tudela - Su vida está dedicada, en cuerpo y alma, a su trabajo en la Policía Foral y a las clases de judo, pero pocos saben que estudió Periodismo...

-Empecé la carrera con 18 años, a esa edad tienes muchas dudas sobre qué estudiar. Siempre tuve en la cabeza varias opciones, nunca he sido una persona que dijera: ‘quiero ser periodista’ o ‘quiero ser policía’. Al final, debes optar por elegir una de ellas y, tras debatir si cursar INEF o Periodismo, me acabé decantando por esta última porque las personas que me rodeaban me convencieron de que a nivel deportivo ya tenía una salida con el judo y que era mejor apostar por hacer algo diferente. Después, en tercero de carrera comencé a impartir clases de judo y me di cuenta de que aquello era lo mío. Me pongo a escribir y me gusta, también la profesión en sí. Me encanta la radio, realicé prácticas en una emisora local, pero empecé a dar clases de judo y me volví loca con el tema de la enseñanza. Incluso pensé en dejar la carrera, pero opté por acabarla para poseer una titulación y tras acabar quinto en Leioa, en Bilbao, me matriculé en Magisterio y Educación Física en laUuniversidad de La Rioja, en Logroño.

¿Qué opinión le merece el periodismo actual, se alegra de estar alejada de los medios?

-Muchas veces me alegro de estar fuera por muchos motivos. Además, los horarios de una redacción hacen imposible compatibilizar el trabajo con las clases de judo, mi gran pasión. En un periódico se sabe la hora de entrada, pero no la de salida y eso también hizo que al final me fuera por otros derroteros.

¿Qué radiografía haría del mundo periodístico?

-Cuando inicié la carrera en 1994, el primer día de clase fue devastador porque nos encontrábamos más de un centenar de alumnos en clase y el primer profesor que tuvimos nos dijo directamente que solo el 10% de los que estábamos allí acabaríamos trabajando en medios de comunicación. Aquello me impactó mucho y más teniendo en cuenta que entonces el sector estaba bastante mejor que ahora. La situación actual del periodismo es complicada, sobre todo la prensa escrita está atravesando un momento delicadísimo, y laboralmente tampoco es atractivo dedicarse al periodismo hoy en día.

¿Ha cambiado mucho la profesión?

-Internet lo ha cambiado todo, pero, si soy sincera, diré también que estoy un tanto perdida porque desde 1999, año en el que acabé la carrera, la única relación que tengo con el periodismo son las crónicas de los logros de mis alumnos que envío a periódicos y revistas locales para que se publiquen. Sé que el periodismo está atravesando una crisis en todos los ámbitos, pero tampoco me atrevería a profundizar más.

Desde que acabó la carrera, ¿cuál ha sido su relación con el periodismo?

-Terminé mis estudios, realicé prácticas en Radio Ribera el verano de 1999 y en octubre ya comencé a estudiar Magisterio y Educación Física. Desde entonces he estado más vinculada al ámbito de la enseñanza que al periodístico. No he vuelto a trabajar en ningún medio, lo único que hago, como digo, es mandar, de vez en cuando, crónicas de las competiciones de mis alumnos. Ese es todo el trabajo periodístico que hago.

En tercero de Periodismo se da cuenta de que lo suyo son las clases de judo, pero ¿cuándo le entra la vocación de ser policía?

-¡Buf! (resopla). Mi vida ha ido cambiando de trayectoria conforme la he ido viviendo, imagino que como le pasa a todo el mundo. Nunca he tenido claro que quería ser una cosa u otra. Cuando cursé Magisterio y Educación Física me planteé presentarme a las oposiciones de esta rama e incluso me compré los apuntes. Comencé a estudiar y salieron las oposiciones de Policía Foral, que también era algo que me rondaba la cabeza. Un amigo trabajaba ya en el Cuerpo y me decía que estaba muy bien el trabajo, que me iba a encantar y, de hecho, si ya me gustaba antes de aprobar la oposición, he de decir que estando dentro aún me gusta más. Ahora ya no estoy en la calle, llevo dos años en la oficina, pero me gusta mucho más el trabajo en la calle, poder ayudar a las personas día a día porque nuestra labor no es la de denunciar, como todo el mundo cree, sino ayudar a la gente cuando hay un accidente, una pelea... Nosotros acudimos a todas las llamadas. Ahora estoy en la oficina por motivos personales, era imposible tener una vida normal con turnos de mañana, tarde y noche, sobre todo de cara a dar clases de judo. Tenía que andar apañando cambios con otros compañeros para poder compaginar las clases y cuando salió la oportunidad de estar fija en turno de mañana, no me lo pensé y cambié porque así tengo las tardes libres para el judo y los fines de semana también para acudir con mis alumnos a los campeonatos. Pese a todo, no descarto en un futuro volver a la calle.

¿Cree que los medios de comunicación dan el trato que se merece a deportes minoritarios?

-A nivel local, no me puedo quejar porque los artículos que envío se publican, pero es verdad que hay un agravio brutal. El fútbol lo acapara todo, puedo entender que genera gran audiencia y que los medios deben aprovecharlo, pero hay que tratar de hacer más caso a deportes minoritarios. Tenemos campeones en disciplinas como el patinaje sobre hielo que están pasando desapercibidos. La gente no sabe prácticamente quién es Javier Fernández, campeón de Europa. Pasa lo mismo en judo. Miriam Blasco e Isabel Fernández han sido campeonas olímpicas y apenas se les conoce.

¿De qué le ha servido el judo en su trabajo?

-Siendo mujer es importante saber defenderse y el judo me ha aportado seguridad durante los seis años que he pasado en la calle. En la mayoría de las ocasiones no hace falta hacer uso de la fuerza, pero en ocasiones te toca reducir a personas peligrosas y te sientes con seguridad a la hora de actuar.

Ha dedicado su vida al judo pero podría haber optado por cualquier otra disciplina porque siempre se le han dado bien los deportes.

-Cuando era pequeña lo practicaba todo, cualquier disciplina me gustaba, excepto el atletismo, que quizá correr es lo que peor se me da. He probado de todo, fútbol, baloncesto, tenis... Con 12 años tuve una fisura en el dedo y como no podía practicar judo, porque es de agarre, me apunté a kárate y me saqué el cinturón marrón; también jiu-jitsu, donde tengo cinturón negro. Ahora intento con el pádel, aunque sea un par de veces al mes, porque el judo no me deja mucho más tiempo. Me gustan todos los deportes. Para calentar juego con los chavales a cualquier cosa, pero no me he parado a pensar qué habría hecho si no me hubiese dedicado en cuerpo y alma al judo. He tocado casi todas las artes marciales, menos el taekwondo, y el judo es lo máximo. Eso es indiscutible.

Para ser sexto dan hay que dominar muchos términos en japonés. ¿Se ha acercado también a la cultura japonesa?

-Desde que comencé a practicar judo me ha llamado la atención, se trata de una cultura basada en el honor, el deber... Nada que ver con la cultura egoísta del mundo occidental, tenemos mucho que aprender de ellos. El pasado año estuve en Japón y fue una experiencia única, sin lugar a dudas, el viaje de mi vida. Realicé un curso de judo en un país que me fascina, con la gente que he entrenado durante tantos años. Creemos que cuando logramos el cinturón negro ya lo sabemos todo sobre este deporte y es al revés, es cuando realmente empezamos a aprender la profundidad de este arte marcial o esta forma de vida, como me gusta llamarlo a mí. Yo soy judoka y vivo como judoka.

Habla de vivir como judoka, ¿sabe construir una frase en japonés?

-En 2015 comencé a dar clases con Aya Yasuno, la mujer del concejal de Urbanismo de Tudela, Daniel López, pero no he podido dedicarle mucho tiempo. No me sirvió de mucho porque es un idioma muy complicado, tiene tres alfabetos y cuando estuve en Japón solo acerté a decir: ‘muchas gracias, quiero una cerveza...’, y al final tuve que tirar del inglés, aunque los japoneses no lo dominan mucho. No obstante, me encantaría retomar las clases para aprenderlo.

¿A qué dedica el poco tiempo libre que le queda?

-Viajar es lo que más me gusta. Llevo 5 o 6 años haciéndolo y cada vez estoy más enganchada. Además me gusta pasear, ir al cine, quedar con los amigos y salir de marcha. Soy muy fiestera, me da igual el día de la semana, jueves (juevintxo), viernes, sábado...

Entiendo que, pese a sus múltiples obligaciones, tiene una importante vida social

-Conozco mucha gente, tengo muchos círculos en los que moverme, me encanta salir, es una de mis grandes aficiones, no lo voy a negar.

La enseñanza es otra de sus pasiones.

-Comencé a dar clases de judo en Fontellas mientras todavía estudiaba la carrera de Periodismo y me di cuenta que me volvía loca con los chavales. Me encanta enseñar lo que más sé, que es judo, y entonces pensé: ¿y si me puedo dedicar plenamente a esto? De hecho, estuve varios años dedicándome a impartir clases, pero claro, no era algo seguro porque hoy tienes 100 niños, mañana 50 y pasado nada.

¿Y a usted qué le aporta impartir clases?

-Me cambia el ánimo. Cuando estoy agotada, de mal humor... los niños me dan fuerzas porque los veo disfrutar con el judo, con las enseñanzas que les transmito. Me aportan mucho.

Habla de la inseguridad de dedicarse a dar clases. ¿Ha vivido de cerca el drama del paro?

-Me considero una afortunada, nunca he estado en paro. Comencé a dar clases, me hice autónoma, a pesar de las pocas ayudas que hay, y después aprobé la oposición a Policía Foral. Indudablemente el tema del trabajo está muy mal. No sé si el paro tiene solución, es complicado, vamos a ver si el cambio de gobierno, que parece que va a haber, sirve de algo.

Se queja de las pocas ayudas que hay para los autónomos. ¿Qué se puede hacer en favor de los emprendedores?

-Lo mínimo de cotización de un autónomo son 230 euros, tenga o no tenga ingresos, y eso no puede ser. Debería ser una tarifa mucho más baja, hay que favorecer el autoempleo. Hoy puedo estar yo dando clases, pero si me va bien mañana puede que necesite contratar a otro.

Apuesta por un cambio de gobierno, ¿lo ve realmente factible?

-No me gusta hablar de política, pero creo que hace falta un cambio, el modelo actual está agotado y ha quedado demostrado con los innumerables casos de corrupción. Espero que los que se han llevado dinero de las arcas públicas paguen por ello, pero no solo con penas de cárcel, sino devolviendo lo que se han llevado. No puedo entender que la gente siga votando a partidos en los que se ha demostrado que ha habido corrupción. Es algo preocupante, miras los resultados de las últimas elecciones y piensas, ¿qué pasa, nos gusta que nos den?

¿Confía en los nuevos partidos?

-No confío en los políticos. Es una pena pero es así. Me gustaría que cogieran las riendas otros partidos y poder decir en unos meses: ¡ya era hora de que la situación mejorase!

A nivel personal, el último año ha sido fantástico para usted, distinguida como deportista más destacada en su localidad natal.

-Ha sido el premio que más ilusión me ha hecho. Cuando ganas torneos, la gente del judo es la que te felicita, pero que tu Ayuntamiento y los clubes sean los que te reconozcan es algo mucho más especial. Sin el apoyo de mi familia, de mis amigos, de mi pareja y, por supuesto, de mis alumnos, que son mi motor para seguir creciendo, hubiese sido imposible conseguirlo.

Y ser la primera judoka navarra en ostentar el sexto dan, ¿qué significa?

-Ser la primera navarra ya tiene mérito, pero le doy todavía más cuando veo que La Rioja, Cantabria, Asturias y otras autonomías no tienen una mujer sexto dan. Conseguirlo ha sido lo máximo. He puesto toda la carne en el asador, llevo dos años participando en cursos oficiales y extraoficiales, me he empapado de los matices de la cultura japonesa, los he puesto en práctica y he disfrutado del camino realizado. Podía haber esperado un tiempo y presentar después mis credenciales a la Federación Española para optar a lograrlo a través de recompensa, pero siempre he dicho que mientras tenga salud y una buena forma física quiero ganármelo yo.