México nunca pasa de moda. Es parada obligatoria para muchos viajeros que cruzan el Atlántico para disfrutar de uno de los núcleos culturales, artísticos y gastronómicos más importantes del continente americano. Su comida es patrimonio inmaterial de la Unesco. Los platos tradicionales mexicanos están presentes en todo el mundo, haciendo gala de una cocina sencilla y diversa. El país azteca no son solo playas paradisíacas, resorts, ruinas arqueológicas y postales de Frida Kahlo. Su capital, Ciudad de México (CDMX), ha dejado atrás su mala reputación y es una megalópolis atractiva liderada por la transformación de sus barrios, aquí llamados colonias, que ya no se identifican con la suciedad y la peligrosidad de antaño.  

“Cuando conocí por primera vez a la familia de mi marido me recibió con mucho cariño”

Zaida Fernández - Gestora de contenidos

¿Y Veracruz? Del Estado más verde de México no suelen llegar buenas noticias. En un país que contabiliza 100.000 personas desaparecidas en la guerra contra el narco, una parte nada desdeñable (7.400) corresponden a Veracruz. Tapar la magnitud de la tragedia que asola al país latinoamericano desde hace tres lustros sería tan injusto como parcial. Así que Veracruz -con una superficie de más de 70.000 kilómetros cuadrados, diez veces más grande que la CAV- es miles de cosas más que los reportes de desaparición derivados del crimen organizado y los enormes cementerios clandestinos destapados en los tiempos del Gobierno de Enrique Peña Nieto (2012-2018). Y, afortunadamente, muchas de ellas son buenas. 

“Nací en Xalapa, la capital de Veracruz, y siempre que podemos vamos a visitar a nuestra familia de México”

Carlos García - Comercial

El Estado de Veracruz es historia pura. Aquí fue donde Hernán Cortes atracó sus embarcaciones a principios del siglo XVI y dieron comienzo los primeros asentamientos españoles en territorio americano. Cortés fundó la ciudad de Villa Rica de la Vera Cruz en 1519. En este rincón de la costa del Golfo de México se consumó la independencia en 1825. Veracruz fue el inicio y el final de la aventura colonial en tierras mexicanas de las tropas españolas, el último reducto del Gobierno del Virreinato. 

Pirámide de los Nichos. Pixabay

‘Jarochos’ de Veracruz

En la actualidad, en el Estado Libre y Soberano de Veracruz de Ignacio de la Llave viven más de 8 millones de habitantes, lo que lo convierten en el cuarto Estado, de un total de 31, más poblado. Su peso histórico y cultural se demuestra con los dos lugares que la Unesco considera Patrimonio de la Humanidad: la zona arqueológica precolombina de El Tajín y los monumentos del centro histórico de Tlacotalpan. Además de la capital, la alegre y estudiantil Xalapa, se debe visitar sí o sí la ciudad de Veracruz. Sus 400.000 habitantes reciben el apelativo de ‘Jarochos’ y tienen fama de hospitalarios y cariñosos. También son muy musiqueros: estamos en la cuna de sonidos tradicionales como el danzón, el son, la salsa y la marimba. La localidad costera acoge las sedes del Instituto Veracruzano de la Cultura y el Centro Veracruzano de las Artes. 

“Me encantaría volver a abrazar a la familia en México. Les echo mucho de menos”

Haizea García - Estudiante

Veracruz es uno de los destinos playeros más próximos a CDMX. El fuerte de San Juan de Ulua, a 20 minutos del puerto, llama poderosamente la atención. Nos encontramos ante un majestuoso espacio que durante cinco siglos ha tenido distintas funciones y que a día de hoy es un museo. La vida de Veracruz gira en torno a su enclave portuario: allí se mezclan paseantes, familias, vendedores ambulantes, niños, turistas y curiosos. En la plaza de Armas o de la Constitución, en pleno centro histórico, hay un escenario que suele acoger conciertos y distintas expresiones artísticas, principalmente de folclore local, donde las parejas de todas las edades bailan danzón al ritmo que marcan las orquestas. 

El Tajín: ciudad prehispánica 

Su significado es ‘trueno’ en el idioma totonaco y constituye uno de los ejemplos más notables de la grandeza de la arquitectura precolombina de México. La joya de la corona de Tajín es la Pirámide de los Nichos, una singular y bella obra pública que se mantiene en un muy aceptable estado de conversación. Compuesta por un total de 365 huecos rectangulares (de ahí el nombre de ‘nicho’), se distribuye en siete plataformas o alturas distintas. Algunos investigadores creen que el edificio puede haber tenido un gran valor astronómico, además de su evidente relación con el calendario anual. 

Esta ciudad prehispánica, situada a unos 10 kilómetros del municipio de Papantla de Olarte, cuenta con 17 juegos de pelota, y decenas de edificios, templos y residencias distribuidas en varios conjuntos: el grupo del Arroyo, Tajín Chico, El Grupo de las Columnas y la Gran Xicalcoliuhqui. Se pudo haber levantado a partir del siglo I, durante el periodo clásico mesoamericano. Con un total de 168 construcciones llegó a ser la urbe más grande del Golfo de México durante los siglos IX y XII. Para cuando llegaron los conquistadores españoles, en el siglo XVI, estaba despoblada. 

Monumento en Papantla.

Monumento en Papantla. Pexels

Aunque los indígenas de la región siempre supieron de su existencia, un ingeniero llamado Diego Ruiz encontró la zona arqueológica por casualidad, mientras buscaba unos campos de tabaco ilegales. El insólito hallazgo de antigüedades prehispánicas fue recogido el 12 de julio de 1785 en el periódico de la Gaceta de México. Este impresionante conjunto arquitectónico está pegado a la selva del norte de Veracruz. Las playas de Tuxpan y las de la Costa Esmeralda quedarían al este, mientras que la pirámide Castillo de Teayo tampoco está lejos y también merece una visita. Un poco más lejos se pueden descubrir los pueblos mágicos de la sierra norte de Puebla: Xicotepec, Huauchinango, Zacatlán y Pahuatlán. 

Tlacotalpan: bello y armónico 

Otra localidad fundada por los españoles en la costa del golfo de México en el siglo XVI. Tlacotalpan o, más concretamente el casco antiguo, preserva su trazo original. Destacan un buen número de edificios de colores de los siglos XVIII, XIX y de los inicios del XX en una fascinante fusión arquitectónica española y caribeña. Según la Unesco, es el conjunto urbano “más armónico, homogéneo y bello de todo México”. Este pequeño puerto fluvial orillas del río Papaloapan de unos 10.000 habitantes -que en náhuatl significa “tierra entre las aguas”- fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1998 en la categoría de ‘ciudad histórica’. 

Según el organismo de las Naciones Unidas, Tlacotalpan “ha conservado admirablemente su tejido urbano de la época colonial con calles anchas, casas con columnatas de una gran diversidad de estilos y colores, y numerosos árboles de edad venerable que ornamentan los espacios públicos y los jardines privados”. 

Casa de Tlacotalpan, Veracruz. Wikimedia

‘Xalapa-Enríquez o la ciudad de los apodos

A Xalapa-Enríquez se le conoce con el sobrenombre de la ‘Atenas de Veracruz’. Es bastante más que un mero gancho turístico: la capital del Estado de Veracruz, a una distancia de 350 kilómetros en línea recta de Ciudad de México, se ha ganado a pulso el apodo por una generosa oferta cultural, artística y musical que distinguen a una localidad de 440.000 habitantes. Asentada sobre las faldas del volcán Macuiltépetl, su clima húmedo colorea de verde un paisaje en el que a menudo hace acto de presencia una tupida niebla que tapa sus pendientes y terrazas panorámicas.  

No se sabe con exactitud cuándo se fundó. En Xalapa coincidieron cuatro culturas prehispánicas (totonacas, toltecas, chichimecas y teochichimecas) que formaron una comunidad denominada Xallapan o ‘manantial en la arena’. Su carácter mestizo se puso a prueba desde el principio. Hay quien se remonta a principios del siglo XIV, aunque no fue hasta 1791 cuando el rey Carlos IV concedió el título de villa a Xalapa, convertido en un lugar estratégico en la ruta comercial del virreinato de México. Xalapa conectaba el centro del país con la costa y su fortaleza económica fue incuestionable durante el periodo colonial. 

Dos paradas turísticas: su catedral -que data de 1641 y que los domingos se pone hasta arriba- y el Palacio del Gobierno, decorado con unos llamativos murales de estética indígena. Las huellas del pasado español están presentes en la arquitectura de estilo colonial. Muchas localidades de México (Oaxaca, Mérida, Guanajuato, Zacatecas, Puebla) conservan un conjunto de edificios bien conservados, calles empedradas y patios arbolados que remiten a otro periodo histórico. Xalapa no es una excepción. Algunos inmuebles están restaurados, otras fachadas son más decadentes, pero todos ellos tienen clase y elegancia, rezuman distinción. 

La ciudad se enorgullece de su carácter alegre, divertido y abierto donde la pasión por la cultura late entre sus habitantes, muchos de ellos estudiantes. Sus museos y centros de arte son estupendos, y hay mucho donde elegir. Prueba con el Museo Interactivo de Xalapa (MIX), el Museo de Antropología (MAX), la pinacoteca Diego Rivera, la biblioteca histórica Librado Basilio o la galería de arte contemporáneo. Para aligerar las visitas culturales, se recomienda degustar el delicioso café veracruzano. Las opciones son múltiples. Y no hay pérdida: tan solo se debe seguir el rastro del aroma que desprenden los granos de café de varios callejones con nombres peculiares (Diamante, Jesús Te Ampare, Calavera, Obispo y del Perro) y entrar a sus locales. Acierto seguro.  

Otro de los apodos que recibe la localidad más populosa de Veracruz es la de ‘Ciudad de las flores’. Esta vez, el mote está directamente relacionado con el Festival de la Primavera: un colorido evento a mitad de camino entre la alegría carnavalesca y una espectacular muestra de arreglos florales que se celebra la segunda mitad de abril en el parque Suárez. Este lugar al aire libre y la plaza de la catedral son los centros neurálgicos de Xalapa, la ciudad de los apodos.