En un tuit de esos de ¡buah chaval!, más propio de forofo que de representante institucional respetable, el delegado del gobierno español en la demarcación autonómica preguntaba y respondía: “¿Sabéis porqué [sic] hablan tanto de competencias? Porque no quieren hablar de vivienda”. Más allá del tuteo improcedente, el retrato del tipo -que también es verdad que no lo necesitamos, porque Denis Itxaso tiene una amplísima bibliografía presentada- queda a la vista. De saque, demagogia de brocha gorda. Luego, deslealtad con el socio de gobierno en numerosas administraciones y con el partido al que, en última instancia, debe un cargo que le viene como a mí la camiseta de Pau Gasol. Pero lo más grave es la mezcla de desprecio y desconocimiento sobre el autogobierno. Si hubiera pasada del ma, me, mi, mo, mu, Itxaso sabría que para hablar de vivienda hay que hablar de competencias. Si no lo haces, tu ley populachera y megaguay puede quedar en brindis al sol.

Con todo, la salida de pata de banco del virrey que está empezando a hacer buenos hasta a Urquijo y al difunto Enrique Villar, sigue el argumentario de ignorancia atrevida que aventó el día anterior la ministra portavoz, Isabel Rodríguez, cuando porfió que “a la ciudadanía no le importa quién tiene las competencias”. Este es el minuto en que la individua no ha pedido perdón por semejante insulto al cacareado estado de las autonomías. De nuevo, ninguna sorpresa. Hablando también sobre esta ley bendecida por el soberanismo fetén, Sánchez ha zanjado que el papel del Estado es alinear las políticas de cada comunidad. O sea, invadir sus competencias.