Balcones. En Sanfermines, más que nunca, son atalayas privilegiadas de la fiesta, pero, además, ellos mismos se han ganado a lo largo de la historia su papel protagonista. Los balcones son este año el leit motiv del cartel de San Fermín -y de ese suplemento-, lo que supone una excusa perfecta para hacer un recorrido por aquellos miradores que se han convertido en historia de la fiesta.

84 años cumplirá el balcón del Ayuntamiento de Pamplona como escenario del acto más importante de las fiestas: el Chupinazo. En 1941, Joaquín Ilundáin, siendo primer teniente de alcalde, traslada al Ayuntamiento el lanzamiento del cohete, que en 1939 habían disparado en la Plaza del Castillo él y José María Pérez Salazar, a la sazón los padres del actual Chupinazo. Así pues, aquel 6 de julio de 1941, al grito de ¡Viva San Fermín, Viva Pamplona!, nació el Chupinazo, casi idéntico al que hoy conocemos. Solo en 1952, por obras en el Ayuntamiento, el primer cohete se trasladó a la Escuela de Artes y Oficios, entonces en la plaza del Vínculo.

Balcón del Ayuntamiento. Con José Garrán de alcalde, en 1941 el programa recogió por primera vez que “a las doce horas en punto se anunciará el comienzo de las fiestas (...) con el disparo de Chupinazos desde la Casa del ayuntamiento”. Redaccion DNN

El balcón de la Casa Consistorial tiene su intríngulis cada día 6. Tanto éste, como el resto de balcones de la Casa Consistorial, permanecen cerrados a cal y canto hasta que clarines y timbales comienzan a sonar a escasos minutos del cohete. Fuera, solo el alcalde de la ciudad, los lanzadores de ese año y cuatro medios de comunicación contados, son espectadores de lo que va a pasar. Nunca un balcón transmitió tanto.

El mirador consistorial no es el primer protagonista sanferminero de la historia. Antes, en los últimos años del siglo XIX y los inicios del siglo XX, el violinista pamplonés Pablo Sarasate hizo famoso otro balcón, el de la habitación 207 del Hotel La Perla. Desde allí obsequiaba don Pablo a sus paisanos el mismo día de su llegada a Pamplona. El virtuoso se asomaba a su balcón y correspondía al cariño con un concierto de violín, un acto único que reunía a miles de personas.

Balcones y balconcillos, farolas, cornisas, marquesinas... Todos son valiosísimos para ver en vivo cualquier acto sanferminero. Pero hay dos, por encima de otros: el Chupinazo y el Encierro. En la plaza Consistorial hay apenas unas decenas de balcones con vistas al cohete, de ahí que alquilar uno resulte carísimo. Mikel Ollo, de Destino Navarra, y guía oficial desde 1993, confirma que este año el tope está en mil euros “IVA incluido”, precisa. La friolera cuesta, por persona, un balcón en la plaza Consistorial, pero, absténganse, ya estaba reservado desde el año pasado. Los más baratos, a 500 euros.

Pétalos desde el balcón. El regreso del Santo a San Lorenzo recibe desde 2018 una lluvia de 400.000 pétalos de rosa. Oskar Montero

Codiciadísimos son también los balcones con vistas al encierro: “Ya están completos los del 7 al 10”, explica Ollo. Los más baratos, a 125 euros persona, los de la plaza Consistorial y terceros pisos. Los más caros, “primeros y segundos pisos en Estafeta, a 225 euros”. Se calcula que en torno a 4.000 personas siguen el encierro en directo desde los balcones del recorrido. Javier Solano recoge en su libro El encierro de Pamplona, cómo entre el público asomado a los balcones y los mozos en la calle se establece “una mezcla extraña de admiración, identificación y compañerismo, como si el espectador se uniera con el corredor en espíritu, y juntos afrontaran la incertidumbre de una carrera a punto de comenzar”.

2025: El balcón hecho cartel. Obra de Sandra Nadal. Javier Bergasa

Protagonistas son también los balcones que se asoman a la procesión del 7 de julio. Allí, los gritos de miedo del público se convierten en emoción y en aplausos al paso del Santo. Entre los momenticos que amenizan el paso del cortejo, durante tres décadas, hasta 2016, sonó en el balcón del número 54 de calle Mayor la voz de Mari Cruz Corral. Alumna en su día de Joaquín Zabalza, uno de los Iruñako, ya fallecido, Mari Cruz interpretaba una de las jotas más emotivas: Que hizo a San Fermín llorar. Un poco más adelante, en el número 74, tiene lugar desde sus balcones otro momento especial, instaurado en 2018. 400.000 pétalos de rosas son lanzados al paso del santo desde las alturas.

Balcón del Hotel La Perla. Durante años (finales del XIX-principios del XX), Sarasate salió a tocar el violín para sus paisanos cada 6 de julio desde el balcón de la 207.

Los balcones, que en 2020 y 2021, en la pandemia, fueron el escenario de la fiesta, permiten ver pero también enseñarse. En San Fermín son pasarelas donde la gente baila, toma el aire o fuma un pitillo. Los del Nuevo Casino siempre son un referente, como los del Casino Eslava, en medio de la Plaza del Castillo. Allí mismo, en la céntrica plaza, en una azotea que durante el año duerme, se celebran fiestas VIP con invitación. Para recordar, los balcones del Bar Ciudadela, donde se podía bailar al fresco, y hay jaleo por San Fermín en balcones particulares que sacan su música y se convierten en improvisados lugares de la fiesta.

Con el sol o la sombra de cara, están también los balconcillos de la plaza de toros, la balaustrada de piedra de grada, desde el que asomarse, el palco de autoridades. Y de noche, los balcones que miran los fuegos artificiales. .