PAMPLONA. Algo más de 1.200 personas pudieron disfrutar de los Harlem Globetrotters en su esencia. A las 20.30 horas el pabellón de la UPNA presenció como Globie, la mascota del equipo, comenzaba a calentar el prepartido. Bueno, de partido tenía poco. Los malabaristas del balón comenzaron a hacer las delicias, especialmente de los más pequeños, desde el principio. Malabares, pases imposibles y algún que otro bailecito para empezar el calentamiento.
En el otro lado de la cancha, sus rivales, los Slits, ya podían hacer lo que fuese que el público solo tenía ojos para los mates y las bromas de Biggie, Hi-Lite, Cheese y demás.
Con toda la parafernalia preparada, incluido el árbitro, los Harlem comenzaron el encuentro y tanto ellos como sus rivales dieron muestras de su buena muñeca desde la muy larga distancia. Obviamente, el partido se paraba cada poco para dar paso al show.
Después de 86 años realizando funciones por las pistas del mundo entero, todavía tienen capacidad de sorpresa. Con Hi-Lite (de 41 años y que cada cierto tiempo iba presentando a su familia entre los asistentes) como jefe de operaciones se dedicaron a bromear y vacilar al colegiado y a sus rivales (a dos les dejaron en ropa interior), a bailar solos, acompañados por alguna chica del público o por los niños que había en el pabellón. Sin ninguna duda, estos fueron los más emocionados durante las dos horas que duró la actuación. Todos los que interactuaron se llevaron un regalo de los Harlem. Hi-Lite hablaba con el árbitro en un castellano con un acento bastante gracioso e histriónico.
Todo esto aderezado con volteretas, saltos vertiginosos, tapones (especialmente de Biggie, el más alto del equipo que mide 2,15) e, incluso, alguno se subió a la canasta para deleite de los presentes. Alguno de los alley-hoops fueron mejores incluso de los que se pueden ver en la NBA. Tanto los más altos como los más bajitos tuvieron su momento para colgarse del aro (en alguno parecía que la canasta estaba a punto de ceder por la violencia de los mates).
Al final del encuentro, todos los presentes pudieron pedir autógrafos a todos los jugadores que lograron sacar una sonrisa a los espectadores durante dos horas.