La rotonda de acceso a la planta de BSH en Esquíroz exhibe camisetas y carteles reivindicativos contra el cierre de la fábrica de electrodomésticos, que se sostienen en cruces de madera fijadas en el césped. En cambio, algunos de esos rótulos yacen en la hierba, como si marcaran los cinco meses transcurridos desde que la multinacional anunciara sus intenciones de cerrar la fábrica en junio.
Más de 150 días
Un cartel de grandes dimensiones plasma el nombre de BSH para comunicar la inminente llegada a las instalaciones, y ahí cuelga una pancarta con un mensaje en la misma línea que los anteriores, el rechazo absoluto contra esta medida; y ya en la entrada, durante los últimos 150 días desde aquella fatídica mañana del lunes 16 de diciembre de 2024, distintas pancartas exponen las peticiones de la plantilla a favor del mantenimiento de la actividad y de todos los empleos. Incluso han simulado un cementerio con lápidas para simular la muerte de la empresa.
Cada diez años un cierre
Casualidades o no, la compañía germana en intervalos de diez años ha ido cerrando sus factorías en Navarra: en 2004, clausuró el centro de Etxarri Aranatz, dedicado a la producción de radiadores de aceite, freidoras y cafeteras, con 150 empleados; en 2014, cerró la planta de Villatuerta, que empleaba a 98 personas, y trasladó la fabricación de lavavajillas compactos a Esquíroz, con la propuesta de recolocaciones; y ya en 2024 anunció con los seis meses de antelación que marca la legislación laboral su intención de acabar con la actividad en su última fábrica en Navarra.
Alzar la voz
Desde enero el comité, compuesto por siete delegados de UGT, tres de LAB, dos de CCOO, dos de ELA, dos de ATISS y uno de Solidari, ha compaginado las movilizaciones con su faceta de representante de la plantilla para mantener contactos con la empresa e instituciones y reivindicar su papel como agente activo en plantear propuestas en este proceso.
Una reivindicación, respaldada por el Gobierno de Navarra –a través del departamento de Industria, dirigido por Mikel Irujo–; y también por el Ministerio de Trabajo –mediante Yolanda Díaz–; pero la compañía no ha aceptado.
Solo BSH ha reiterado su compromiso de informar a la parte social de la evolución de las negociaciones en la búsqueda de un posible inversor. Desde el inicio del año, la plantilla, compuesta por 655 personas, ha salido a la calle una y otra vez para luchar por sus empleos: el 16 de febrero, junto a otros comités con problemas, convocaron una manifestación en Pamplona en favor del futuro de la industria en la Comunidad.
Acciones
El 19 de marzo de manera espontánea por la mañana decidieron cortar el acceso de camiones en señal de protesta. Diez días después, más de 150 motos rugieron en las instalaciones de Esquíroz y en el centro de Pamplona –enfrente del Palacio de Navarra, sede del Gobierno– para volver a reclamar lo mismo.
El 9 de abril, protagonizaron una marcha desde Esquíroz hasta Cordovilla, hasta la sede de la Asociación de la Industria Navarra (AIN) para reprochar que esta entidad tuviera como presidente a Pepe Juste, director de Operaciones de BSH en España.
Así el 8 de mayo organizaron una manifestación por los alrededores de la fábrica, simulando su muerte con un féretro que encabezaba la marcha; además de convocar tres horas de paro; y anunciar que la plantilla iba a postularse como candidata para lanzar el chupinazo del 6 de julio.
Visibilizar el conflicto laboral
Han visibilizado en la calle el conflicto para sensibilizar a la sociedad de los 655 puestos de trabajo directos que están en juego, además de los más de 400 indirectos. En total, más de mil familias, con incertidumbre sobre su futuro desde hace cinco meses.
Detrás de un número...
El jueves 15 de mayo amaneció un cielo encapotado, tras las tormentas y granizo del día anterior. Una lluvia fina se combinaba con el cierzo, y el silencio predominaba en la entrada de acceso a las instalaciones cuando el reloj marcaba las diez. Ningún camión entraba ni salía de BSH Esquíroz, pero poco a poco un grupo de trabajadores y trabajadoras se acercó hasta la caseta del guarda de seguridad.
Allá participaron en un reportaje en el que reflejaron que detrás de un número, se esconde una persona, con un nombre, unos apellidos, una edad, una familia y una trayectoria profesional en exclusiva con BSH.
17 de los 655 empleados y empleadas se prestaron a mostrar sus rostros que guardan sus propias historias. Todos pueden contar relatos distintos en el ámbito personal, pero coinciden si hablan sobre su experiencia laboral.
Mikel, Leire, Imanol, David, Izaskun, los dos Javieres, Iván, Román, Aritza, Alberto, Yolanda, Carlos, Juanjo, Iñaki, Alfonso y Jessica conocen las entrañas de BSH Esquíroz. Sus edades oscilan entre los 55 y 32 años, con una vinculación en la empresa que va desde las tres décadas –como Izaskun– hasta los ocho años de Aritza.
Repiten el perfil de trabajador y trabajadora de industria, que desde muy joven es contratado o contratada por una empresa, en la que tras un periodo de prueba pasa a ser indefinido, siendo esa compañía el único referente laboral. En este caso, eso ha favorecido la especialización de 655 personas en la fabricación de electrodomésticos, y en crear un nexo entre ellas y la marca. Por eso genera frustración que tras décadas de relación, la enseña se comporte así con todos ellos. ¡Queda pelea!