¿Empujar a un adversario es falta?
Seguramente la pregunta que antecede sorprenderá al lector y le llevará a contestar sin dudar que sí, que por supuesto, que vaya tonterías se me ocurren.
Sin embargo, la cosa no es tan sencilla. Todos sabemos que el fútbol es un juego de contacto físico que incluye choques, forcejeos y empujones leves que no son sancionables porque, si el árbitro interrumpiera el juego por ellos, haría casi imposible el discurrir del partido y daría lugar a otro deporte diferente.
Es conveniente ir a la lectura de la regla número 12 y allí veremos que: “Se concederá un tiro libre al equipo adversario si un jugador comete una de las siguientes infracciones de una manera que el árbitro considere imprudente, temeraria o con uso de fuerza excesiva”.
Por tanto, no es suficiente que se produzca un empujón para sancionar una falta. Es preciso también que el árbitro considere que se ha producido de alguna de las tres maneras citadas, que además llevará aparejada la tarjeta amarilla en la forma temeraria y la roja si se valora como uso de fuerza excesiva.
Llegados a este punto surgen siempre las opiniones que consideran exageradas las facultades que se atribuyen al árbitro y defienden una reglamentación más objetiva y menos interpretable. Seguramente los árbitros serían los más favorecidos por unas reglas que no les obligaran a tanta decisión “gris” y preferirían unas situaciones blancas o negras, cómodas en cualquier caso.
Citaremos aquí la frase recurrente de que el fútbol es así, subjetivo y de intenciones; si no fuera así, sería otro juego, y el que nos gusta es este.
El autor es vocal de Capacitación del Comité Navarro de Árbitros de Fútbol.