La prensa cortesana clama contra la penúltima ofensa al "hacedor de las libertades" hispanas, Juan Carlos de Borbón. La justicia británica tiene dos meses para decidir si el Campechamo apartado en Abu Dhabi goza de inmunidad en las islas. La culpable es su ex amiga Corinna Larssen, a la que Alfonso Ussía llama "La profesional" en El Debate. Y por si quedaran dudas sobre a qué se refiere con tal término, se explaya: "Lo que no entiendo es que viaje hasta Londres para demandar al Rey y no lo haga en España, que es donde tuvo lugar su beneficiosa amistad. El puterío millonario es como el nacionalismo. Por mucho que reciben, siempre aspiran a más. Corinna Larsen, que tiene muy buenos amigos entre los periodistas españoles, disfruta en todas las esquinas del placer de una fortuna galopada con relevante dominio de sus riendas. En resumen, un zorrón desorejado".

Sin llegar ni remotamente a esos niveles de zafiedad, el requetemonárquico Eduardo Álvarez clama en El Mundo contra los agujeros legales que van permitir que el emérito pase un mal trago: "Y así nos encontramos con que ni siquiera está regulado qué es eso de la Familia Real, quiénes la integran o cuál es la cobertura jurídica de sus miembros. Todo esto le importa un bledo a cualquier republicano, pero se supone importante para quien dé valor a la Monarquía parlamentaria como forma política de España. Porque la jefatura del Estado es una magistratura unipersonal, y es a la figura del Rey a la que presta atención casi en exclusiva nuestra Carta Magna, pero la Corona es una institución de naturaleza familiar arraigada en la tradición histórica y jurídica".

En ABC, Juan Carlos Girauta señala al culpable de todos los males del atribulado monarca en excedencia: "Hay que ser muy ingenuo o muy necio para no advertir el juego que se trae el sanchismo. Tener al exiliado en la cuerda floja equivale, aunque no debiera, a mantener la institución acogotada. El sector salvaje del Gobierno querría liquidarla".

También en el vetusto y siempre fiel a la corona diario, Ignacio Camacho le carga las culpas a Sánchez: "Está cómodo fungiendo de protector de la monarquía mientras ésta se avenga a un papel de mero atrezzo. Ése fue el sentido de la maniobra que sacó a Don Juan Carlos al extranjero: dejar a su hijo solo ante la ofensiva republicana con la Presidencia del Gobierno como principal contrapeso. Y hacerle ver que está en una posición de poder lo bastante fuerte como para enviar a un Rey al destierro".

El curioso desmarque por la banda derecha lo encontramos en Vózpuli, donde Gabriel Sánz, nada sospechoso de ser republicano, titula su pieza "Juan Carlos I pierde el norte". ¿Cuál es el motivo del malestar de Sanza? Pues que la actitud del viejo perjudica al joven, y por ahí no se pasa: "Felipe VI necesita de su padre, ahora más que nunca, la misma discreción que éste desplegó para reinar con mano izquierda y derecha, dando a España los mejores cuarenta años de nuestra historia en todo: una paz social inédita después de cuatro guerras fratricidas en 150 años -sí, cuatro, las tres Carlistas y la Civil-, estabilidad política, convivencia y tolerancia, y un crecimiento económico que situó al país como décima potencia mundial en la primera década de este siglo con 30.000 dólares de renta per cápita". Un coscorrón bañado en almíbar.

Y como no hay mucho más que merezca la pena, les termino con la lisonja que le dedica El Debate a Monseñor Munilla después de haber sido desalojado de la diócesis de Gipuzkoa y enviado a la de Orihuela-Alicante: "La dura y fructífera labor de los últimos doce años en la difícil diócesis donostiarra se ve ahora premiada con una diócesis que tiene más del doble de la población de Guipúzcoa". El que no se consuela es porque no quiere.