Pamplona - “Extraordinario”, “único”, “un maestro”, pueden parecer tópicos, pero quienes le conocían coincidieron en que José Luis Hernández era un fenómeno tanto en lo deportivo como en lo personal. Para muchos el mejor deportista navarro hasta el momento no se merecía menos que un memorial como el celebrado ayer en Larrabide y en el que se dieron cita los mejores atletas del panorama nacional e internacional.
Históricos y actuales atletas se congregaron ayer en la primera edición del Meeting Ciudad de Pamplona para homenajear al atleta José Luis Hernández, ganador de cinco medallas en Campeonatos de España, entre ellas el oro en 1973 convirtiéndose en el primer atleta masculino formado en Navarra en conseguirlo.
Familiares, amigos, atletas exalumnos de Hernández y compañeros de profesión intercambiaron palabras bonitas hacia él. “Estamos muy contentos porque es de agradecer que el Pamplona Atlético y la Federación se hayan acordado de mi marido José Luis y le organicen este homenaje que yo creo que es muy merecido”, comentó emocionada Goya Ferrer, ex atleta olímpica y mujer del homenajeado. “Tenía una personalidad muy arrolladora, ayudaba a todo el mundo, hablaba con todo el mundo y luego como atleta fue uno de los mejores atletas que ha tenido Navarra. Estamos tristes porque al final no deja de ser un momento duro, pero muy agradecidos”, expresó Ferrer.
“Agradezco bastante que se haya podido llevar acabo y que se haya comportado así de bien el Pamplona Atlético, porque es un día para recordar y para disfrutar de lo que le gustaba a él”, comentó Sergei Hernández, portero del Helvetia Anaitasuna e hijo de José Luis Hernández y Goya Ferrer.
“Como persona yo te diría que único, como padre el mejor del mundo, y como atleta para mí es un ídolo”, definió Sergei a su padre, además recordó que su padre le decía que “con trabajo, constancia y con un poquito de suerte, consigues tu meta y que si no lo sueñas no vas a llegar a la meta que quieres. Hay que soñarlo para conseguirlo”.
Quien también participó en el homenaje, pero esta vez de forma deportiva en la prueba de pértiga, fue Francis Hernández, entrenador del Pamplona Atlético y hermano de José Luis Hernández. Sin embargo, en vez de verlo desde la grada, Francis quiso enfrentarse a los mejores pertiguistas del momento: “Con los que voy a saltar en pértiga son unos fuera de serie, el que menos salta son 5.50 metros, con lo cual me van a sacar más de un metro, pero quería hacerlo en homenaje a mi hermano”.
“Fue algo muy repentino y consideramos que se lo merece. El año pasado lo quisimos hacer, pero no encontramos el momento. Al final con el esfuerzo del club, del Ayuntamiento y de pequeños patrocinadores, lo hemos echado a andar. Es el primer año pero tenemos la idea de que se siga celebrando en una fecha un poquito anterior”, comentó Francis Hernández minutos antes de salir a calentar.
“Siempre me decía que disfrutara y que lo diera todo. Que no me pusiera nervioso porque los entrenamientos están hechos”, expresó Francis, quien añadió que “le sigo los consejos porque yo disfruto entrenando y, sobre todo, entrenando a los alumnos. Ese legado me lo ha enseñado muy bien” y lo suele aplicar con los atletas con los que entrena.
Carlos Esparza, exlanzador de disco y peso, fue otro de los que se acercó a Larrabide y aseguró que casi pasó más años con José Luis que con sus padres: “Como entrenador era buenísimo, pero como persona era extraordinario, fuera de lo normal. He pasado 23 años con él entrenando todos los días que creo que he estado yo más con él que su familia”.
“Todo lo que sé de atletismo y de preparación física me lo enseñó él. Al principio no era muy duro porque estaba aprendiendo, pero con el tiempo fuimos aprendiendo los dos y se volvió más duro. Era exigente, pero era algo que el deporte que practicábamos lo requería”.
Recuerdo una frase que me decía siempre: “Él había sido muy mal alumno, pero quería ser buen maestro y estaba en ello”, recordó Esparza, quien añadió que “el atletismo era su vida y su vida era el atletismo”.
Para Rebeca Azcona, otra de sus alumnas, José Luis “te enseñaba el valor de lo que era el trabajo y la constancia. Siempre decía que, estés como estés, había que darlo todo y que entonces estaba bien hecho el trabajo”.