Sin disimulos

Hace tiempo que dejó de ser anécdota para constituirse en categoría. A las administraciones de justicia de las dos demarcaciones del terruño -no digamos a las de fuera- el euskera les provoca erisipela. No hablamos ya de un leve arrugar el morro y disimular cara de disgusto. De sentencia en sentencia, se va apreciando una mayor gustirrinín indisimulado en dictaminar que los únicos derechos dignos de respetar son los de quienes hablan en cristiano. La última que se ha unido a la torrentera de fallos jacobinos es particularmente desparpajuda. De una sola manotada, como quien se quita de encima una mosca molesta, el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco ha tumbado una OPE de la Fundación Uliazpi, dependiente de la Diputación de Gipuzkoa, alegando que es discriminatoria la exigencia del conocimiento del idioma en 32 de los 34 puestos ofertados.

¿Discriminación?

 La argumentación de sus togadas señorías es para la antología del desahogo. Si bien se empieza reconociendo que la administración pública obra correctamente al procurar que la ciudadanía vea reconocido su derecho a comunicarse en la lengua que prefiera con el personal que presta servicios públicos, inmediatamente después fumiga su propio razonamiento. Así, sostiene el auto que tal pretensión no puede sustentarse en la contratación de personas que dominen las dos lenguas cooficiales, pues eso supone limitar el derecho de los aspirantes que solo conocen una de las dos, o sea, el castellano.

También los partidos

La lectura a lo ancho de esta sentencia podría implicar, de golpe y porrazo, que todas las ofertas de empleo público tanto en la CAV como en Navarra están viciadas de ilegalidad. Puede sonar a barbaridad inconmensurable, pero, por desgracia, va aen sintonía de una lluvia fina euskarafóbica que ha ido calando. Ya no son solo PP, UPN o PSN y PSE los únicos partidos que usan la lengua como arma arrojadiza. En las dos comunidades, Podemos se ha unido al lío.