la escena se repite una y otra vez en los partidos de cualquier categoría. Un jugador toca el balón con la mano, el árbitro pita e inevitablemente comienza la función: “¡Tarjeta! ¡Tarjeta!”. Los jugadores hacen gestos espasmódicos con la mano derecha en alto como si tuvieran en ella el cartón de los disgustos, los entrenadores abren y cierran los brazos al borde del ataque de nervios, el público argumenta con razones de peso basadas, fundamentalmente, en el color de la camiseta del infractor, pero? ¿debe amonestarse o no esa mano? ¿Qué es lo que se sanciona cuando el árbitro enseña la tarjeta?
El fondo del asunto se centra en el perjuicio que, al jugar con la mano, se causa al equipo contrario, por eso se debe amonestar en los siguientes casos:
- Se corta un pase entre dos jugadores del equipo adversario.
- Se corta un autopase de un jugador contrario.
- Se marca o se intenta marcar gol con la mano.
- Se controla con la mano un balón para organizar un contraataque o una situación prometedora.
Siguiendo el mismo criterio no se amonestarán las situaciones en que un jugador se vale de la mano para controlar el balón, pero no existe en ello un peligro deportivo para el equipo adversario o, por decirlo de otro modo, no se aprecia un beneficio real para el infractor más allá del mero control técnico de la pelota.
Tampoco se amonesta, actualmente, si se corta con la mano un centro al área donde se encuentran varios jugadores de ambos equipos por considerar que no está claro quién se haría con el balón y por ello no estar asegurado el perjuicio.
Por supuesto sigue sancionándose con expulsión el hecho de impedir con la mano un gol o una ocasión manifiesta.
En resumen, si hay perjuicio hay tarjeta; todo ello, claro está, con la opinión del árbitro de por medio.
El autor es Vocal de Capacitación del Comité Navarro de Árbitros de Fútbol