'The big girl'
Holley Mangold, primera chica que jugó en un equipo masculino de fútbol americano universitario, debuta hoy en halterofilia
PAMPLONA. "Siempre quise ser una de esas chicas, pero mi cuerpo tenía planes distintos". Cuando a los 6 años comenzó a recibir clases, Holley Mangold (22-XII-1989, Estados Unidos) soñó con ser una de esas pequeñas gimnastas que, a base de saltos y piruetas, conquistan oros olímpicos. Rápidamente comprobó que su futuro no iba por ese camino. Su cuerpo crecía y crecía (1,73 metros y 154 kilos en la actualidad), ganaba en potencia física y se ubicaba en los estándares opuestos a los de su sueño infantil. Al llegar a la universidad su futuro deportivo parecía estar en el atletismo, en los lanzamientos, con el disco y el peso en lugar de las asimétricas y la barra de gimnasia. Pero, casi sin pretenderlo, Holley descubrió la halterofilia. Al principio no era más que un entrenamiento, pero con 18 años, y tras solo tres meses entrenando, se convirtió en campeona junior de Estados Unidos. En 2010 decidió apartar su licenciatura en Filosofía, Sociología y Teología para centrarse en este deporte y, pese a que el primer objetivo era trabajar de cara a Río'16, su calidad y progresión le han concedido un billete para Londres, donde debuta hoy.
Su fortaleza se forjó en Ohio. Desde que comprobó que la gimnasia no iba a ser lo suyo, la obsesión de Holley fue parecerse a Nick, su hermano mayor, una promesa del fútbol americano que hoy es profesional en los New York Jets, uno de los mejores centers, si no el mejor, de toda la NFL, lo que le ha permitido firmar un contrato multimillonario. Los partidillos entre ambos tenían su miga. Nick es seis años mayor que Holley y la diferencia de estatura, peso y fuerza era palpable, pero Holley nunca daba su brazo a torcer. Así, cuando aún estaba en la escuela elemental, un buen día les dijo a sus padres que quería jugar al fútbol americano con los chicos del colegio. Vern y Therese dudaron. Les preocupaba que alguien pudiera reírse de ella. Finalmente aceptaron con la condición de que Vern fuese el entrenador. Holley se convirtió en la primera chica en jugar un partido con un equipo masculino en Ohio. Su presencia en el equipo como offensive linemen no fue testimonial, ya que incluso logró algún touchdown y en 2006 jugó la final estatal que su equipo perdió por un punto.
Aquella fue una época feliz para Mangold. Eso sí, algunas burlas eran inevitables en los conjuntos rivales, aunque su madre se encargaba de recogerle el pelo antes de cada partido para que, entre el casco y las protecciones, apenas quedaran evidencias de que se trataba de una chica. De todas formas, a Holley siempre le sobró carácter y confianza. "Recuerdo que en determinados partidos, algunos rivales me preguntaban entre risas si me había comido todo un McDonald's. Eso sí, cuando el balón se ponía en movimiento y yo empezaba a golpear ya no se reían tanto", recuerda entre risas. Una vez acabado su estancia en el high school terminó su periplo en el fútbol americano para dar paso al atletismo, primero, y la halterofilia, después.
Pese a que su físico la ha convertido muchas veces en diana de críticas y burlas, Mangold nunca se ha escondido. "¿Cuántas de esas personas han podido participar en unos Juegos Olímpicos?", ha lanzado como respuesta cuando se le ha cuestionado por los insultos. "Sé que soy una chica grande y me siento cómoda así, no tengo problemas. Espero que cuando las mujeres que sean como yo me vean en competición, se den cuenta de que pueden alcanzar cualquier meta, que ganen en confianza en sí mismas. Mis padres me dijeron desde niña que podría hacer cualquier cosa que me propusiera y, tonta de mí, les creí", dice.
Solo con esa confianza en sí misma se puede irrumpir en un deporte de la manera tan rotunda como lo ha hecho Holley Mangold. Pese a que en la halterofilia también recibió en sus inicios miradas recelosas, ella se ha centrado en acelerar para adelantar en cuatro años su sueño olímpico. Además, su carisma, su carácter abierto y su discurso bien construido, la han convertido en una figura muy conocida en los Estados Unidos, hasta el punto de haber protagonizado un documental sobre su vida en la MTV titulado I'm the Big Girl (Yo soy la chica grande). Su hermano Nick no puede estar más orgulloso. "Estos últimos meses mi móvil no para de sonar y nadie quiere preguntarme por los Jets. Todos quieren que les hable de Holley. Se merece toda esta atención y estoy orgulloso de ella. Lograr lo que ha logrado en tan poco tiempo es increíble. Para mí, no es más que una muestra de lo que mi hermana puede hacer. Cuando se fija una meta nadie puede apartarla de ella. Siempre ha sido así, desde niña". Desde aquellos partidillos de fútbol americano en el jardín de casa en los que Holley comprobó que la gimnasia iba a quedar apartada y que su sueño olímpico caminaría por otros senderos.