¿para enganchar a alguien a la lectura?”, es verdad que todos tenemos nuestros gustos y yo creo que la clave es dar con algo que les pueda gustar, pero Christie y Zafón son como valores seguros. 

¿Cree que todos podemos encontrar ese libro que nos va a enamorar? 

-Es verdad que hay gente que mantiene una relación de amor-odio con la lectura, pero yo sí creo que existe el libro perfecto para cada lector.

Usted ya lleva varias novelas a sus espaldas, una de ellas con el premio Fernando Lara. ¿Cómo fue darse cuenta de que los lectores y la crítica se habían rendido a su trabajo?

-El Fernando Lara lo gané con mi tercera novela, la ganadora más joven, y lo recuerdo como uno de los momentos más preciosos e increíbles de mi carrera. Lo recuerdo con muchísimo cariño, y además eso me permitió de alguna manera llegar a más lectores. Es verdad que el Fernando Lara me dio esa oportunidad.

Además de los personajes, el peso narrativo lo tienen los escenarios. ¿Qué siente cuando lugares como Ea se convierten en destino de peregrinaje para sus fans? 

-Es muy bonito y es muy especial. Yo siempre agradezco cuando se hacen fotografías y me las hacen llegar por redes sociales. Para mí es muy especial que un lector haya decidido que parte de sus vacaciones la va a dedicar a recorrer los lugares de los que hablo en una novela. Para mí eso es realmente algo precioso.

Su mirada, lo vemos también en esta nueva novela, está muy puesta asimismo en nuestra historia. ¿Qué es lo que le atrapa tanto del pasado?

-El pasado tiene algo de misterioso. Y yo creo que las novelas de misterio son novelas de secretos, y el pasado de alguna forma es muy propicio para contar esas historias. 

Nos presenta a una médium, a Mina Índigo, un personaje perfecto para el siglo XIX. ¿De dónde nació la inspiración para dar vida a Mina?

-Es cierto que las médiums y espiritistas las vemos con nuestros ojos del siglo XXI y las percibimos de manera muy diferente. En aquel momento eran verdaderas celebridades. Se celebraban sesiones espiritistas, se les consultaba para todo. Es verdad que me atraía mucho la idea de contarlo con esa mirada. 

En esa época confluían también con magos, escapistas, que rozaban esos límites entre la vida y la muerte, la ciencia y la magia... Eso también lo vemos en esta novela. 

-Totalmente. Y me parecía que Barcelona reunía las condiciones para hacer la historia. 

Y el proceso de documentación, ¿cómo ha sido?

-Yo disfruto mucho con la parte de documentación, y me gusta darle a los lectores ese extra. Disfruto las historias que te llevan a ese pasado e intento dárselo a los lectores. Soy de esos autores que llenan cuadernos con resúmenes y esquemas. Y he podido recorrer los escenarios de la novela, porque muchos continúan en pie. 

¿Qué nos vamos a encontrar, en definitiva, al sumergirnos en Las dos vidas de Mina Índigo?

-Nos vamos a encontrar un misterio al estilo clásico, una investigación criminal. Vamos a encontrar una pareja de investigadores muy diferentes entre sí, pero que de alguna manera a pesar de sus diferencias van a ser capaces de encontrar lo que les une para intentar resolver ese crimen y de alguna forma salvar esa Barcelona y esa Exposición Universal que peligra. Nos vamos a encontrar una historia de misterio con una ambientación histórica potente. 

Junto a Mina, tenemos a Ellis, una pareja de detectives -como comenta- atípica, un hombre de ciencia con una mujer mística. 

-Me interesaba contar esa diferencia, porque creo que Ellis representa esa modernidad, ese pensamiento científico que de alguna forma se va a imponer a lo largo del siglo XX. Y Mina se deja llevar más por el impulso, y entre ellos forman un equipo perfecto, esa diferencia que se atrae.

Muchos feedbacks de esta novela le estarán llegando por redes, donde es muy activa. ¿Cuál es el rincón más recóndito o peculiar desde el que la leen?

-El más peculiar es una islita muy pequeñita en el mar del Norte, aunque no es el más lejano. Al otro lado del Atlántico tengo lectores y lectoras maravillosos. Pero el más peculiar es una cabaña medio aislada en un antiguo faro que ahora tiene un pequeño hotel turístico. Es muy especial que en un lugar tan aislado alguien escogiera tu historia para llevársela y que tus personajes le acompañaran.