Casi siempre molesto escritor que acaba de dejarnos: Comparto con su amiga Fátima Frutos que este año está siendo especialmente despiadado con los autores de la tierra. Después de despedirnos de José Javier Abasolo y de Fernando Marías, nos toca hacerlo de usted, con el único consuelo, en su caso, de que vivió alrededor de treinta años más que ellos. Y bien vividos, a pesar de que le tocó hacer honor a sus apellidos y presentar batalla por mil y una causas de diverso signo (alguna en la que, no lo niego, yo mismo estaba enfrente), al precio de ser no ya relegado sino directamente despreciado entre los creadores de la Euskadi en que, sin renunciar a sus raíces bercianas, llevaba asentado desde 1960. Ojalá la tierra le sea leve. Descanse en paz.